POR LAS LUCES DEL CORAZÓN TODAS…¡AMÉN!
¡Otro diciembre!- pensó Silvia ese día de Fin de Cursos del 62´.
Los cánticos de Navidad se escuchaban en la radio.
Esas melodías de peculiar melancolía, ponían en marcha a ese ejército de hormiguitas de tránsito febril en su pecho de niña.
En casi todas las casas “vecinas”: sus amiguitas ya comenzaban a celebrar.
“Diciembre” era trajín y agitación en cajas de cartón rellenas de aserrín para esas bolitas de colores brillantes y tornasoladas. Frágiles, para ese arbolito tan precioso a decorar.
Los “mayores” trepaban escaleras para alcanzar las ramas más altas y serpentearlo de guirnaldas peludas y finitas; bolitas y regalos. La estrella para coronar tan amorosa labor, se guardaba hasta último momento.
Silvia acompañaba esa emoción de sonrisas amigas y arbolitos vecinos en los jardines, patios ó salas palpitando la ansiedad de esos regalos de moños enormes, aún sin abrir.
Los envoltorios siempre tenían dibujos de Arbolitos de Navidad, Papá Noel y Renos Voladores. Si hasta parecía que en diciembre ¡Todos los papeles de regalo del mundo estaban dedicados a la Navidad…!
Es que el precioso Arbolito de Navidad sería el responsable de noches de destellos. De Luz y Titilar.
…
Cada diciembre de su infancia, Silvia sabía que no habría “Arbolito de Navidad” en su casa. Y eso que en el jardín, además del duraznero, la higuera y los limoneros, papá había plantado un pino de ramas y curvatura ideal para colgar esas bolitas de colores que se encendían y apagaban cuando el sol se escondía.
¿Para qué habría plantado papá un “Arbolito de Navidad”?
¡Si pensaba tenerlo desnudo! Mejor lo hubiese regalado…
¡Qué desperdicio!
Un día, cuando tenía ocho años, se animó a preguntarle a mamá.
Es que ellos eran de Tradición Judía- mamá le explicó entonces.
Silvia transitó así: cada diciembre de su infancia aceptando que los Arbolitos de Navidad eran propiedad de los Cristianos.
Cada vez que veía a través de un ventanal ó en un jardín uno de ellos…supo que allí moraba una familia Cristiana.
…
Ese diciembre, Silvia, mamá y papá fueron al cumpleaños de Ruben, hijo de una amiga de mamá. Eran una familia con gran apego a las Tradiciones Judías. Observaban todas las festividades.
Silvia apenas conocía algunas gracias a los abuelos.
Y algo ocurrió en ese diciembre del 62´ de festejo y visita.
Antes de pulsar el timbre; Silvia inclinó su cuello hacia atrás. Un techo de terciopelo azabache se estiraba por encima de su cabeza y seguía de largo, sereno, bordado de estrellas de guiños cómplices.
La abuela de Ruben abrió la puerta lateral de la casa.
Un candelabro precioso, de brazos curvados al cielo, fulguraba ocho velas finitas de colores, ardiendo sus llamas intensas.
Silvia nunca lo había visto- allí sobre ese aparador de roble- siempre cargado de adornos diminutos, infinitos, agotadores.
Estaba apoyado casi sobre el borde del mueble, luciendo esos contornos elegantes a través del ventanal que daba a la calle.
Sus notas de LUZ se ondulaban cómplices al pentagrama de estrellas y azabache.
Era el Candelabro de JANUCA. ¿Qué era “Januca”?
La abuela de Ruben le dijo que era La Fiesta de las Luces.
Entonces Silvia notó que ese candelabro tenía la misma forma que el Arbolito de Navidad de casa de sus amigas; que titilaban sus luces y bolitas de colores…cada noche.
Las hormiguitas desaparecieron del pecho de niña de Silvia.
Le pidió a mamá que al año siguiente hubiese en casa un Candelabro de Januca con sus velas de colores…Llama y Tradición.
Lo compartiría con sus amiguitas; como ellas lo habían hecho, con sus Arbolitos de Navidad.
No importa el lugar desde dónde se enciendan las Luces.
Lo que importa es que se haga, desde esa llama única e inagotable… ¡La llama del corazón! ©®
Por la única e inagotable LUZ: ¡La del Corazón! estas letras. Por el
recuerdo de esa niña que fui un día… la dulce nostalgia fulgura ¡Amén!
Feliz Januca amor paz en sus hogares felicidad y alegria
Leer esta Columna que se publicó por tercera vez, hace cinco años, me emociona. Haberla guardado para publicar en un libro… ¡nada mala idea!
©® Mirta S. Kweksilber, “de lápiz para pintar sueños”©®
Escritora.
Diciembre 21, 2022