Baba Tile tenía olor a quijalaj y leicaj:
Siempre fueron su especialidad los postres.
Baba Berta tenía olor a pimentón, laurel y limones:
Siempre fueron su especialidad los platillos “salados”.
Sus casas habían absorbido esos olores que yo les reconocía en la piel, en la ropa y en sus besos amorosos.
Cada una de mis Babas tenía su propio olor.
Mamá y papá no tenían otro olor, que el del jabón que flotaba a su paso, después que se bañaban.
Aunque estuviera oscuro, yo las podía oler, entrando en mi cuarto a hurtadillas, a la hora de la siesta, para verme dormir.
Es que a veces yo estaba despierta, cuando eso pasaba.
A mí me gustaba ese olor de Babas, construido de espátulas y cucharones; asaderas y budineras.
El tiempo me regaló olor de Baba.
Tal parece que el mío tiene olor a Babel:
Cucharas de picardía goteando chocolate para bigotes de risa, danzas de sudor compartido y tabaco incesante: regado de fragancias intensas para esconderle; que hacen fruncir la nariz de mis nietas.
El tiempo y la memoria transformaron el olor de mis Babas: En perfume.
Tal vez el tiempo y la memoria, transforme mi olor a Babel… En perfume también.
Còmo siempre maravillosa, especialmente tierno, no hay como el perfume a BABA !!!