Para explorar la calidad educativa

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En países en vías de desarrollo como México se ha puesto mucho empeño en alcanzar cobertura universal en educación elemental (primaria y secundaria), y es quizá debido a las energías dedicadas a estos esfuerzos que se descuidó la calidad. Esta es una de las razones por las que hoy se (re)abre el tema de la calidad de la educación en la agenda pública. Es decir, no se trata sólo de cobertura, sino también de calidad. De poco sirve que todos los niños vayan a escuelas durante cinco horas si en realidad no están aprendiendo lo que deberían.

El tema ahora es contestar la pregunta de cómo aprendemos mejor. Necesitamos definir objetivos y luego debemos conocer cuál es el mejor sistema y las mejores condiciones no sólo para enseñar, sino para aprender. De esta manera, podremos conocer qué tipo de maestros, infraestructura, motivaciones, y hasta familias necesitamos.

Quizá lo primero que se nos viene a la mente cuando pensamos en mejorar el sistema educativo es en cambiarlo. Intuimos que nuestro sistema no funciona. Tenemos toda clase de críticas para él. En especial, la más recurrente es que no nos enseña a pensar. Nos llenan la cabeza con paquetes de conocimiento a memorizar sin reflexionar mucho en su contenido. Otra crítica es que este sistema (el que tenemos) no es para todos; es decir, que poco importan las habilidades diferentes de los niños (como deporte o arte). Lo que se premia es, en general, obtener buenas notas, lo cual se logra más memorizando que entendiendo.


Muchos creemos que se necesita cambiar la manera en la que se enseña, pero la verdad es que no está muy claro cuál es la vía que debemos seguir. Quizá debemos seguir en la misma línea de enseñar conocimientos y sólo cambiar el método en que se enseñan. Podríamos también enseñar a aprender y enseñar a los niños, más que matemáticas a pensar como matemáticos, más que hechos históricos, a pensar como historiadores, o más que enseñar a escribir, formar autores. Otra alternativa puede ser también enseñar a descubrir el por qué de las cosas; es decir, despertar nuestro espíritu investigativo, enseñar a experimentar, a fallar y formular hipótesis. Una opción más es detectar y potenciar aquellas habilidades que el niño disfruta más y es más capaz y fomentar así la creatividad. Otra posibilidad es una combinación entre las anteriores (que no son las únicas).

Enseñar a aprender suena romántico: qué mejor que saber por qué las cosas son como son, pero no nos ceguemos por el romanticismo de la idea. Cuando somos niños puede ser que sea mejor primero aprender a sumar y restar mecánicamente que comprender completamente por qué funciona de esa manera. Quizá sea mejor enseñar a los niños mucha ortografía y gramática y pedirles ensayos estándar antes de pedirles que escriban sus pensamientos más profundos. La intuición de esto es que ¿cómo entenderemos la suma si no la dominamos?, ¿cómo podremos ser poéticos si somos incapaces de expresarnos claramente de manera estándar? o ¿cómo entenderemos la historia si no conocemos los hechos históricos? Los defensores de estas posturas argumentan que el dominio de la técnica se deberá reforzar en casa, pero ¿es realista que esto suceda? Estoy seguro que hay niños que funcionan bien de esta manera, pero no estoy seguro de que este sistema sea el que funcione mejor para la mayoría.

Enseñar un espíritu investigativo es una alternativa sin lugar a dudas llamativa; después de todo, se trata de (re)descubrir o reinventar el conocimiento. De lo que no estoy muy seguro es de la velocidad con la cual se aprende por este medio. El conocimiento que la humanidad ha generado en su historia difícilmente lo vamos a comprender en una vida. Por supuesto, el punto no es ese, sino aprender a investigar, fomentar la curiosidad y aprender a formular conclusiones, lo cual es sin duda un buen método, pero no estoy seguro que para escuela primaria.

Una combinación entre todas las opciones suena excelente, pero el miedo en este caso es, como dice el dicho, “El que mucho abarca, poco aprieta”. Por supuesto que la vida no es a blanco y negro y probablemente lo mejor sea encontrar un delicado equilibrio. La verdad es que aún hace falta mucha investigación al respecto en México. Si creemos que con esta reforma educativa los problemas se solucionarán, no es por crispar sueños, pero todavía falta mucho. Sin duda alguna, esta reforma ayudará a mejorar la educación, pero lo más importante es que sentará las bases para poder plantear los problemas que debemos resolver. Si no planteamos los problemas no podremos solucionarlos.

Debemos también empezar a buscar respuestas donde no es obvio. No se trata sólo de ver calificaciones, debemos explorar otros terrenos, porque quizá el sistema no esté mal (que no creo que sea el caso) y tenga que ver más con otros factores como pobreza, nutrición, obesidad, horas de ocio, vida familiar, integración, motivación, etcétera. Hace unos meses en un artículo titulado The Writing Revolution (La Revolución de la Escritura) en la revista The Atlantic se muestra cómo uno de los problemas de una escuela de una zona marginada de Nueva York era las escasas capacidades de lenguaje de sus alumnos; luego de dar intensivamente cursos de escritura, el desempeño de sus alumnos mejoró notablemente en todas las materias. Este es un ejemplo de mejora en la calidad que no requirió de despido de maestros o rediseñar los libros de texto.

Es hora de que psicólogos, pedagogos, neurocientíficos, sociólogos, economistas y demás investigadores exploren el mapa de la calidad educativa en México. La calidad de la educación es un elemento fundamental de las sociedades, sin la cual no podremos crecer en ningún sentido, es momento de investigarla.

Acerca de Andrés Roemer

Bienvenidos a este espacio donde pretendo compartir con ustedes: Interrogantes, críticas, dudas, inquisiciones, propuestas, miedos, esperanzas, ideas. En suma: Letras. Letras grandes y pequeñas. Pensadas y espontáneas. Letras desdibujadas, otras reiteradas, ciertas ya publicadas con antelación y probablemente una que otra inédita. Al final de cuentas, letras para ser desdobladas por aquel lector amable y generoso que sea provocado por las mismas.Agradezco a Silvia Cherem e Isaac Ajzen por invitarme a ser parte de Foro Judío.Acerca de Andrés RoemerEl doctor Andrés Roemer es autor de más de 18 libros de diversos temas, como: felicidad, arte, sexualidad, amor, agua, futbol, derecho, economía, crimen y psicología evolutiva, entre otros. Ha sido merecedor de varios premios incluyendo el Don K. Price Award por distinción académica en la Escuela de Gobierno John F. Kennedy de la Universidad de Harvard y las becas Fulbright, Harvard, Ford, ITAM, SEP y Conacyt; recientemente la Fundación de Microsoft, ha establecido el "Premio Andrés Roemer para el Desarrollo de Derecho y Economía por Distinción en el Servicio a la Comunidad Académica". Ha creado más de 1,000 programas de televisión; actualmente, es el fundador y presidente del Think Tank "Poder Cívico A.C."; asimismo, es el curador del festival internacional La Ciudad de las Ideas.

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