Moshinsky, impulsor de la ciencia

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Marcos Moshinsky fue obrero en Nueva York antes de ser uno de los físicos teóricos más importantes del siglo en México y en el mundo. Afectado por una enfermedad, a los 18 años sentía que posiblemente moriría muy pronto. Hoy cumple 80 de vida y se acerca a los 60 como académico y científico de la Universidad Nacional Autónoma de México. Moshinsky narra que nació en Kiev, Ucrania, en una familia de clase media que padeció las matanzas de judíos de la Rusia zarista, la Primera Guerra Mundial y la Revolución comunista de 1917.

Emigra con sus padres en 1924, primero a Inglaterra, donde aprende el idioma inglés, y después a Tel Aviv, en Israel, donde aprende el hebreo.
En entrevista en su cubículo del Instituto de Física de la UNAM, Moshinsky cuenta que la situación económica de la familia no mejoró en esos países. Un tío suyo ya vivía en México como obrero de una fábrica de tejidos y les ofreció empleo.

“Pero fue un viaje azaroso. Hubo un incendio en el barco que nos traía a México que arruinó las pocas pertenencias que mi familia llevaba en canastos, porque no teníamos dinero para baúles. También una esquirla se incrustó en un dedo de mi padre y se infectó, por lo que le fue amputado al pasar por Francia.”


En 1927 entran a México por el puerto de Veracruz. Años más tarde, Moshinsky es inscrito en una escuela pública, pero a pesar de dominar el ruso, el hebreo y el inglés, todos sus compañeros hablaban español. Por el shock que le produjo esta situación dice que en el primer día de clase: “Me subí a un árbol y allí espere a que mis padres me recogieran”.

En un examen de tercer año de secundaria Moshinsky fue el único que sacó 10 en Matemáticas. Su maestro, cuenta, se percató de su interés en las matemáticas, por lo que lo impulsó hasta su llegada a la preparatoria, con el camino casi asegurado para estudiar alguna ingeniería. Antes de entrar a la Facultad de Química de la UNAM, Moshinsky enferma. No sabe de qué, pero piensa que morirá joven, pues ni cardiólogos como Ignacio Chávez, pudieron descifrar el mal que lo afectó y le impidió continuar sus estudios.

Es en 1938 cuando decide irse a trabajar a Nueva York como obrero. Pero hasta allá le llegan noticias del nacimiento de la Facultad de Ciencias de la UNAM. Viene y simultáneamente llevó las carreras de físico y matemático. “Esto me aseguraba que iba a tener salarios miserables, pero como pensaba que iba a morir pronto, no me importó”.

El Instituto de Física fue fundado en 1938, recuerda Moshinsky, “con un solo cuarto, cinco investigadores y por computadora tenía máquinas mecánicas que sólo podían hacer las cuatro operaciones básicas, una pequeña biblioteca y secretarias, Era toda la física que había en México”. Y continúa: “Yo entré en 1942 a ese instituto, me pagaban 150 pesos al mes, que comparado con lo que hoy son 150 pesos en aquella época era mucho dinero. Después de eso hemos visto crecer este instituto de Física, ahora hay el Instituto de Ciencias Nucleares, el Instituto de Investigaciones en Materiales, el Instituto de Astronomía, el Instituto de Matemáticas en la UNAM. Después se crea el Cinvestav en el IPN, la UAM tiene departamento de Física, hay un Centro de Ciencias Físicas de la UNAM en Morelos y destaca también la física en Aguascalientes y en Baja California”.

Moshinsky se introdujo en el estudio de la radiación cósmica, bajo la batuta del doctor Manuel Sandoval Vallarta y más tarde participó en las aportaciones a la matemática pura que incluía un esquema de gravitación en un espacio tiempo plano, con George Birkhof, físico estadounidense. Luego, continúa Moshinsky, fue a Estados Unidos, a la Universidad de Princeton, para realizar estudios de posgrado y es donde comienza su carrera como uno de los principales científicos de la física teórica, cuyos avances sirvieron para el área de la física aplicada, y que lograron que la física en México hablara de “tú a tú” con la que se hace en otros países del mundo.

“Yo quería que México pudiera, lo más pronto posible, incorporarse con máximo vigor al desarrollo de la ciencia y de sus aplicaciones. El proceso fue lento y todavía estamos muy lejos de realizar totalmente nuestro potencial en la investigación científica. Hoy, la Sociedad Mexicana de Física tiene unos mil miembros, mientras que la Sociedad Americana de Física tiene 50 mil”.

Hoy investigador titular en el Instituto de Física de la UNAM y maestro emérito de la misma, dirigió desde 1960 hasta 1984 el Instituto Nacional de Energía Nuclear y es miembro de El Colegio Nacional desde 1972. Fue fundador también de la Escuela Latinoamericana de Física. En la entrevista, Moshinsky no puede dejar de hablar de su alma mater: la UNAM, de la cual conoce los últimos 64 años como estudiante, académico e investigador. Dice que la mejor época de la máxima casa de estudios del país fue de 1953 a 1966, desde la llegada al campus de Ciudad Universitaria hasta la caída del rector Ignacio Chávez.

“A partir de la renuncia del rector Chávez en la Universidad se acentuó la politización que tanto la ha afectado, como lo fue la huelga de 10 meses del Consejo General de Huelga. En los años 70 el presidente Luis Echeverría quiere quedar bien y abre a las instituciones a las masas, lo que también afectó a la UNAM”.

Por eso, ahora dice que la Universidad puede transformarse por la vía del Congreso Universitario, pero alerta sobre la intervención de alumnos que sólo tienen intereses políticos. “Todos deben participar, pero tienen que ser estudiantes que hayan demostrado calidad académica”.

Hoy, el principal sostén de la física teórica en México será homenajeado en el auditorio Alfonso Caso de Ciudad Universitaria.

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