Pensadores y pensamientos, La leyenda de Salomón

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La suerte de los grandes hombres es ser tenidos por locos por algunos y por sabios por otros. La gloria es ser elegido por la humanidad para ser amado u odiado. La realidad histórica es que unos mil años antes de Jesús, reinó en una pequeña acrópolis, un soberano inteligente que libre de preocupaciones nacionales, pero desconocedor de la verdadera vocación de su raza, puede decirse que no fue superior en moralidad a los monarcas orientales.

Si el destino de Israel hubiera sido encaminado hacia la riqueza, el comercio, la industria y la vida profana, Salomón habría sido un fundador. Dio en efecto, vida material harto brillante a una nación que antes no había tenido existencia mundana pero en su tiempo, este Rey atacó la base moral de Israel.


Frente a un gran esplendor exterior, se amontonaban inequidades. Mientras en Jerusalém había gran lujo, millares de hombres gemían en las canteras de Judá, en los bosques del Libano y en las galeras del mar de Omán para dar a algunos privilegiados habitaciones cómodas y abastecer los bazares de juguetes del harén.

No cabe duda que el reinado de este elegido fue una pesada carga para sus vasallos. Fue un gran dilapidador, sin una industria ni comercio que solvente a dicha corte. A fines de su reinado tuvo que ceder al Rey Hiram de Tiro, su aliado, veinte poblaciones de Galilea para pagar maderas y obreros suministrados en su momento por el próspero reino vecino.

Pero siempre es un rol ingrato para un soberano haber trabajado al revés de la historia. De tribus todavía patriarcales quiso sacar sin transición una cultura semejante a la de Sidón y Tiro. En el estado de civilización de entonces y sobre todo, con las disposiciones morales del pueblo israelita, este alarde de lujo y capricho excitó una terrible reacción. La memoria de Salomón fue odiosa para la mayoría de las tribus de Israel. Su harén fue objeto de burlas. El reinado de Salomón debe considerarse un error en la historia de Israel.

El hombre, para consolarse de su destino, necesita imaginarse en lo pasado edades brillantes, a modo de fuegos artificiales que no duraron, pero que tuvieron encantadores reflejos. A pesar de los anatemas de los profetas y los agravios de las tribus del Norte, Salomón dejó en una parte de su pueblo una admiración expresada, dos o tres siglos después, por la historia semi legendaria que figura en el Libro de los Reyes.

Las desdichas de la nación, no hacen más que excitar sus sueños de un ideal perdido. Salomón vino a ser el eje de la leyenda judía. Para el anónimo autor del Eclesiastés, escrito cien años antes de Jesús, era el más rico y poderoso de los hombres.

Una amplia floración de mitos se produjo en torno suyo. Mahoma bebió de él. Luego, sobre las alas del Islam, entre bandadas de fábulas de mil colores, extendió por el mundo entero el nombre mágico de Suleiman.

Renán nació en Tréguier en 1823 y falleció en París en 1892. Recibió las órdenes menores, pero en 1845 renunció al sacerdocio. En 1847 obtuvo el premio Volney por su Ensayo histórico y teórico sobre las lenguas semíticas. La revolución de 1848 le produjo una gran impresión, fruto de la cual es el Porvenir de la ciencia (1890). En 1860 se trasladó a Siria en misión arqueológica y, al año siguiente, regresó a Francia con el manuscrito de la Vida de Jesús, primer volumen de la Historia de los orígenes del cristianismo (7 volúmenes, 1863-1881), en la que ofrece una lectura del Nuevo Testamento expurgada de toda referencia a lo sobrenatural y una visión de Jesús como «un hombre incomparable» que suscitó protestas. En 1883 fue nombrado administrador del Colegio de Francia. Otras obras notables son Averroes y el averroísmo(1852), Ensayos de moral y de crítica (1859),Cuestiones contemporáneas (1868), Recuerdos de infancia y de juventud (1883) -obra en que figura su célebre Oración sobre la Acrópolis- e Historia del pueblo de Israel (5 volúmenes, 1887-1893).

Fuente: Historia del Pueblo de Israel, Tomo I, páginas 452 a 464, Editorial Americana, Buenos Aires, 1947.

Acerca de David Malowany

Nací en Montevideo en 1967. Egresé de la Universidad de la República en 1992 con el título de Doctor en Derecho y Ciencias Sociales.Soy docente universitario en la cátedra de derecho comercial en la Universidad Católica y en la Universidad de la República, en las carreras de contador público y administración de empresas.Desde el 2008 soy columnista de Mensuario Identidad.

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