Pentecostés, la raíz de la ley israelí

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Esta semana el pueblo judío celebra la fiesta de Pentecostés o Shavuot, fecha en la cual, según la tradición, el pueblo de Israel recibió la Torá o Pentateuco de manos de Dios, en el desierto del Sinaí.

La Torá es, antes que nada, un código legal que fija normas jurídicas y éticas para el pueblo de Israel y para la humanidad. La ley judía es parte importante de la sabiduría de Israel y de su doctrina transmitida a través de todas sus generaciones, y se distingue por la riqueza de sus fuentes, su diversidad, su pensamiento agudo, brevedad y claridad de estilo.

Debido a la falta de una soberanía nacional del pueblo judío durante casi 2000 años, al establecerse el Estado de Israel, éste no contaba con una tradición propia sobre la cual su ordenamiento político y su poder judicial pudieran fijar los principios constitucionales básicos del país. Para evitar un vacío, el sistema legal se construyó como un mosaico jurídico compuesto por leyes que ya existían desde el mandato británico, con parte de las leyes otomanas y, ciertamente, con el patrimonio cultural de la ley judía antigua.


La visión del pueblo y su credo aparece en la Declaración de la Independencia (15 de mayo de 1948): “El Estado de Israel… estará basado en los principios de libertad, justicia y paz… asegurará la completa igualdad de derechos políticos y sociales a todos sus habitantes sin diferencia de credo, raza o sexo y garantizará la libertad de culto, conciencia, idioma, educación y cultura”.

Así comenzó a actuar el Poder Judicial de Israel, transformándose en uno de los pilares más importantes de la democracia israelí. Las sentencias de los tribunales israelíes se distinguen por su visión, por la profundidad de las disertaciones y por la riqueza de las comparaciones. Además, están influenciadas por la tradición del derecho constitucional británico, que también enriqueció el pensamiento legal israelí.

La transparencia, imparcialidad e independencia de los dictámenes, así como la voluntad de la Suprema Corte para involucrarse en todos los aspectos de la sociedad israelí, le han merecido un lugar central y el prestigio del cual goza no sólo en Israel sino a nivel internacional.

Quisiera subrayar el rol central de la Corte en la defensa de los derechos civiles y humanos como el “refugio más seguro y objetivo” de los ciudadanos, llamado en la sociedad israelí “el principio de Bussaglio”. Este principio establece que la ley no distingue entre clases sociales y condición económica y de poder (Bussaglio es un nombre común y simboliza a cualquier ciudadano). Dicho principio se reflejó en los últimos años en los procesos judiciales de dos ex ministros de Estado quienes están encarcelados hoy en día por actos de corrupción, así como en el proceso en contra del ex presidente Katsav por acoso sexual.

Consecuentemente, los palestinos, gobernados por la Autoridad Palestina, pueden apelar a la Suprema Corte en caso de sospecha en violaciones de sus derechos humanos por autoridades israelíes.

En los últimos años la Suprema Corte ha jugado un papel importante también en la lucha contra el terrorismo. Existe un alto consenso en torno a la necesidad de combatir al terrorismo de modo efectivo, pero sigue habiendo mucha controversia alrededor de cómo dirigir de la mejor manera esta lucha. El dilema es encontrar el balance correcto entre seguridad pública e interés común, por un lado, y la necesidad de resguardar derechos humanos y libertades básicas, por el otro.

En la última década, la Suprema Corte ha publicado una serie de dictámenes que demuestran la aplicación práctica de este concepto. El balance entre los valores y principios conflictivos no es constante, sino que difiere de caso en caso y de asunto en asunto.

Naturalmente la Corte no puede resolver el problema del terrorismo, sino asegurar la legalidad y la constitucionalidad de la guerra en contra de éste. Debe garantizar que el combate esté conducido dentro del marco de la ley. Esta es su contribución al esfuerzo de la democracia por sobrevivir.

* Artículo publicado en la columna “Ideas mediterráneas” en Excelsior el 9 de junio, 2011.
Rodica Radian-Gordon es Embajadora del Estado de Israel en México.

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