La velada comienza con el místico sonido del gong, haciendo eco por todo el restaurante, intrigante y exótico. Esta super experiencia Itamae es exclusiva, para máximo seis personas a la vez, y nos vuelve participes en la sinfonía de sabores y aromas de la alta cocina japonesa. En ella, El Japonez hace estrecha la larga distancia entre México y Japón, transportándoos momentáneamente a un mundo de placer y hedonismo.
Ubicado en el corazón de Polanco, en la prestigiosa calle Emilio Castelar, El Japonez tiene más de catorce años de experiencia – aquí son expertos en la creación de momentos memorables y platillos exquisitos. Fue en este exquisito restaurante donde me dejé llevar por la vivencia culinaria sin igual que es el Itamae, una oda al hedonismo.
Comenzando con un rico cóctel Cinzano Pro Spritz con licor St. Germain, limón de eureka y takuan, el menú especial de la noche en este Itamae inició con Sunomono Harusamen – una fresca y exquisita ensalada japoneza con pepino encurtido. Acompañamos a estos manjares con exquisitos sakes traídos directamente de Japón, maridando a la perfección con los sabores frescos de los platillos y el ambiente cosmopolita de El Japonez.
Ahora inicia el espectáculo gastronómico; el chef se acerca a nuestra mesa de teppanyaki y nos ponemos en sus manos – este es el significado de ‘omakase’, la comienza que ponemos en el chef, quien decidirá el menú que degustaremos hoy.
Utilizando solamente ingredientes prime en esta experiencia de seis tiempos, el chef ‘maestro de las tablas’ nos transportó a través de los sentidos con una serie de nigiris impactantemente deliciosos. Disfrutamos de nigiris de hamachi flameado con aceite de trufa, atún toro con foie gras y el sabroso chu toro. Continuamos con un hand roll de atún chu toro con takuan – nabo encurtido – en hoja de oba.
Seguimos con una espectacular Tostada de Oba con Akami: ceviche de atún sellado con aderezo de cebolla y montado en hoja crujiente de oba, acompañado con aderezo de ceniza de chiles.
El plato fuerte, preparado directamente en la mesa de teppanyaki, fue un exquisito rib eye con tres tipos de champiñones: setas, shitake y shimeji hongo oreja. Preparados a la mantequilla de la casa y salseados con demiglas, los champiñones acompañaron a la perfección la carne, el hamachi y la pasta udón.
El postre fue un rico Diafuku – conocido como la ‘pasta del mochi’ es un postre auténticamente japonés que, al contrario del mochi de helado, se come a temperatura ambiente. De textura cremosa y sabor a melón verde, es acompañado de crema de midori, tierra de galleta y coral de jengibre.
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