Paz en “24 horas”

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Ningún programa informativo de televisión en el mundo ha celebrado una década de vida como “24 Horas” de Televisa, México.

Al rendir homenaje a Octavio Paz por el centenario de su nacimiento debemos agregar a los méritos del más prestigiado y brillante de los escritores mexicanos su acceso a la televisión, el ultra moderno instrumento creado por la técnica, puesto por él al servicio de la inteligencia. Tuve el honor de incluirlo una vez por semana en sección especial de 24 Horas presentada por Octavio durante largo tiempo: una serie de colaboraciones de duración variable con temas escogidos por él mismo. Cuando se reconoce la genialidad del escritor, ensayista y poeta es insoslayable agradecerle su aportación a elevar el nivel intelectual mediante la herramienta electrónica y esa batalla en defensa del idioma que se libra cada vez que alguien lo habla con pulcritud y elegancia.

Paz, enfrentado a posturas de otros intelectuales que menospreciaban a la televisión, entró a “24 Horas” gracias a la trayectoria del programa que, al margen del periodismo informativo, su razón de ser, ofrecía mensajes culturales al difundir obras literarias recientes y entrevistas a escritores, publicidad de ferias de libros y conferencias de divulgación cultural, todo ello en forma gratuita.


Acontecimiento sin precedentes ni comparación posible, el décimo aniversario de “24 Horas” fue celebrado con una fiesta nombrada “Salamanca 80”, consistente en 3 días de trabajos en la Universidad que fue cuna del idioma, en aulas tan cargadas de historia como las de Francisco de Vittoria, La Columna, Fray Luis de León, donde aprendimos de Miguel de Unamuno que “la sangre del espíritu es mi lengua y mi Patria es allí donde suene soberano mi verbo”, con la presencia de Rómulo O’Farriill y Miguel Alemán Velasco, presidentes de Televisa y un grupo de los más distinguidos catedráticos, periodistas, filólogos, académicos y escritores de la época: Pedro Amat, Rector Magnífico inauguró oficialmente el encuentro; Juan Rulfo, Hugo Latorre Cabal, Dámaso Alonso, Juan José Arreola, Fernando Lázaro Carreter, Luis María Ansón, Jesús Hermida, Silvio Zavala, Andrés Henestrosa, José Luis Martínez, Francisco Monterde, Miguel Delibes, Torcuato Luca de Tena, Álvaro Mutis, Francisco Umbral y otros.

El lunes 8 de septiembre de 1980, primer día de los trabajos, en el lugar donde aún resuena el eco del “Deciamos ayer” con el que Fray Luis de León reanudó su cátedra después de cinco años en los calabozos de la Inquisición, fui ponente del tema “El idioma español como vínculo de unión”, en que participó Camilo José Cela y moderó Víctor García de la Concha, catedrático de la universidad salmantina, que años después dirigiría con clara visión y enorme talento la Real Academia Española, actual Director del Instituto Cervantes y con quien en ese encuentro establecí una sólida amistad.

Hoy, transcurridos 34 años, evocó esos tres días en ocasión del centenario de Octavio Paz, cuya presencia en la televisión mexicana, la televisión en español cuya grandeza procuramos conservar y aumentar en Salamanca, fue muestra de la eficacia de los medios de comunicación puestos al cuidado de los valores permanentes de la humanidad.

Aspectos de mi ponencia conservan su frescura: “Idioma y satélites… mágica expansión de nuestras posibilidades culturales… ¿En busca de una identidad?… Tal vez sería mejor decir en busca de una comunión en la diversidad…los sueños de un mundo mejor desconocen pasaportes… la técnica ha desprovisto de barreras al idioma… a los grupos dispersos hispano parlantes… los de los Estados Unidos y Canadá… los sefarditas del Medio Oriente… un sueño compartido de unidad, el que hoy nos permite reunirnos en esta Salamanca ‘Que hechiza la voluntad de volver a ella, a todos los que la paz de su vivienda han gustado’, como pasó a Tomás Rodaja antes de sentirse hombre de vidrio y como nos pasa, estoy seguro, a todos nosotros”.

El recuerdo de Salamanca 80 puede impulsar proyectos similares, esfuerzos para poner cada vez más las ventajas de la investigación tecnológica al servicio del conocimiento. La asignatura pendiente de la televisión en español es acudir en ayuda de millones de analfabetas en español, mayorías susceptibles de ser rescatadas de la ignorancia mediante un procedimiento merecedor de ser puesto a prueba: usar mejor la televisión. Sería excelente manera de rendirle homenaje a Octavio Paz, quien se merece todos y que, seguramente, disfrutará más de un proyecto de educación mediante la electrónica que del aroma de las ofrendas sobre su fama.

24 Horas, Salamanca, Octavio Paz, capítulos de una historia donde germinan las moralejas.

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