Pesaj: Las 10 plagas

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MISIÓN DIFÍCIL, PERO NO “IMPOSIBLE”

La etapa de la historia judía que más nos marcó para todo el futuro, fue la época en la cual fuimos esclavizados en Egipto.

Todos los años rememoramos la salida de Egipto con una celebración – Pesaj – colmada de leyes que la transforma en un hito fundamental en el calendario hebreo.


Si tantas veces nos recuerda la Torá que no olvidemos nuestra pasada condición de esclavos, es para que esta marca no se borre de nuestra memoria y que, por siempre, seamos sensibles al dolor ajeno y a las injusticias que surgen a partir del adueñarse los unos de las vidas de los demás y del aprovechamiento del más débil a manos de los más poderosos (Irmiahu 34:13).

De los 210 años que nuestros abuelos vivieron en Egipto, los primeros 71 Iosef vivía y era Virrey del país (si bien D”s vaticinó a Avraham que el exilio duraría 400 años, este cómputo comienza mucho antes – a partir del nacimiento de Itzjak).
Los hermanos le sobrevivieron aproximadamente dos décadas, luego de lo cual la situación de los hebreos fue empeorando paulatinamente. Cuando nació Miriam, hermana mayor de Moshé, la persecución llegó al máximo, y así prosiguió por más de ochenta años.

En aquellas circunstancias había crecido Moshé en el palacio del Faraón.
Al haber sido calumniado, Moshé debió escapar a Midián, para huir del Faraón, que lo quería matar. En Midián encontró refugio y contrajo matrimonio con Tzipora, la hija del sacerdote de Midián, Itró, de la que tuvo dos hijos.
Moshé cuidaba el rebaño de Itró y llegó con las ovejas hasta el Monte Jorev. Allí es donde D”s se le apareció en forma de una zarza (arbusto) ardiente.

COMIENZA SU MISIÓN
¿Por qué precisamente en aquel momento?
“Y aconteció que en el lapso de aquellos muchos días murió el rey de Egipto; y los hijos de Israel gimieron debido a la servidumbre extrema y clamaron; y su clamor subió hasta D”s desde la servidumbre” (Shmot 2:23)

El R.Sh.R. Hirsch sz”l explica que mientras vivía el rey de Egipto, los judíos estaban esperanzados que con su muerte se anularían los terribles decretos. Sin embargo, cuando murió y los decretos no caducaron, se percataron que no habría otra salvación sin la intervención Di-vina.

Moshé se detuvo para observar el extrañísimo cuadro: la zarza no se consumía.
¿Qué significaba la zarza?

El hecho que D”s se presente a Moshé en forma de arbusto, demuestra, no solamente Su humildad, sino también que está Presente con nosotros en nuestro sufrimiento – aunque parezca estar oculto, y no podamos sentir Su protección.

Y que el arbusto que vio Moshé ardiera incesantemente (y no se consuma), simboliza que la Torá arde siempre y no permite que el pueblo pierda su identidad a pesar de circunstancias difíciles como las que atravesaron en Egipto (R. Sh.R. Hirsch sz”l).

D”s encomendó a Moshé presentarse al pueblo de Israel y anunciar la próxima redención. También lo comisionó para exigir al Faraón el permiso para su salida.
Moshé tenía varias dudas acerca de la tarea que se le asignaba.
¿Era él, moralmente el indicado? ¿no sería su tartamudeo un impedimento para convencer al Faraón?
¿Y cómo lo tomaría su hermano – mayor – Aharón?
¿Tenían los hebreos los méritos necesarios para ser redimidos?

Después que D”s insistiera a Moshé durante siete días que él era la persona adecuada para enfrentar al Faraón y pedir la salida de los hebreos, le dio señales que él habría de mostrar delante del pueblo, si es que ellos dudaran de la veracidad de su mensaje. Moshé efectivamente creía que la gente sospecharía que él se había auto-nominado.

