Peña Nieto y la marihuana

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“Yo personalmente estoy en contra de la legalización de la marihuana. Sería abrir la puerta a una gran intrusión de drogas que sería muy perjudicial para la población”, dijo el presidente Enrique Peña Nieto a la agencia informativa Bloomberg la semana pasada en Nueva York.

Su declaración categórica me alegró, enemigo declarado como soy de la despenalización, cultivo, comercialización y consumo de la cannabis.

Hace un año, 25 de septiembre de 2013, un grupo de mexicanos más o menos notables se gastó buena lana en media plana de periódicos caros: “Los firmantes, ciudadanos preocupados… piden la plena despenalización del consumo de marihuana… estas son nuestras razones”, y antes de darse las tres se aventaron seis tan profundas que el Pensador de Rodin quedó a la altura de un méndigo monigote.


Les dediqué un “Bucareli” (30 de sept. 2013) titulado sutilmente “¿De cuál fumaron?”, cuya respuesta aún espero. Como la de otra pregunta, frase final de mi inútil trabajo: “¿Alguno de la lista se dejaría sacar una muela por un dentista marihuano?” Al observar la palabra marihuano subrayada como error en mi computadora, consulto el diccionario de la RAE y descubro que no existe. Marihuanero es quien fuma marihuana con frecuencia, pero no hay marihuano en el tumbaburros. Obvio: algunos académicos modestos prefieren permanecer incógnitos y distantes. Cuando legalicen la yerba (antes de hacerla obligatoria) la primera ventaja, tal vez la única, será el ingreso de compatriotas, hoy ninguneados, a la corrección gramatical.

“El hemisferio occidental necesita un amplio debate sobre la legalidad de la marihuana. Estoy de acuerdo en que debemos tener un gran debate acerca de la política de esta área, ya sea para tolerar, legalizar o simplemente tomar una decisión hemisférica”, dijo el presidente Peña Nieto en dicha entrevista.

En otra casi simultánea al periódico El País, el presidente matiza: “Tampoco podemos seguir en esta vía de inconsistencia entre la legalización que se ha dado en algunos países, sobre todo en el mercado del consumidor más importante que es Estados Unidos y en México sigamos criminalizando la producción de marihuana”.

El País saca sus propias conclusiones de la explicación presidencial: “EPN seguiría la ruta de EU respecto a flexibilizar leyes sobre uso de drogas… el mandatario mexicano podría estar abierto a seguir el camino trazado por Washington y Colorado de flexibilizar las leyes sobre drogas”. Y aquí asoma un factor no mencionado: “La presión política para tomar una postura más liberal frente a la marihuana ha crecido en México desde que Washington y Colorado decidieron legalizar la posesión y venta de la droga en 2012, mientras otros gobiernos de los Estados Unidos planean votar iniciativas similares pronto”.

“El presidente dijo, además, que aunque no ha querido abordar frontalmente el tema de la legalización, lo tendrá que hacer. Los comentarios de Peña ofrecen aliento a los partidarios del cambio en México, donde las encuestas han demostrado durante años que una mayoría de la población se opone a la legalización total de la marihuana, pero una publicada el mes pasado por un centro de estudios sociales de la Cámara de Diputados mostró que un 73 por ciento de los mexicanos apoya la legalización de la marihuana para fines medicinales. En 2009 México aprobó la posesión legal de hasta 5 gramos de marihuana… los defensores de la reforma dicen que se necesita más para reducir la criminalidad”, afirma el periódico español.

En el año transcurrido desde la publicación de la media plana los marihuanófilos (otro vocablo nuevo; apúntelo usted señor escribano) han ganado terreno. Ya no hablamos de un sí o no. La legalización parece cosa de tiempo.

Antes de terminar su estancia en Nueva York el presidente Peña Nieto habló de la lucha contra el narcotráfico: “Creo que el tema de los cárteles es algo trasnacional y debemos hacer un frente común con los países con los que compartimos información, con los que colaboramos. Es algo que está ocurriendo ya con los miembros de la Alianza del Pacífico (Colombia, Chile y Perú), con los países centroamericanos, particularmente con quienes hacemos frontera”.

Aseguró que su gobierno ha actuado con eficiencia contra el crimen organizado y que 88 de los 122 jefes mafiosos han sido arrestados o abatidos durante su administración, que dichos delitos tienden a disminuir y aun así concluyó: “…No se pueden echar las campanas al vuelo”.

No, no se pueden, porque con la marihuana controlada Monipodio tendrá necesidad de abrir nuevas facultades en el patio de su prestigiada academia.

Algunas instituciones nunca mueren.

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