Queridos amigos,
Queridos rab Leo Levy, jazán Ari Litwak, David Wulfowitz, Jaime Schmidt, Silvia Szclar,
Queridos todos
Es un privilegio para mí dirigirme a ustedes en Bet El, una comunidad que siempre he sentido cercana y propia, porque respeto y admiro su apertura, su visión liberal de mundo, la equidad que promueven entre hombres y mujeres, su talento para crear una kehilá moderna a partir del encuentro con México. Porque sus rabinos, jazanim y directivos han sido mis amigos, personas que alientan a abrazar el judaísmo con orgullo y que tienen clara su misión: la integración generosa a México, el amor sin cortapisas a Israel.
Este inmueble con proyecto de Enrique Norten, y con el arte de Moisés Cohen, es una belleza, una obra inspiradora para la comunidad, un legado artístico para México.
Querido Moisés:
Te agradezco la invitación para estar hoy nuevamente aquí celebrando tu enorme talento artístico con el que te has reinventado una y otra vez, dando madurez a tu lenguaje, a tu propuesta, a tu mirada que hoy te distingue como la voz de un artista consagrado.
Me constan tu veta creativa, tus luchas, tu trayectoria. Tu capacidad de mirar el todo y las partes. Tu obsesión con el detalle. Las propuestas con las que has ido evolucionando desde aquellos tiempos de chavo cuando quisiste ser pianista, ya luego el paso por Jessy Franz, donde creabas preciosos vestidos de niña eligiendolas telas y los cortes correctos, y, finalmente tu decisión de explorar técnicas y materiales de manera obsesiva, siguiendo tu corazón y tu pulsión de continuar con la musicalidad de los trazos y convertirte en artista plástico, inspirado por grandes maestros como Bacon, Picasso, Jackson Pollock, Lucien Freud, Rembrandt, Caravaggio, Van Gogh…
Te has convertido en uno de los artistas judíos más relevantes en nuestro México. No es casual que casi todos los espacios que se han construido en la comunidad judía de México en los últimos 25 años tengan obras pictóricas, vitrales y esculturas tuyos.
Tu Moisés con su zarza y el árbol escultórico de 16 metros de altura en el templo Shaare Tefila Abude Attie.
En el Centro Maguén David, las 18 columnas de metal, soldados de metal, un proyecto magnánimo y ambicioso que creaste para garantizar la educación de los jóvenes judíos mexicanos. Ahí mismo, la pintura del Muro de los Lamentos. Y, salpicadas en las paredes de todo el recinto, la obra de Maimónides que creaste en 2004 para el 21 Festival de Centro Histórico. Esas letras cursivas con las que Rambam escribía y que muy pronto hiciste tuyas explorando el poder de la letras hebreas, la palabra como tu lenguaje distintivo, la palabra bailarina y transformadora con la que irías creando una narrativa personal que sigue evolucionando con trazos alegres y juguetones, con una estética perfecta que plasmas en esculturas oxidadas que hoy engalanan espacios públicos de México, como tu emblemática banca en Paseo de la Reforma que dialoga con la luz, los paseantes y el entorno.
Para la nueva Yeshiva Keter Torá de Tecamachalco creaste el mural principal y un destacado vitral que alude al monoteísmo de nuestro pueblo.
En la sinagoga Raíces en Interlomas, otro vitral grande con una frase del Birkat Hakoanim y dos columnas como puertas de luz.
En el CDIJUM, en piedra: un Alef y una Taf, un principio, una continuidad.
Y ahora para este nuevo Bet El, tres espacios poéticos y bien formulados a partir de la lectura de los textos.
Esta cascada en vidrio del midrash que contiene el Aharón Hakodesh, a mis espaldas, hace alusión a Devarim, a la lluvia como doctrina que destila de la palabra fértil y productiva, de la palabra generosa que enriquece al pueblo de Israel espiritual y moralmente. La palabra que bendice, la palabra que agradece.
La menorá, símbolo de iluminación espiritual, es un recordatorio del amor al conocimiento y el compromiso de ser luz entre las naciones. Luz de moralidad y ética. Luz para saber juzgar con empatía y prudencia. Luz para discernir. Luz que es tradición, identidad y esperanza.
El Ner Tamid, la luz eterna, es guía espiritual para recordar la conexión continua de nuestro pueblo con Dios y con quienes nos precedieron. Somos eslabones de una misma cadena que prometemos la continuidad de nuestra fe y de nuestra identidad, aún en momentos difíciles como los actuales. Esta danza de luz debe inspirarnos a seguir manteniendo la esperanza con el mañana.
Aquí afuera, tenemos el Leilui Nishmat para recordar quienes somos, porqué estamos aquí. Moisés Cohen tomó las letras del Leilui Nishmat para crear una flama, símbolo del alma que se eleva hacia Dios y cobija a quienes se quedan. Un apunte para la memoria, la persistencia, la continuidad. Para no olvidar el pasado. Para asumir la responsabilidad de seguir honrando a quienes se fueron y nos dieron vida.