Primero D”s ordenó a Moshé arrojar su bastón al piso. El bastón se convirtió en una serpiente. Luego le mandó recogerla, y se volvió nuevamente bastón en su mano.
La serpiente, ya desde época de Adam, simboliza a quien recela e injuria, y en este contexto fue un reclamo a Moshé por haber dudado de la fe del pueblo.

Seguidamente, la segunda señal consistió en introducir la mano en su falda, provocando así que esta se volviera leprosa. Al volverla a aquel sitio y sacarla, la mano retornó a su estado sano inicial.
Según los Sabios, el castigo de aquel que habla maledicencia es la lepra. D”s le estaba reclamando a Moshé: “¡¿Por qué sospechas de Mis hijos (los hebreos)?!”

Luego D”s le indicó que, ya en Egipto, recogiera agua del Río Nilo, y al echarla al suelo, ésta se convertiría en sangre.

Moshé se despidió de Itró encaminándose a cumplir su mandato. Y realmente, una vez que Moshé habló al pueblo, éste de inmediato le creyó, agradeciendo que finalmente sería redimido.
Consecutivamente, Moshé debía dirigirse al Faraón con la orden de D”s solicitando permita al pueblo ausentarse durante tres días para servirLe con ceremonias religiosas.
Moshé debía ir escoltado por los setenta líderes del pueblo. Sin embargo, al acercarse al palacio, los dirigentes se atemorizaron. Temían al soberbio y cruel Faraón. Solo Moshé y su hermano Aharón tuvieron la osadía de entrar y presentarse ante el trono del rey.

FRENTE AL FARAÓN
Sin embargo, el Faraón se burló de lo que oía y enfurecido rehusó el pedido de Moshé. No solamente se negó, sino que también ordenó a los capataces dejar de proveer a los hebreos los materiales necesarios para cumplir con las tareas. La cuota de trabajo – que ya era difícil de cumplir – debía mantenerse completa, pero desde ese momento ellos deberían conseguirse su propia materia prima para la construcción.

Los subalternos de los capataces egipcios eran encargados hebreos que debían dirigir y hacer cumplimentar los cupos de sus hermanos. Puesto que sus subordinados no podían cumplir con su trabajo, los encargados hebreos – que se negaban a hacer sufrir aun más a sus correligionarios – sufrían ellos mismos los golpes y azotes de sus superiores egipcios.
Ante este trato sanguinario, los encargados hebreos solicitaron una audiencia al Faraón pidiendo que se retracte de su nuevo decreto.
“Esta gente es vaga y haragana” – respondió con más sadismo aun – “por eso piden: ‘queremos servir a Nuestro D”s”. Según él, cuanto más ocupada estuviera la gente, menos estarían dispuestos a escuchar “palabras falsas”.

Al salir angustiados del palacio del Faraón, se encontraron con Moshé y Aharón: “D”s verá lo que Uds. nos han ocasionado. ¡Dada vuestra intervención, el Faraón ahora se ve justificado su maltrato hacia nosotros, pues nos considera de revoltosos…!” – expusieron.
Increíblemente, la misión de Moshé había provocado aun más dolor a sus hermanos.

DESILUSIÓN INICIAL
¡Qué fracaso!: esto era algo que Moshé no podía tolerar: “¡¿Por qué me has enviado a mi?!” – reclamó ante D”s – “sin duda yo no soy la persona adecuada para esta misión. No solamente no los salvé, sino que empeoré sus condiciones”.
“Ya verás” – respondió D”s – “recién ahora comenzaré a aplicar Mi Mano dura sobre el Faraón – y recién entonces los dejará ir de su tierra”.

¿Por qué, efectivamente, D”s causó el empeoramiento inicial de la situación de los hebreos a través de la gestión de Moshé?
D”s quería que hasta el propio Moshé sintiera la frustración y diera cuenta de la “imposibilidad” de lograr un cambio en el Faraón – por vía de la razón y la persuasión. Recién cuando hasta el propio Moshé reclamara desengañado a D”s por su fiasco, comenzaría la salvación de D”s que demostraría ser totalmente sobrenatural (RSh. R. Hirsch sz”l).

