El pasado 29 de diciembre murió Pedro Ojeda Paullada hombre público por excelencia integrante de la generación del Medio Siglo siendo compañero de Mario Moya Palencia, Miguel Alemán y Porfirio Muñoz Ledo, entre otros destacados abogados. A lo largo de su vida actuó en política, en la función pública y en la academia ocupando varias posiciones importantes dentro del Gobierno Federal, del PRI, de organismos internacionales y en diversas organizaciones nacionales.
Lo conocí cuando apenas había sido designado Secretario del Trabajo y Previsión Social en el Gobierno de José López Portillo. Yo estaba concluyendo mi función como Secretaria Técnica de la Comisión Nacional de Salarios Mínimos.
Acudí a ver al Lic. Ojeda con el propósito de avisarle que me retiraba de la Comisión al haber terminado el gobierno de Luis Echeverría. Yo no lo conocía y me lo encontré con la sonrisa afable que lo caracterizaba diciéndome: Haber amiga usted sabe mucho de empleo y quiero invitarla a que se haga cargo de la Dirección General del Servicio de Empleo; en ese momento entró a su oficina una persona y sin esperar mi respuesta de inmediato me presentó con ella como la nueva directora del Servicio. De este modo, sin posibilidad de decir que no o que me lo dejara pensar, pasé a integrarme al equipo del Lic. Ojeda durante seis años en calidad de Directora General del Empleo.
Fue para mí una extraordinaria oportunidad porque el tema del empleo ha sido uno de mis intereses profesionales. Siempre he sostenido que el vínculo entre lo económico y lo social en economías de mercado pasa por el empleo y los ingresos de las personas. El Lic. Ojeda me brindaba la oportunidad de desarrollar una institucionalidad desde el gobierno que se ocupara del tema pues lo que existía hasta el momento eran solo una bolsa de trabajo y un proyecto con expertos de Naciones Unidas que estaba promoviendo algunas investigaciones sobre el trabajo en el servicio doméstico y empezando a explorar el tema de la informalidad.
Corría el año de 1976 y el país enfrentaba una fuerte crisis, el traslado de población del campo a las ciudades se había acelerado. El Lic. Ojeda entendía la importancia de hacerle al Presidente una propuesta de un Programa Nacional de Empleo, pero también comprendía como buen político, que no podía hacerlo sino hasta que saliera el Programa Nacional de Desarrollo cuya formulación estaba a cargo de Miguel de la Madrid como Secretario de Programación y Presupuesto con quien trabajaban Carlos Salinas de Gortari. Fue así que el primer y único Programa Nacional de Empleo que se ha hecho en el país hasta la fecha se presentó en el año de 1979 como resultado de los trabajos de una Comisión Intersecretarial del Empleo en la que participaban casi todos los secretarios del gabinete, presidía Don Pedro y nosotros actuábamos como secretaría técnica. Recuerdo claramente como el Lic. Ojeda nos alentaba a hacer pedagogía sobre el tema con los altos funcionarios públicos pues ninguno de ellos sabía cómo podía hacerse una política de desarrollo con los objetivos de ampliar las oportunidades de empleo y mejorar los ingresos de la población.
En nuestro enfoque proponíamos hacer uso de muchas herramientas de política del Estado para promover la creación de empleos como son la política de gasto y de inversión pública o la eliminación de los impuestos a la nómina y las cuotas del seguro social calculadas con base al salario de los trabajadores, que encarecían el trabajo y recaían injustamente sobre aquellos empleadores que generaban ocupación. Considerábamos que el problema era de naturaleza estructural y no solo de ajuste entre la oferta y demanda de trabajo.
Sin embargo, ya para entonces empezaban a ocupar posiciones en el gobierno mexicano jóvenes con posgrados en Estados Unidos, donde Milton Fridman, el padre del neoliberalismo y sus seguidores habían logrado tomar las escuelas de economía y desalojar a los economistas keynesianos. Estos nuevos funcionarios privilegiaban en cambio los instrumentos monetarios y financieros y el equilibrio de las finanzas públicas.
El Lic. Ojeda apoyaba, escuchaba, proponía y nos dejaba trabajar con enorme libertad y con una visión amplia de lo que significa la administración pública. Así, impulsó una estrecha colaboración con la Oficina Internacional del Trabajo (OIT) y sus organismos regionales y llegó a presidir la Cuarta Conferencia de la OIT en Ginebra. Esto nos permitió entrar en contacto con el Programa Regional del Empleo en América Latina (PREALC) y llevar a cabo un interesante trabajo de colaboración regional sobre planeación del empleo, así como investigaciones pioneras en torno al sector informal de la economía. En México se hizo entre 1975 y 1976, el primer levantamiento en el mundo de una encuesta amplia sobre informalidad, un tema tan en boga en la actualidad.
Pedro Ojeda tenía una gran capacidad para formar equipos de trabajo pues siempre fue respetuoso y muy atento con sus colaboradores, pero además integró a varias mujeres muy comprometidas y trabajadoras en puestos de su total confianza como fueron Gloría Brasdefer, actual Oficial Mayor de la Secretaría de Energía y la Embajadora Aída González, dos ejemplares funcionarias públicas. Como responsable de organizar y presidir la Primera Conferencia Internacional de la Mujer que tuvo lugar en México en 1975, cuando era Procurador de la República Pedro Ojeda Paullada supo valorar e impulsar la integración de mujeres a puestos de decisión.
Descanse en paz.
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