Palabras en cascada || Polvo cubierto de bisutería

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Tras la sonrisa publicada para lucir
la lágrima estancada en el alma amenaza caer hacia adentro
Sufrir en silencio está de moda
y los likes cubren de chulitos las verdades que callas

Publicas la vida que deseas tener
mientras ocultas tu verdadero rostro
La realidad no te gana adeptos
Somos el espejo que refleja la mentira
en la que nos hemos convertido

Nuestros hijos crecen
viendo sonrisas sobrepuestas
sobre miradas ausentes


Detrás de todo el brillo y el encanto estamos desnudos
Apenas somos polvo cubierto de bisutería

Estos días vi en mis redes una imagen terrible que me hizo pequeñito el corazón y me encogió el alma. Dos padres jóvenes abrazados a su hijo de 12 años tendido en una cama de hospital, muerto, inerte, amarillo…

Dos padres desconsolados ante la muerte de su niño más pequeño, de apenas 12 años, un chiquito hermoso que se había quitado la vida. Lo hizo por causa del bullyng y del acoso que recibía en su ambiente escolar.

Lo hizo pues no hubo nadie que lo protegiera. Nadie que pusiera fin a las agresiones que sufría día a día en una institución que debía educarlo para la vida, pero que terminó por indicarle que el único camino que existía para él era la muerte. La vida le dolía demasiado.

Sé perfectamente lo que se siente cuando la vida te duele demasiado. Entiendo lo que es pensar en la muerte como única alternativa ante el sufrimiento, la rabia y la indignación. Yo también me he sentido desolada, humillada, desconsolada, sola…

He estado en los zapatos del niño que cree que la única alternativa que tiene es la de quitarse la vida ante el acoso que recibe a diario. Sé perfectamente lo que se siente al ser señalado por ser diferente, lo que se siente cuando te ponen nombres que no te gustan y que te hacen palidecer de la vergüenza. Lo que se siente cuando te humillan en público porque alguien decidió que era superior a ti.

No hay forma de describir lo que te pasa adentro cuando los demás te empujan, te hacen zancadillas para que te caigas y se ríen de ti en público pues, según ellos, no llegas a sus estándares. De adolescente permanecí por horas llorando frente al espejo pidiéndole a Dios que me hiciera un poquito más bonita, un poco más sabia o un poco más lista para poder encajar, para que me dejaran de señalar, de calificar, de ponerme adjetivos que me herían. Pasé días enteros rezando para que no me despreciaran más en público, para que empezaran a verme y tratarte como a un ser humano o simplemente para poder ser del todo invisible.

También he estado en los zapatos de los padres que no saben qué hacer para ayudar a una hija que sufre terriblemente a causa de burlas, humillaciones, rumores, mentiras, señalamientos injustos y de un acoso generalizado de parte de sus compañeros de colegio, compañeros que de un día al otro decidieron que ella ya no pertenecía a su grupo por razones que todavía no entiendo.

Acompañé a mi hija mientras lloraba océanos de lágrimas a causa del desconsuelo, la indignación y la rabia. La escuché decir que no tenía ganas de seguir luchando un día más. Juntas tuvimos que tragarnos el dolor, la humillación, la rabia, y el rencor más profundo… a pesar de que ambas sentimos que moríamos mientras buscábamos la manera más adecuada de superar la situación que afectó a toda la familia de una forma que solo podrán entender quien ha pasado por algo similar.

A pesar de que denunciamos la situación en varias oportunidades y por las vías adecuadas, a pesar de que pedimos ayuda en los departamentos pertinentes; jamás obtuvimos la protección, la seguridad y el apoyo que necesitaba mi hija para sentirse bien dentro de la institución escolar en la que estudiaba. De la manera más amarga y terrible terminamos aprendiendo que el sistema se protege a sí mismo, que defiende a los acosadores y al mismo tiempo que señala a la víctima del acoso por haberse “ganado” de alguna manera el desprecio, la burla y la humillación de sus compañeros. El sistema condena a la víctima por no ser lo suficientemente fuerte para soportar “la dureza” de la vida, mientras educa a niños y jóvenes para ser indiferentes ante el sufrimiento del otro, e incluso a celebrarlo, festejarlo y normalizarlo.

Las víctimas del bullyng y del acoso están solas en el ambiente educativo y también dentro de la sociedad, solo cuentan con su familia más cercana a la hora de buscar protección y seguridad.

La mayoría de las personas que hemos superado una situación tan traumática de una manera “positiva” y “exitosa”, luego tratamos de esconder el tema, de callarlo, enmascararlo y pasar a otros asuntos lo más rápidamente posible.

Como si al dejar de hablar sobre lo ocurrido, las heridas pudieran sanarse solas, el pasado quedara enterrado y los traumas superados. Desafortunadamente, no es así. El dolor no desaparece, las heridas no se cierran y el pasado no se supera por el mero hecho de ignorarlo.