Entonces, D”s volvió a hablar a Moshé: “¡¿adónde están los patriarcas?! – ellos no vieron los milagros manifiestos que tú verás, y, sin embargo, confiaron en Mí totalmente, y a pesar que lo que Yo les prometí no lo vieron materializado durante su vida, perseveraron en su fe sin queja alguna….
El Faraón se cree dios y dueño de Egipto. Jamás consentirá la partida de los hebreos por buena voluntad, pues eso demostraría que hay Quien domina sobre él…..
Regresa nuevamente al Faraón, pues su corazón será duro y no accederá a permitir el éxodo de los hebreos, hasta que Yo haya demostrado manifiestamente que solo Yo impero sobre la tierra”

NUEVO INTENTO y CUESTIONES TEOLÓGICAS
A partir de aquel momento, Moshé fue advirtiendo al Faraón que D”s le ordenaba autorizar el éxodo de los hebreos so pena de sufrir una plaga, y cada vez el rey repudiaba la orden. Cuando se cumplía la plaga, tal como había anunciado Moshé, el Faraón convocaba a Moshé reconociendo su error y le pedía que rece para acabar con los estragos. Y siempre el Faraón prometía que, una vez transcurrida la calamidad, dejaría que el pueblo se fuera inmediatamente de Egipto.
Pero, cada vez sucedía lo mismo: Moshé rezaba con fervor por los egipcios, y luego el Faraón se retractaba de su ofrecimiento.
Este esquema se repitió continuamente durante las diez plagas.
Moshé no era ingenuo. Cuando la Torá menciona que Moshé imploraba, esto es porque sentía dolor genuino por los egipcios. ¿Cuántas veces aceptaría las promesas falsas del Faraón?

La respuesta a esta incógnita reside en el hecho que Moshé se subordinaba totalmente a la Voluntad de D”s, aun cuando no dejaba de ejercer su propio deber de reparar en el dolor del prójimo.

Esto, sin embargo, no responde a otro problema teológicamente espinoso:
El libre albedrío es un eje central en la cosmovisión de la Torá. Si no fuera porque somos libres de actuar – o abstenernos de hacerlo – según nuestro deber, no podríamos ser premiados o castigados por nuestras acciones.
A pesar de ello, leemos que si bien en las primeras plagas “el Faraón ensañó su corazón”, a partir de la sexta disciplina, “D”s endureció el corazón del Faraón”, de lo cual se desprende que el Faraón ya no estaba en pleno dominio de su arbitrio. ¿Cómo podría, entonces, ser castigado?

Los Sabios responden a esta pregunta con distintas formas de pensar.
Ramba”m dice que la quita de elección que sufrió el Faraón fue el resultado de sus propias acciones previas, en las que aún gozaba de plena libertad de decisión. O sea: el castigo al Faraón fue precisamente que se endurezca de su corazón (Iesodei haTorá, Hil. Teshuvá 6:3).

Rash”í, en cambio, responde según el Midrash: en las últimas plagas, como consecuencia del accionar previo del Faraón, D”s robusteció su corazón brindándole fuerza adicional para que pueda tolerar el dolor que las plagas provocaban, manteniendo su actitud desafiante y sin necesidad de doblegarse ante D”s.
Podemos apoyar esta opinión, con ciertos detalles que narra la Torá respecto a los estragos provocados por el granizo sin igual que cayó sobre Egipto:
“el lino y la cebada se quebraron pues la cebada estaba en flor y el lino en su tallo; pero el trigo y la espelta no se quebraron, ya que eran tardíos (y estaban aún pequeños – Shmot 9:31, 32). El hecho que la Torá recalque este punto, es para darnos a entender que después de cada plaga el Faraón conservaba la impresión que “no todo está perdido”, y “aún se puede sobrevivir”, facultándole a permanecer en su actitud de desdén (R.Sh.R. Hirsch sz”l).