Letras, las suyas, espirituales. Letras que reverberan en palabras. Letras que bailan, se abrazan y se separan. Letras ordenadas y claras que son historia y fluyen en la plasticidad de los tiempos. Letras líquidas que giran sobre su eje. Letras que emprenden periplos para regresar a sí mismas. Son letras símbolo, son palabras elongadas que dan armonía y equilibrio. Son historia milenaria, también modernidad. Son cursivo antiguo y líneas en movimiento. Son luz, ese deseo de que sigan brillando en el tiempo y en el espacio.
Durante casi 75 años creíamos haber dejado atrás los tiempos negros de tantísima maldad cuando una tercera parte de nuestro pueblo fue exterminado. El Izkor para recordar a los 6 millones de judíos que fueron asesinados en el Holocausto era un imperativo en este sitio, pero creíamos que aquello era parte del pasado. A partir del 7 de octubre y del terrible antisemitismo que nos aqueja, hoy tenemos nuevos temores y recelos, nuevas responsabilidades como individuos para conocer los hechos y hacer hasbará.
Las seis columnas verticales del Izkor creadas por Cohen, truncadas en su ascenso, tenían la intención de reflejar los destinos abruptamente interrumpidos de seis millones de almas, pero hoy también pueden ser un homenaje a los sueños truncados de más de 1250 jóvenes judíos que fueron asesinados el 7 de octubre. Una agonía que ha traumatizado a una generación entera. Son todas ellas pilar de recuerdo de nuestros hermanos que se fueron sin epitafio. Recordar, siempre recordar como tributo, como búsqueda, como consuelo, como eco y esperanza ante el misterio de la vida. Am Israel jai —el reflejo anterior de estas columnas— es promesa y canto, es resistencia y sentido de futuro.
Queridos miembros de Bet El:
Es un lujo que esta obra rigurosa, forjada de creatividad y detalles —la obra de Moisés Cohen Cohen: Moisés como el de las Tablas, doblemente Cohen como los cohanim, los sacerdotes con un estatus especial en el judaísmo—, sea la que bendiga y embellezca esta institución. Los felicito por haber elegido a Cohen, un artista talentoso que no es ashkenazí, para recordar que somos una única comunidad. Una: en el duelo, en la fe y en la esperanza en el mañana. Una, que pueda proseguir haciendo historia en este México tan nuestro.
Termino recordando a los secuestrados. Erigiendo a Dios nuestro ferviente deseo para que los secuestrados vuelvan a casa hoy. Que esta guerra termine. Que el odio ya no permee. Que la verdad se sostenga. Que podamos vivir en paz. Am Israel Jai.
MUCHAS GRACIAS
LEILUI NISHMAT / לעילוי נשמת
Elevación o enaltecimiento del alma.
La ama, símbolo del alma que se eleva, desafía la oscuridad con su brillo inextinguible. Su luz puede ser utilizada como una metáfora poderosa de luz que perdura y puede encender una y otra vez tantas otras sin perder nada de su brillo.
Esta llama de acero está compuesta por las letras de estas dos palabras: Lamed [ל], Ayin [ע], Yod [י], Lamed [ל], Vav [ו], Yod [י] y Nun [נ], Shin [ש], Mem [מ] Tav [ת].
El vitral ámbar intenta evocar la calidez de la luz de lo Divino, abrazando la nostalgia del recuerdo y la esperanza del encuentro en la eternidad.
Deseamos que la luz de nuestros antepasados, unida a la luz divina, siga brillando por siempre en un abrazo que trascienda el tiempo y el espacio
MEMORIAL DE LA SHOAH
Seis columnas verticales, truncadas en su ascenso, re ejan los destinos abruptamente interrumpidos de seis millones de almas. Cada una, como un pilar de recuerdo, sostiene la carga de la historia de vidas perdidas y sueños rotos.
YIZKOR es el recuerdo que trasciende las palabras y la razón.
Y en el reflejo anterior de estas columnas, la leyenda que proclama AM ISRAEL JAI, recordatorio del eterno espíritu de nuestro pueblo, así como la promesa del Creador de que el pueblo judío vivirá por siempre. Es un canto de vida, de resistencia y de esperanza
En la última estación, antes de que la gente deje los audífonos y entren al Shul diario, puedan tener algo de esta interpretación.
El arte del Aarón Hakodesh, es una metáfora de:
LLUVIA ESPIRITUAL / יערוף כמטר לקחי
Devarim 32:2
Versículo en el cual se menciona la lluvia y el rocío en un contexto poético y metafórico. El libro de Devarim es un discurso de Moisés dirigido al pueblo de Israel antes de entrar en la Tierra Prometida. «Caerá como lluvia mi doctrina, destilará como rocío mi palabra; como llovizna sobre el pasto y como gotas sobre la hierba».
Así como la lluvia y el rocío hacen que la tierra sea fértil, productiva, y pueda haber vida, la enseñanza de Dios tiene el propósito de nutrir y enriquecer al pueblo de Israel espiritual y moralmente, como una fuente de bendición y nutrición. Es algo que debemos recibir con humildad y gratitud
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