Es realmente una pena que debamos esperar que algo terrible, y devastador suceda para pensar en los males de esta sociedad y en las consecuencias que producen para quienes los padecen. También es una pena que la mayoría de las personas olvidará en pocos días esa terrible imagen de los dos padres llorando sobre el cadáver de su hijo de 12 años que se había suicidado a causa del acoso que sufría en su colegio. Estos no son temas agradables, no son temas con los que nos sentimos cómodos, no son temas sobre los que queremos ahondar lo suficiente.

El poema que les comparto en esta columna retrata mis intentos por simular que todo estaba perfecto mientras, por dentro, vivía un verdadero infierno en el suelo terrestre. Habla de la vida que hubiera preferido tener mientras ponía maquillaje al dolor que atravesaba con el propósito de no parecer frágil, débil, vulnerable y humana.

Sus versos hablan de nuestros intentos, como familia, por aparentar que todo estaba bien cuando, en realidad, todo estaba mal. Ocultamos nuestras miserias, nuestros sufrimientos, nuestras penas con tal de parecer “normales”, con tal de seguir participando en el carnaval de mentiras en el que nos hemos sumergido casi sin darnos cuenta. Al final, a nadie le interesa realmente lo que te pasa a ti y a los tuyos, y la verdad es que muy pocos están dispuestos a hacer esfuerzos por ayudar al otro, así que es mejor callar.

Me guste o no, yo también participo en este baile de máscaras, en este terrible espectáculo televisivo en el que hemos convertido nuestras vidas. Al parecer, hemos basado nuestra existencia en los aplausos de gente que realmente no nos importa, en sonrisas falsas, en comentarios y likes en las redes sociales, en la forma en la que nos vestimos, adornamos y maquillamos frente al espejo.

Muchos llegan a creerse las mentiras que inventan para los demás… llegan a creer que son realmente la construcción externa que disimula y oculta su verdadero rostro… piensan que parecer es más importante que ser…

Este poema nos retrata a todos los que hacemos parte de esta sociedad de mentirosos. No importa si pertenezcamos al grupo de los que sufren en silencio, al grupo de los que hacen sufrir a los demás o al grupo de los que no hacen nada frente al atropello, la humillación y el acoso (es decir, los cómplices).

La verdad es que no somos los que aparentamos, no somos aquello que queremos mostrar públicamente, no somos lo que enseñamos en redes y plataformas sociales… pues, aunque siempre estemos disfrazados con brillo y encanto… En realidad, lo que sí somos es agua y polvo cósmico. Es decir, apenas somos polvo cubierto de bisutería.

Gracias por leerme, gracias por dejarme entrar…

¡Nos vemos en dos semanas!

Acerca de Raquel Markus

Periodista - Escritora – Poeta – Esposa – Mamá. Autora de varios libros publicados. Editora de libros, revistas, boletines electrónicos y otras publicaciones. Productora de contenido para redes sociales Productora y conductora de podcasts. Graduada de Comunicación Social mención Periodismo Impreso con Diplomado en Comunicación Digital y Post grado en Dirección de Instituciones Comunitarias. Ganadora de la modalidad de poesía del Certamen Internacional “Notas Migratorias César Vallejo 2021”. Organizado por la Fundación Universidad Hispana. Ha sido elegida ganadora y finalista en diversos concursos literarios y poéticos en América Latina y España, a los que se ha presentado a lo largo de su carrera como escritora. Datos de contacto: E-Mail: [email protected] Instagram: @escritora.creativa Facebook: Raquel Markus Twitter: @raquelisheva

2 comentarios en «Palabras en cascada || Polvo cubierto de bisutería»
  1. Valiente y Genuina Denuncia querida Raqui, bravo! Y reflejando tu musa!, que TU VOZ se escuche, que toque tantas Almas sufridas por sucesos similares y muchas veces por el silencio… de muchos y por el propio, al no haber sabido enfrentar y superarlo en su momento…dejando huellas, a veces amargas, frustraciones, temores y tantas emociones más acumuladas, muchas veces adormecidas en lo más profundo, al no resolverlas en su momento.
    BH que sirva de inspiración a tantos Seres de todas las edades que han pasado por procesos de acoso o bullying, similares o diferentes en su niñez o adolescencia, cuando aún no disponían de todas las herramientas necesarias para entender, enfrentar, defender-se y mucho menos de la Madurez y Seguridad en su propia identidad aún en formación, sin duda vivencias que marcan juventud y posiblemente toda la Vida.
    Unidos también en pedir CAMBIOS en la estructura y dinámica de Colegios y grupos familiares para enfrentarlo. Son DERECHOS HUMANOS!

    Responder
    • Es correcto, son derechos humanos!
      Sin embargo, en esta sociedad de mentiras en las que nos hemos inmerso, casi sin darnos cuenta, parece que algunos son más “humanos” que otros, por lo que algunos creen que tienen más “derechos” que otros.
      Es cuestión de a qué grupo perteneces, cómo te vistes, con quiénes andas, y un largo etcétera que se basa más en el qué tienes que en el que eres, que se basa más en qué aparentas que en lo que llevas dentro del alma.
      Algún día nos cansaremos de participar en este carnaval, espero que así sea por el bien de las generaciones que nos seguirán en este mundo confuso y confundido!
      Gracias por tus palabras de apoyo!

      Responder

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