Otra pregunta clásica: ¿Por qué fueron castigados los egipcios, si ya estaba determinado proféticamente con tanta antelación que los israelitas serían “esclavizados y afligidos”?
Existen dos famosas respuestas al respecto: Ramba”m (Maimónides) sostiene que dado que la profecía concedida a Avraham no indicaba quién sería el verdugo que la llevaría a cabo, los egipcios no eran los responsables de ejecutarla. Cuando torturaron a Israel, los egipcios lo hicieron por maldad y sadismo propio y no con el objetivo de llevar a cabo la orden de D”s.
Por otro lado, Ramba”n (Najmánides – Bereshit 15:14) sostiene que la razón por la cual los egipcios recibieron su castigo fue que ellos se excedieron en lo que D”s había anunciado a Avraham: más allá de discriminar, esclavizar y torturar, ellos persiguieron y asesinaron a los niños.

ORDEN DE LAS PLAGAS
R. Sh.R. Hirsch sz”l explica que hubo tres categorías de plagas que responden a la actitud maligna de los egipcios.
El versículo en el que D”s vaticina a Avraham sobre el sufrimiento del exilio en Egipto reza del siguiente modo: “Saber, sabrás que tu simiente será extranjera en tierra no suya, y la esclavizarán y la afligirán…” Esto significa que el perjuicio de los egipcios en contra de los israelitas se desdobló en tres órdenes:
1. Hacerlos sentir extranjeros (discriminación)
2. Esclavizarlos (despojarlos de todo lo propio)
3. Afligirlos (herirlos físicamente con sus tormentos)
Las plagas que sufrieron los egipcios no fueron simplemente un castigo para que sufran, sino que constituían una lección para que comprendan en qué habían fallado. Esto concuerda con el principio, por el cual las sanciones de D”s son “Midá KeNegued Midá”, es decir un medio para que la persona reflexione y encuentre exactamente cuál es su error para modificarlo.

Si dividimos las plagas en tres partes – tal como lo hizo Rabí Iehudá en la Hagadá, encontraremos que en cada uno de los grupos de tres plagas la primera de ella responde al flagelo egipcio de discriminar al extranjero, por no ser nativo de su país.

A continuación – entre paréntesis, el número de plaga – expondremos lo dicho:
D”s hizo modificar el clima y la naturaleza locales, para que los propios egipcios se sientan “extranjeros”: (1) convirtió el Río Nilo en sangre, (4) trasladó animales salvajes foráneos a su país e (7) hizo precipitar un granizo de cuyo género jamás se había conocido en Egipto.

A su vez, D”s hizo ver a los egipcios que aquello que ellos creían “su propiedad”, podía ser cuestionado – del mismo modo en que ellos quitaron las propiedades y la libertad de los israelitas: (2) los sapos invadieron su propiedad, (5) sus animales se murieron, y (8) las langostas comieron cuanto alimento había sobre sus vegetales.

Por último, D”s causó a los egipcios aflicciones del mismo modo en que ellos habían oprimido a los israelitas: (3) fueron atacados por piojos, (6) sufrieron las úlceras en sus cuerpos, y (9) debieron estar inmovilizados por la oscuridad durante tres días (según el Midrash, la plaga de la oscuridad duró un total de seis días con distintos matices de gravedad).

Pero no solamente fueron las plagas una enseñanza para los egipcios. Una lección principalísima también para nosotros, que leemos la Torá año tras año.
Así lo explica el Ramba”n (Shmot 13:9):
“Y cuando D”s elige una comunidad o un individuo y realiza para ellos un milagro que modifica el curso habitual y la naturaleza del mundo, se demuestra públicamente la anulación de todas estas opiniones, pues la maravilla expone que este mundo tiene un D”s que lo creó de la nada, Lo controla y ejerce todo el poder”.
“Y cuando aquel milagro y aquella maravilla está vaticinada [previamente] por un profeta, se aclara aun más la veracidad de la profecía y el hecho que D”s comunica [lo que determina] a los seres humanos, y expone Sus secretos a sus siervos – los profetas. Se confirma de este modo toda la Torá completa”.

