La persona que en Rosh Hashaná sólo reza por sí mismo, y sólo por sus propias necesidades, se parece a los perros que sólo dicen: dame, dame.
Dedicarse a dar por lo demás.
Nos cuenta el Tanaj, que Elishá era un hombre muy santo y justo.
Uno de esos días, Elishá iba caminando por la ciudad de Shunam y ahí había una mujer grande (Ishá Guedolá), es decir, una mujer importante.
Esta mujer le preparó comida y bebida a Elishá y con el tiempo, la mujer se dio cuenta que Elishá era una persona muy santa y muy especial, así que le construyó un lugar para dormir en las ocasiones que Elishá pase por ahí, y así mismo le brindó una cama, una mesa, sillas, etc.
Uno de esos días que Elishá pasó por ahí, se durmió en el lugar que le preparó esta mujer. Al despertarse, Elishá le llamó a Guejazí (su empleado) para que le llame a esta mujer.
Le dijo Elishá a su empleado que le diga a la mujer, que por tanto que los ha atendido con tanto gusto y de buena manera, Elishá estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por ella, incluso Elishá estaba dispuesto a hablar con el rey y con el jefe del ejército para pedirles algo para ella.
Pero la mujer sólo dijo: “Yo habito en medio de mi pueblo”; es decir, la mujer sólo se dedicaba a ayudar a la gente y no quería nada de nadie.
Vamos a entender: Esta mujer no tenía hijos; y era su oportunidad para que ella le pida una Berajá a Elishá; pero no lo hizo.
Dijo Rab Elyashib Z´l, que ese día era Rosh Hashaná y cuando Elishá dijo que le podía pedir cualquier cosa al rey, se refería al rey del mundo, a Hashem; pero la mujer no pensaba más que en ayudar a la gente y en cómo ayudar a todo hombre que pase por su ciudad.
Así debemos comportarnos en Rosh Hashaná. Pedir por todo nuestro alrededor. Pedir por esa persona que le falta salud, a ese que no ha podido casarse, a ese que tiene problemas de dinero, etc.
Saludos.
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