Pesaj como paradigma de vida plena para todos

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Los judíos tenemos un pasado revolucionario.

No me refiero a los pensadores y activistas del siglo XIX y XX que soñaron y trabajaron para transformar el mundo en diversos movimientos políticos y sociales, dentro y fuera del judaísmo, con mejores o peores resultados. Me refiero a nuestros orígenes fundacionales cuando bajo el liderazgo de Moisés, y la inspiración divina, rompimos el paradigma de la esclavitud.

En las palabras de M. Lerner “la historia judía comienza con una rebelión de esclavos y el éxito de esa rebelión modela nuestra memoria histórica y nuestra sensibilidad religiosa”


El recuerdo de la esclavitud de Egipto nos acompaña en cada celebración religiosa recordándonos nuestros orígenes y nuestras responsabilidades, nuestro pasado y nuestro futuro.

Esta festividad es una de las festividades religiosas más antiguas en occidente, ya que se celebra en forma ininterrumpida desde hace más de 3000 años. ¿En qué consiste Pesaj? ¿Cuál es su contenido y mensaje?

Según la Biblia hebrea, el pueblo de Israel fue esclavizado en Egipto durante muchas generaciones, hasta que, por la intervención divina, Moisés, criado en el palacio real como príncipe, inicia un proceso de liberación que culminará con la salida de Egipto.

¿Por qué Moshe fue educado en el palacio egipcio?

Pues quien tiene mentalidad de esclavo no puede liderar la liberación. Moisés fue criado como un hombre libre, pero al mismo tiempo tenía consciencia de ser parte de un pueblo oprimido. En lugar de elegir la comodidad de su estatus como príncipe y ser insensible ante el sufrimiento de los esclavos, Moisés se identifica con sus hermanos y en un acto espontáneo contra la injusticia, defiende a un esclavo y debe huir de Egipto, abandonando su bienestar.

Posteriormente, en una narrativa épica que nos relata el libro del Éxodo, luego de diez plagas que doblegaron la voluntad del faraón, y el milagroso cruce del Iam Suf, el mar de los juncos, el pueblo hebreo puede partir rumbo a la Tierra Prometida.

Interesantemente, la violencia necesaria para permitir la liberación de los esclavos viene de parte de Ds, y de esa forma se rompen los yugos de la injusticia, sin necesidad de violencia humana.

El Éxodo se convirtió en el judaísmo en el modelo de salvación y liberación divina por excelencia. No se trata solo de un cambio individual o espiritual.

Se trata de un modelo de liberación divina de una comunidad entera, en la que

  • lo político (el cuestionamiento y la lucha contra un estado autoritario),
  • lo social (esclavos que pasan a ser personas libres),
  • lo terrenal (un cambio concreto aquí y ahora),
  • y lo religioso (poder servir libremente a un Dios que exige justica, rectitud y entrega)

se entrecruzan, generando un nuevo paradigma de liberación humana, que habría de inspirar a numerosos movimientos sociales y políticos del mundo entero desde la Edad Media hasta la Teología de Liberación Latinoamericana del siglo XX.

En el capítulo 12 del libro del Éxodo vemos como se instaura la Pascua hebrea, es decir la ceremonia de seleccionar e inmolar un cordero que será comido en una solemne comida familiar junto a panes ázimos (Matzot) y hierbas amargas (Maror).

La sangre del animal sacrificado era utilizada para marcar las jambas y dinteles de las casa para evitar la plaga de la muerte de los primogénitos.

¿Acaso Ds no sabía distinguir quién era quién?

Como dicen algunos comentaristas, el acto de identificarse, de realizar una acción, era un pre requisito para la salvación. Ds espera que el ser humano cumpla su parte.

En la antigüedad era casi imposible para un grupo esclavizado soñar con un mañana diferente. Tal vez algún individuo lo lograría, pero pensar que el grupo como tal, dejaría ese camino de degradación y trabajo compulsivo, era algo virtualmente imposible.