ALGUNAS ENSEÑANZAS MORALES PERTIR DE LAS PLAGAS
En distintos aspectos de lo que se nos enseña sobre lo sucedido durante las plagas, los maestros del Musar, nos hacen ver aspectos relacionados con la conducta humana – incluso la nuestra actual, y para todos los tiempos.

Una de las demostraciones más contundentes, por la que aprendemos que el agradecimiento que espera la Torá de cada uno de nosotros no se limita a verbalizar la palabra gracias, sino que está relacionado con un esmero moral interno, se encuentra en el hecho de que Moshé delegó en Aharón la tarea que le encomendó D”s de realizar las primeras tres plagas de Egipto (sangre, ranas y piojos).
Los Sabios entienden que la razón de esta delegación de la misión, radica en que Moshé se había salvado del decreto del Faraón de arrojar a los niños al agua (la que luego se convertiría en sangre y de la cual saldrían las ranas) y que el polvo (que luego produciría los piojos) le había permitido ocultar al egipcio cruel al que había matado en cierta oportunidad.
En realidad, siendo inertes, ni el agua, ni la tierra sienten que les están agradeciendo, pero por parte de Moshé, sería “desagradecido” convertirlos en epidemia.

La plaga de los sapos sucedió, según el Midrash, de un modo muy particular: inicialmente un solo sapo que salió del Nilo atacó a los egipcios, pero cuando le golpearon para eliminarlo, se multiplicó en dos. Y así continuó siendo con sus “sucesores”: cada golpe lograba multiplicar la cantidad de sapos indefinidamente.

La pregunta obvia: si los egipcios observaban esta particularidad – ¡¿por qué seguirían fustigando a los sapos?!
La respuesta es que los egipcios estaban enfurecidos con la situación, y cuando la persona se encoleriza, pierde todo sentido de la razón y la lógica… (Rav Frand en nombre del Steipler Gaon sz”l).

El Faraón mandó llamar a Moshé y le imploró que rezara para quitarle la terrible calamidad. Moshé aceptó rezar por él: “¿Para cuándo?” – preguntó – “quiere Ud. que se mueran los sapos?”.
“¡Para mañana!” – respondió el rey.
Obviamente, uno se extraña: si tan molesto estaba el Faraón – ¡¿por qué demoraría la terminación de la plaga hasta el día siguiente?!
El Faraón insistía en su tesitura que Moshé poseía poderes mágicos y de brujería, por los que sabía que los sapos morirían en el momento, por lo tanto que quería poner esto de manifiesto, al desaparecer el flagelo antes de la hora prevista por Moshé…

Quizás entendamos también la pregunta obvia:
¿Por qué el Faraón no intentó matar a Moshé cuando amenazaba con hacer las plagas, tal como trató de matarlo antes que él escapara a Midián?
La puja entre Moshé y el Faraón no era política. Las palabras que Moshé decía en nombre de D”s, se oponían a todo lo que el Faraón pretendía representar: ser él mismo dios (Rav Elya Meir Bloch sz”l).

Paulatinamente, aun los hechiceros del Faraón reconocieron que no se trataba de fuerzas mágicas superiores, pues ellos no podían “competir” con Moshé – pero el Faraón se tornó aun más terco.

Se produjo la invasión de animales salvajes.
El Faraón ofreció que lleven a cabo la ceremonia religiosa en honor a D”s solicitada – pero dentro de Egipto.
“No es correcto que lo hagamos aquí. ¡¿acaso verían los egipcios cómo ofrendamos sus deidades sin apedrearnos?!” – respondió Moshé.
¿Moshé efectivamente temía que esto sucediera? ¿y tenía el tupé de decírselo abiertamente al Faraón?
Moshé no creía que eso sucediera, pero sí que los egipcios – ya humillados por las plagas anteriores desearan hacerlo aun si no lo llevaran a cabo. Por lo tanto, se expresó diciendo “no es correcto”, no podemos burlar a los ciudadanos egipcios con esta conducta (Rav Avraham Pam sz”l).

