Orgullosamente Ani yehudi

El otro día estaba en la casa tomando una cafecito turco con mi marido en la sobremesa, cuando escuché unos coches frenando de tal forma que lo único que dije en voz alta, tapándome la boca es: “Shemá Israel!”, me asomé segura de que en esta cruce de Polanco, iban a colisionar los dos coches, ciertamente se pegaron. Uno venía en una camioneta jeep y el otro en un coche más viejo tipo tsuru. Me di cuenta que uno todavía alcanzó a pasar el semáforo amarillo (el jeep) y el coche blanco se pasó el alto (el tsuru). El asunto es que el coche más viejo estaba más golpeado. En ese momento se bajan los dos conductores.

Del jeep se bajó un muchacho religioso de unos 20 años y del otro un señor de unos 40 que no era paisano. Estaba sumamente enojado y lo vi con unos papeles que sacó de su coche –el cual dejó en medio del cruce-venía literalmente “engorilado”, (lo siento no encontré otra palabra para describir al señor), hasta con su postura venía en posición con los hombros de querer pegarle al chavo religioso. Yo estaba esperando un comentario antisemita porque el señor del coche blanco: vio que el chavo era judío religioso. El señor se le acercó e inmediatamente, el muchacho lo recibió con una calma que me impresionó, el señor le reclamó y se le acercó para revisar la camioneta del chavo (no le había pasado casi nada), y más enojado el señor se le acercó y le gritó horrible. Yo me puse en posición de gritar ó de ver en qué momento el muchacho necesitaba ayuda, pero yo también me sorprendí que el chavo seguía inmutable y escuchó al señor, que al verlo tan calmado, no tuvo más remedio que irle bajando a su enojo, de hecho se veía desconcertado que el chavo no le respondía. Ya que se fue calmando, el chico religioso le respondió muy calmado que no se preocupara que él le hablaría a su seguro y se arreglaría todo. El señor a pesar de estar más calmado siguió tratando de reclamarle. En ese momento, se acercaron en una camioneta otros religiosos y de no sé donde salieron otros dos religiosos más –claro, vivo en Polanco-, que también le dijeron que si necesitaba algo.

El muchacho a todos les hizo señas de que todo estaba bien y que él se encargaba de todo. Hizo una llamada –supongo que al seguro-, y le dijo al señor que no se angustiara que él se iba a hacer cargo.

Los religiosos de la camioneta y los que iban caminando como que se esperaron; pero luego vieron que él tenía todo bajo control y se fueron. Yo si me quedé mirando y a la expectativa. El chico religioso puso sus intermitentes, hizo señas al señor del coche blanco que lo siguiera, él mismo chavo detenía a los coches para darle paso al señor –que traía el coche golpeado del cofre-, y le pidió que lo siguiera. El señor ya calmado, lo siguió para acomodarse y no interferir con el tráfico. Poco después llegó el seguro. El señor terminó agradeciéndole al muchacho, que por su edad fuera sumamente responsable.

Yo tenía un nudo en la garganta, volteé y le dije a mí esposo: estos son los momentos en que todavía más me siento orgullosa de ser judía. El chavo fue un súper ejemplo de compostura y de buen trato. Todo me causó un gran orgullo: la integridad del chavo religioso, el respaldo de los otros paisanos que salieron para ver que necesitaba. Y recordé la canción –les recomiendo que la vean-, que me conmueve la sangre, que está en you tube, que lleva por título:

Soy Judío – Aní Yehudí (subtitulado al español) – אנייהודי

Es en estas cosas cotidianas que el ser judío debe ser justamente lo que hizo el chavo: esencia y ejemplo a seguir.