Honduras y El Salvador protagonizaron en 1970 una guerra de seis días de duración que produjo cerca de 5000 muertos y 15000 heridos. El afamado periodista polaco Ryszard Kapuzcinski escribió en aquellos tiempos un documentado libro-reportaje sobre esa contienda a la que bautizó con el nombre de “Guerra del futbol” en razón de que en efecto, las hostilidades se desencadenaron a partir de la violencia generada tras un disputado encuentro futbolístico entre las selecciones nacionales de ambos países. La riña futbolera fue sin duda el catalizador de otros conflictos serios que subyacían desde tiempo atrás en la relación entre esas dos naciones centroamericanas.
En el norte del continente africano aparece ahora, 39 años después, una situación bastante parecida. Egipto y Argelia son hoy los actores de una confrontación violenta que día con día escala, generando tensiones peligrosas. Si bien no es probable que la disputa desemboque en una guerra como en el caso centroamericano, lo ocurrido en los últimos días ha acarreado un deterioro notable en la relación entre estos dos miembros del mundo árabe. Ellos tuvieron que jugar para calificar al campeonato mundial de futbol en Sudáfrica en el grupo C. Las cosas se desarrollaron como sigue:
El sábado 14 de noviembre Egipto triunfó con marcador de 2-0 en el partido que jugaron en El Cairo y con ello quedaron empatados en puntos por lo que se programó un encuentro extra en cancha neutral. Éste se celebró el miércoles 18 en Jartum, la capital de Sudán, en medio de un ambiente sumamente caldeado. Poco antes se habían registrado actos de vandalismo en Argelia contra las oficinas de una compañía de telecomunicaciones egipcia, mientras que el autobús que transportaba a la selección argelina fue atacado a pedradas por vándalos egipcios. Después del encuentro en el que Argelia triunfó con marcador de 1-0 calificándose así para el Mundial, la furia de los aficionados se desató inconteniblemente mediante una sucesión de ataques mutuos. Al tiempo que en Argelia las autoridades fiscales impusieron una multa millonaria a una compañía de telecomunicaciones egipcia a la que dos días antes la turba de aficionados argelinos había atacado, en el Cairo se quemaron banderas argelinas y la embajada de Argel fue sitiada por inflamados hinchas que destruyeron a su paso automóviles y vitrinas de comercios. Incluso la embajada de la India, cercana al lugar de la trifulca, fue víctima también de actos de violencia dentro del caos que se generó durante estos episodios.
Las complicaciones de esta espiral de violencia se han extendido ya a los altos círculos políticos de los países involucrados. Sudán, en su calidad de anfitrión neutro que recibió a los contendientes, ha manifestado su enojo ante el reclamo egipcio de no haber garantizado la seguridad de sus aficionados. Sudán ha respondido con indignación, señalando que en lugar de agradecer el haber acondicionado el espacio para celebrar el partido del desempate y albergar a 25 mil aficionados, Egipto reacciona con “acusaciones inaceptables” para el gobierno de Jartum. Por su parte, el presidente egipcio Mubárak ordenó el regreso de su embajador en Argelia para realizar consultas, mientras que citó también al embajador argelino en El Cairo para expresarle su condena a los ataques contra los intereses y ciudadanos egipcios. El hijo mayor de Mubárak, Alaa, quien asistió al partido en Jartum, declaró en la televisión egipcia que su país estaba obligado a asumir una posición firme contra el terror y la hostilidad del contrincante, “porque es imposible que nosotros pasemos por alto lo que ha sucedido, tenemos que levantar nuestra voz y poner un alto”.
Así, mientras la FIFA anuncia que investigará los incidentes con objeto de imponer medidas disciplinarias, la ira popular en Argelia y Egipto sigue creciendo alarmantemente. A poco más de medio año para la celebración de la Copa Mundial de Futbol soccer en Sudáfrica, estos incidentes son ya un aviso del peligro implicado en la combinación de sentimientos nacionalistas extremos con una pasión deportiva desbocada.
Excélsior, 22 de noviembre, 2009.
Artículos Relacionados: