Piensa, opina y reacciona

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“Se piensa que lo justo es lo igual, y así es; pero no para todos, sino para los iguales. Se piensa por el contrario que lo justo es lo desigual, y así es, pero no para todos, sino para los desiguales “.
(Aristóteles)

Estamos viviendo unos tiempos donde se esta generando una degradación socioeconómica y un desarme ético de la sociedad, mediante la imposición de una cultura de mercado y competitividad, cuyos criterios de rentabilidad económica corroen los principios de solidaridad y cooperación sobre los que se debe fundar la cohesión de la sociedad que es sustituida por el darwinismo social, es decir, solo los mas aptos sobrevivirán. Corren tiempos de tempestades y un cambio de era de las que nadie se librara en este mundo globalizado. Se ha creído, tradicionalmente, que las necesidades humanas tienden a ser infinitas; que se transforman incesantemente, que cambian dependiendo de una cultura u otra y que son distintas en cada período histórico. Nos parece que tales teorías sean erróneas, ya que son producto de una errata conceptual.

Si solo hablamos de la crisis actual como un problema económico, veremos que no hay salida alguna como tal, por mucho empeño que los economistas y políticos pongan. El fondo de la actual situación se encuentra en una esfera mucho mas profunda y que forma parte de cada ser humano; la crisis actual es una crisis de ética o moral, una crisis de valores y del sentido de la existencia. Hemos perdido el rumbo hacia donde nos dirigíamos viéndonos ahora invadidos por una situación hacia la deriva. Es sabido que un individuo que se ve invadido por una situación económica repentina desfavorable, cae en una especie de “montaña rusa” emocional, la cual comprende, por lo menos, cuatro etapas:


  • Shock
  • Optimismo
  • Pesimismo
  • Fatalismo

La última etapa representa la transición de la inactividad a la frustración y de allí a un estado final de abandono, donde la persona comprende su más bajo nivel de autoestima. Es bastante indudable que un estado prolongado como tal, dislocará totalmente el sistema de necesidades fundamentales de las personas. Debido a sus problemas de subsistencia, la persona se sentirá cada vez menos protegida; las crisis familiares y los sentimientos de culpa pueden destruir sus relaciones afectivas; la falta de participación dará cabida a sentimientos de aislamiento y marginación, y la disminución de la autoestima puede fácilmente provocar en el individuo una crisis de identidad.

Un desempleo prolongado origina patologías. Sin embargo, esto no compone la peor parte del problema. Dadas las presentes circunstancias de crisis económicas generalizadas, no podemos seguir preocupándonos por las patologías individuales. Debemos ineludiblemente reconocer la existencia de patologías colectivas de la frustración, para las cuales los métodos empleados han resultado tener un efecto hasta ahora ineficaces.

Cuando hablamos de la crisis económica tenemos que definir si hacemos referencia a la que nos viene afectando hace unos años o aquella que llevamos experimentando hace décadas y que afecta a la humanidad, sobre todo a aquellos que pasan por hambruna, explotación laboral, […].La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) indicó que la cantidad de personas que pasan hambre en el mundo ascendió significativamente desde el 2007 hasta la fecha, al pasar de 850 millones de personas a mil millones en la actualidad, lo que representa que una de cada siete personas escasea de los nutrientes para la sobrevivencia. En países del Tercer Mundo sigue actuando de una forma alarmante la explotación infantil en el trabajo, algo que entre todos deberíamos atajar. En el sur de Asia trabajan más de 100 millones de niños, de los que un 20% hacen jornadas de 13 horas diarias por un sueldo de entre 15 y 20 euros al mes y en Latinoamérica, trabajan 17 millones de niños de entre 5 y 17 años, las ganancias de estos menores suponen del 10 al 20% de los ingresos de sus familias.

En los países más pobres hay 300 millones de niños explotados laboralmente, una situación que INTERVIDA no quiere ignorar. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), “el trabajo forzoso, la esclavitud y el tráfico criminal de seres humanos en especial mujeres y niños están creciendo en el mundo y adoptando nuevas e insidiosas formas”. ¿Por qué no reaccionamos?

Las personas disponen de una gran capacidad de decisión que no la están empleando, quedando a la espera que los políticos, grandes empresas, bancos, […] tomen dichas medidas por ellos. El hombre ha delegado responsabilidades que son de su índole hacia terceros con la esperanza a que nos lleven a buen puerto. Desde hace más de dos décadas, se viene hablando de una economía y comercio globalizado, pero ha llegado el momento donde toca globalizar la conciencia. La tierra es un ser vivo y nosotros somos su parte consiente. La diferencia entre un ser vivo (organismo) y un mecanismo es, que en el mecanismo, el todo es la suma de las partes, mientras que en el organismo cada parte está relacionada con el todo.

En el sector económico se han separado y perdido de vista las convicciones, los ideales, las vivencias del proceso económico. Con ese enfoque resultara sumamente difícil poder saldar y salir de la actual crisis si no mantenemos una visión global de la humanidad. Somos un organismo global, con el misterio de que en cada uno de nosotros se ha individualizado la conciencia. Tenemos concia individual algo que no es rechazable pero, no podemos perder de vista, que vivimos en una comunidad. ¿Cómo se resuelve el dilema individuo y comunidad?

La capacidad de desarrollo tecnológico y científico en los últimos tiempos ha sorprendido favorablemente incluso hasta a la propia comunidad científica. Sin embargo, deberíamos preguntarnos ¿a quién sirve la ciencia y la técnica? Si ese desarrollo tecnológico y científico estuviera centrado en la humanidad, no hubiéramos llegado a la situación actual de deterioro que sufre el planeta, de enfermedad de la tierra como ser vivo o de un mal llamado “cambio climático”. Al formar la humanidad parte de esa tierra, se encuentra en consecuencia, en un estado equivalente al planeta, con el agravante de no ser consciente de su situación. ¿Cómo es posible, que con el conocimiento técnico y científico hasta este momento desarrollado hayamos llegado a esta situación? ¿Qué nos falta para completar a ese desarrollo con el fin de poder hablar de un progreso de la humanidad?