Israel fue el primer pueblo que pudo liberarse de la mentalidad de esclavos en un proceso impulsado por un Dios liberador que sacudió el yugo de la opresión y destruyó al imperio de la arrogancia, para que dejase salir a Su pueblo de Miztraim, literalmente la “estrechez o la angustia” que lo aprisionaba.

Nosotros sabemos que el futuro puede ser diferente del presente, porque descendemos de un grupo de esclavos que supieron “que la respuesta adecuada a la casa de la servidumbre de Egipto era la ira y la esperanza, y mas no la resignación” como lo dice el politólogo Michael Walzer

Este cambio de auto precepción, esta transformación de la mentalidad de esclavos a la de personas maduras que asumen su destino, no fue un proceso fácil ni lineal. Pero al asumirlo los judíos hemos adoptado un profundo amor por la libertad para desarrollarnos, tanto individualmente como colectivamente, como un pueblo global, hermanado en su fe.

Pesaj es mucho más que Matzá, Maror y Jametz. Mucho más que la bella recitación del Seder o la abstención de comer Jametz. Pesaj nos impulsa a aspirar a la vida plena para nosotros y para todos los seres humanos de buena voluntad que habitan el planeta. No nos olvidemos de que el Seder comienza reconociendo la más antigua y la más moderna de las esclavitudes: el hambre y la pobreza.

En Pesaj comprendemos la dinámica de la liberación, que el pueblo de Israel introdujo para toda la humanidad como fuente de inspiración de numerosos movimientos de liberación, y que fuera descrita magistralmente por Erich Fromm:

“El sufrimiento provoca la rebelión; la rebelión provoca la emancipación de la esclavitud; la emancipación de puede conducir eventualmente a la emancipación para una vida nueva sin idolatría”.

Pesaj nos recuerda que debemos ser sabios en nuestras decisiones personales y colectivas, pues muchas veces buscando seguridad y tranquilidad, desarrollamos  vínculos  que terminan destruyendo nuestra propia libertad.

El Seder nos obliga a repensarnos como individuos, familias y comunidades, dialogando con honestidad sobre nuestras narrativas fundacionales.

Nadie puede excusarse de cumplir con la obligación de relatar esta narración fundamental, sin importar su erudición o su religiosidad. Porque las memorias personales, familiares y comunitarias  deben construirse en forma activa y artesanal mediante acciones concretas que movilicen emocional e intelectualmente a personas concretas.

En el judaísmo no hay anonimato ni transmisión virtual. Todo acto  tiene su peculiaridad y su sentido en la trama de relaciones en las que nos movemos. No se trata simplemente de procesar información, sino de comprender significados y asumirlos como propios.

Esta epopeya de la liberación se erige como un desafío a la superficialidad, la desintegración del lenguaje y la pérdida de la subjetividad personal. Pesaj nos interpela sobre nuestra condición de esclavos existenciales, sometidos a adiciones, sometimientos y tiranías externas o internas, que nos aplastan y nos quitan nuestra dignidad.

Pesaj nos impulsa a luchar para que todos los seres humanos gocen de los derechos humanos fundamentales. No podemos permanecer indiferentes.

El Seder es una verdadera pedagogía de la liberación, que ha sabido perdurar en el tiempo, por que como judíos seguimos teniendo qué narrar y qué compartir con nuestras familias.

A.J. Heschel decía que el drama del ser humano contemporáneo no radica en su incapacidad o limitaciones, sino en el hecho de que se ha transformado en un mensajero que ha olvidado su mensaje.

Pesaj nos impulsa a recuperar nuestro mensaje de libertad y dignidad para todos los seres humanos.

¡Que este año podamos apropiarnos de algunas de las desafiantes enseñanzas de Pesaj!

¡Jag  Sameaj!

 

Si deseas conocer más sobre la Universidad Hebraica de México, visita: www.uhebraica.edu.mx

 

*Decano del Departamento de Estudios Judaicos, Universidad Hebraica de México

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