Palos porque bogas

…Y si no bogas: palos.

Esto parecería una condición sine qua non en la forma en la que muchos partidos que están en la oposición centran su carácter de opositores.

Nos referimos en general a lo que sucede en muchos países democráticos. Cuando un grupo político está –momentáneamente- en la oposición, prefiere dar prioridad en resaltar los defectos de quien gobierna, poner trabas en todo lo que el gobierno de turno quiera hacer.

Uruguay no es una excepción. Vemos solamente palos contra el gobierno actual, en lugar de ver proyectos sustitutivos que consideren mejores.

Pero en realidad lo más preocupante hoy en día es que suceda esto en países donde esta –a nuestro criterio equivocada- forma de actuar pone en peligro la seguridad y hasta la existencia del país todo.

Es lo que sucede hoy en el Estado de Israel.

Por un lado tenemos una espléndida noticia: gracias a la mediación norteamericana, porque oficialmente Israel y Líbano están en guerra y no existen relaciones diplomáticas, se está por firmar un acuerdo para definir las fronteras marítimas entre ambos países, un tema pendiente hace años, y que últimamente se había vuelto más que importante al haberse detectado yacimientos de gas bajo el Mar Mediterráneo.

Las fronteras terrestres no están definidas pero existe una “zona azul” aceptada provisoriamente, que fue definida por la ONU y donde debe vigilar el ejército de cascos azules de dicho organismo.

Por las noticias extraoficiales -por ahora- que circulan, ambas partes estarían de acuerdo en la línea demarcatoria, y de esa forma quedaría dentro de Israel un yacimiento de gas submarino (Karish) que ya está probado y que comenzaría rápidamente a ser explotado, y del lado libanés quedaría otro yacimiento todavía no trabajado (Qana) pero que seguramente daría solución a la actual crisis económica que sufre el Líbano, causada por problemas políticos internos y especialmente por la intervención de los intereses iraníes representados por el ejército terrorista de Hezbollah.

Tomando en cuenta las declaraciones de los ministros israelíes Lapid y Gantz (primer ministro y ministro de Defensa), con lo pactado Israel no pierde en lo económico ni en la defensa, ya que se trata de una frontera con un país en guerra.

Tampoco pierde Líbano, pues si no fuera así no firmaría el acuerdo.

Los logros son claros y sumamente importantes:

– Quedan definidas las fronteras marítimas de común acuerdo, por lo cual se elimina un tema de fricción o directamente bélico y de seguridad.

– Ambos países aumentarían sensiblemente sus ingresos económicos, mejorando la situación israelí y sacando de la crisis al Líbano.

– Parte del gas que se extraiga de esos puntos podrá satisfacer las necesidades de los respectivos países y además habrá un sobrante que podrá abastecer a otros países, especialmente a los europeos, solucionando en parte el problema surgido por la guerra entre Rusia y Ucrania.

– Las poblaciones israelí y libanesa quedarían más predispuestas a volver a las viejas épocas de buena vecindad, que fueron truncadas primero por Yasser Arafat y la O.L.P. y luego por el jeque Nasrallah y su ejército de Hezbollah. No olvidemos que antes de las respectivas guerras contra la O.L.P. y el Hezbollah, miles de libaneses cruzaban diariamente la frontera porque tenían trabajo fijo en Israel, especialmente en las granjas del Norte de Israel.

Pero aquí aparecen los “palos porque bogas”.

Del lado libanés, Hezbollah ya intentó algo enviando drones a Karish, que fueron derribados por Israel. El jeque Nasrallah amenazó a Israel que si comenzaba a explotar el yacimiento de Karish, el Hezbollah comenzaría una fuerte guerra contra Israel. Pero ahora parecería que las aguas se aquietaron de esa parte, porque si realmente Nasrallah impide la firma del convenio, quedará más que claro que sus intereses no son los de los libaneses sino los políticos imperialistas de Irán, en desmedro de los países donde impone sus garras.

Del lado israelí debemos lamentar la ceguera de la oposición política. Por simples ambiciones de ganar las próximas elecciones, tanto Netanyahu como otros dirigentes de la oposición, están intentando bombardear este convenio, que sería el mayor logro del actual gobierno (de transición) encabezado por Yair Lapid.

Esta ceguera está poniendo en peligro la posibilidad de que en el Norte, Israel pueda tener un poco de tranquilidad, y una posible paz en un futuro. La ambición personal de Netanyahu lo llevó ya a declarar que si él gana las elecciones desconocerá el eventual convenio con Líbano. Nada más peligroso que poner este argumento en manos de Nasrallah, que puede utilizarlo para lograr que los gobernantes libaneses no firmen.

En toda la historia de Israel, ante grandes peligros y posibilidades de conflictos armados, siempre hubo unión de todos los partidos políticos. Es lógico cuando desde su existencia Israel siempre estuvo ante el peligro de su existencia misma.

El señor Benjamín Netanyahu y quienes lo acompañan quedarán para la historia como los únicos culpables de las consecuencias negativas de este tema.