Hace unos diez días, el grupo terrorista Jihad Islámica Palestina, estrechamente vinculado a la teocracia iraní que lo financia, desató una nueva escalada de violencia tras la cacería, a través de una operación quirúrgica por parte del ejército de Israel, de Baha Abu al Ata, un terrorista responsable de numerosos ataques. Cabe destacar que Israel se deshizo de un asesino sanguinario, pero la Jihad Islámica, desde Gaza lanzó unos 450 cohetes contra la población civil israelí.
Ante tal arremetida, vemos con estupor que conocidas organizaciones no gubernamentales de derechos humanos en el mundo no han emitido ninguna condena, con lo que muestran una total insensibilidad hacia los ciudadanos israelíes; más bien han ignorado las agresiones bélicas palestinas, las cuales constituyen crímenes de guerra.
Ridículamente, algunas de estas ONGs intentan exponer cierta inexistente imparcialidad al hacer un llamado “a todos los bandos” para proteger a los civiles. Peor aún, resulta obvio que a la Jihad Islámica no le importa el destino de los palestinos comunes de Gaza y su único interés es usarlos como fichas propagandísticas y de efectos políticos. A los cabecillas terroristas no les interesan las vidas palestinas ni la calidad de las mismas.
En este ciclo de brutalidad, ocurrió un incidente con Amnistía Internacional que da pistas acerca de sus inmorales inclinaciones; dicho organismo acusó falazmente a Israel de bombardear la oficina de la Comisión Independiente Palestina de Derechos Humanos; en realidad, esa circunstancia se produjo por un misil de la propia Jihad Islámica que había errado el objetivo. Amnistía Internacional pudo haber cometido una equivocación, pero su ineludible deber era aclarar lo sucedido. No lo hizo, pese a que hubo videos de distintos medios que mostraron con exactitud lo que aconteció e incluso, un corresponsal de Fox News, Trey Yingst lo explicó, pues fue testigo de dicho accidente. Nada de eso conmovió al organismo internacional. Por supuesto, tampoco se disculpó por reclamar en base a calumnias.
Ese vergonzoso silencio o parcialidad en algunos casos, desmerita las razones por las que supuestamente trabajan tales ONGs. Más aún, dan la percepción, además muy certera, que están laborando en la promoción de campañas antisemitas.
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