Llegó el anuncio de la desolación que provocaría el granizo. En este caso, la advertencia permitía a los egipcios un modo de salvarse de la inminente penuria: albergar a los esclavos y a los animales en casa.
Los temerosos de la palabra de D”s, ampararon a los suyos según las indicaciones de Moshé. Y “quienes no prestaron atención a la palabra de D”s”, abandonaron su hacienda afuera – permitiendo que se muera.
¿De dónde los egipcios tenían, acaso, animales? ¿no habían muerto ya en la peste (que sucedió antes que el granizo)? – pregunta Rash”í. Sin embargo, dado que la peste solamente sobrevino a “los animales que estaban en el campo”, algunos egipcios habían guardado sus animales en los establos cubiertos.
¡¿No es absurdo – entonces – que ante la expresa advertencia del granizo en la que se aconsejaba proteger a los animales para que no sufrieran, no los guardaran bajo techo?!
Sin embargo, así es la naturaleza humana: se resiste órdenes y coerción – aun cuando uno sabe que obedecer esas disposiciones es absolutamente beneficioso para uno (Rav Frand en nombre de Elya Meir Bloch sz”l).

La forma de identificar a quienes no respetaron el anuncio de Moshé como “quienes no prestaron atención”, es la fuente de la descripción de la persona que carece de “Irat Shamaim”.
Aun cuando la realidad es palpable, aquel que no reconoce y respeta a D”s, actuará con superficialidad (falta de atención) para eludir la responsabilidad inherente a la lógica de la evidencia (Rav Jaim Shmuelevitz sz”l).

Antes de la última plaga: la muerte de los primogénitos, los egipcios sufrieron tres jornadas de oscuridad (más otras tres en la que la negrura los inmovilizó).
En Tehilim (105:28) se menciona en este contexto que “no se rebelaron contra Su palabra”. ¿A qué se refiere?
Uno de los milagros más evidentes ocurrió el día previo al que los hebreos abandonaron Egipto.
D”s dio la orden que pidan de los egipcios objetos de oro y plata.
¡La reacción de los egipcios fue sorprendente! Colmaron a los hebreos con joyas – aun las que no pedían – como si fueran los mejores amigos.
Después de dos siglos de antipatía, desprecio y odio… de repente un despliegue para estima, apego y cariño.
Cuando, previamente, los hebreos “no se rebelaron contra Su palabra”, habían respetado la orden de no tocar nada de sus opresores durante la plaga de la oscuridad. Esto sirvió para poner de manifiesto el gran milagro que de que Es HaShem Quien determina que una persona caiga en gracia delante de otra.

A pesar de todas las plagas que iba sufriendo, el Faraón permaneció – y hasta recrudeció – su obstinación. Por un lado, fingía estar cediendo (“vayan por favor los hombres, los prestigiosos”), y al momento siguiente “los echó (a Moshé y Aharón) de delante del Faraón”, con sarcasmo e ironía (Rav Shimon Schwab sz”l).

Llegó, pues, el momento de advertir al Faraón sobre la plaga que se convertiría en el “golpe de gracia”: la eliminación de los primogénitos. ¿Cuándo sería?
“Cerca de medianoche” – informó Moshé (Shmot 11:4).
En realidad, el castigo fue puntualmente a medianoche. ¿Por qué, entonces, el “cerca de”, anunciado de Moshé?
Pues Moshé temía que los hechiceros del Faraón errarían en su cálculo de “medianoche”, cuando según su cuenta errada no se produciría el castigo, dirían con burla que “Moshé miente”, lo cual llevaría a una profanación del Nombre de D”s – aunque fuese por unos infimismales instantes….
Esto se debía evitar.

Los hebreos estaban celebrando el Pesaj. Sin temor por lo que los egipcios dijeran o hicieran, se circuncidaron todos los varones, tomaron un cordero por familia con cuatro días de anticipación, y lo ofrendaron públicamente.
Aquella noche ominosa, el Faraón se acostó a dormir (lo cual significa que mantuvo su postura testaruda de negación (Rebbe de Kotzk).
D”s castigó a los egipcios en el golpe final, y al día siguiente los hijos de Avraham, Itzjak y Ia’acov fueron un pueblo libre.

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