Según el World Watch Institute, casi medio siglo después de la Revolución Verde, una gran parte de la familia humana sufre todavía de hambre crónica. Aunque la inversión en el desarrollo agrícola de los gobiernos, los prestamistas internacionales y fundaciones se han intensificado en los últimos años, están estas muy lejos de lo que se necesita para ayudar a los 925 millones de personas que están desnutridas. Las ayudas para el desarrollo agrícola a escala mundial, se ha reducido de un 16% a un solo 4% en la actualidad. Dada la actual coyuntura económica mundial, es muy probable, que las inversiones no aumenten en el próximo año. Gran parte de la financiación comprometida aún no se ha planteado, y la financiación existente no está siendo dirigida de manera eficiente para que les llegue a los agricultores pobres de África.

Las comunidades agrícolas pueden desempeñar un papel central en la lucha contra el cambio climático. Incluso a un precio relativamente bajo se podría mitigar las emisiones de carbono. Mejorando la gestión de la tierra se podría compensar en un 25% las emisiones globales del uso de combustibles fósiles en un solo año. Por el contrario, las soluciones para reducir las emisiones mediante la captura de carbono en el sector energético es poco probable que sea ampliamente utilizada aparte de que no eliminan los gases de efecto invernadero que ya están en la atmósfera. Para hacer frente al desafío del cambio climático, tenemos que buscar soluciones de uso del suelo, además de los esfuerzos para mejorar la eficiencia energética y acelerar la transición a las energías renovables. Obviamente nada nuevo. ¿Por qué no se hace?

El rápido crecimiento en el uso de biocombustibles en los últimos cinco años ha contribuido a un fuerte aumento de los precios en los alimentos, en particular en los cereales y la soja. Estas fluctuaciones de los precios han alimentado un debate global sobre los “alimentos versus combustibles”. Al mismo tiempo, la recesión económica mundial ha llevado a la industria de los EE.UU. a contratar biocombustibles, con las consecuentes amenazas de perdidas de puestos de trabajo y medios de subsistencia. Desde Asia a América del Norte, las personas están comiendo en la actualidad más pescado, ya sea porque es la forma más asequible de obtener alimentos con contenido proteínico (como es el caso de muchos países más pobres) o porque la tendencia reciente es cuidar la salud a través de los alimentos que se ingieren (como en muchos países ricos). Pero a medida que aumenta la demanda de pescado, las poblaciones de las especies marinas y de agua dulce están siendo sobreexplotados, cuyo resultado se describe en un estancamiento o disminución de las capturas de muchas pesquerías silvestres.

En los países más desarrollados existe a lo ya mencionado otro problema que resulta aún más preocupante, la deforestación. Las principales amenazas de los bosques son, en este caso, los incendios, las plagas y enfermedades y la contaminación atmosférica. “El empeoramiento de la situación de los bosques sigue siendo, pues, objeto de grave preocupación en Europa y América del Norte”. La deforestación en la región amazónica aumentó en 2010 en un 994% respecto al 2009, según un informe del Instituto del Hombre y el Medio Ambiente de la Amazonía (Omazon) de Brasil. El informe, resultado de un estudio satelital de la organización no gubernamental, asegura que en un año se perdieron 175 kilómetros cuadrados de selva, lo que significó una emisión de millones de toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera.

Según el Amazon, en enero de 2011 la cifra asciende a los 83 kilómetros cuadrados, aunque el número podría ser mayor, pues el análisis solo comprendió cerca del 30% de los territorios, ya que la abundancia de nubes impidió abordar el resto. En un informe de la FAO quedo revelada la “Situación de los Bosques en el Mundo 2011”, que indica una deforestación en América del Sur de 3 millones 580 mil hectáreas, y en el Caribe de 41.000 hectáreas por año. Aproximadamente se destruyen unas 700.000 hectáreas de bosque al día y una de cada cuatro especies de mamíferos está desapareciendo.

Hoy en día los intereses económicos se imponen al ser humano y su bienestar. El ser humano ha pasado a un segundo plano en referencia a regir el mundo, dándole paso al beneficio económico. ¿Qué parte de responsabilidad tenemos cada persona para parar este desajuste? Desde el inicio de la crisis hemos podido ver incrementado los casos relacionados con la salud psíquica. Más personas consumen ansiolíticos, antidepresivos, acuden a psiquiatras o psicólogos para paliar las diversas patologías que se han desarrollado (estrés, ansiedad, insomnio, etc.) debido al ritmo que marca la sociedad. Crece el índice de afectados por SIDA o cáncer, anorexia, bulimia […] ¿Qué nos pasa? La respuesta está en nosotros mismos, pero estamos demasiados ocupados en mirar hacia fuera, que no nos preocupamos por nosotros mismos.

En los “Objetivos del Milenio” de las Naciones Unidas del año 2000, se incluían en los ocho puntos:

  1. Erradicar la pobreza extrema y hambre
  2. Lograr la enseñanza primaria universal
  3. Promover la igualdad entre los géneros y la autonomía de la mujer
  4. Reducir la mortalidad infantil
  5. Mejorar la salud materna
  6. Combatir el SIDA, el paludismo y otras enfermedades
  7. Garantizar el sustento del medio ambiente
  8. Fomentar una asociación mundial para el desarrollo

Con los datos anteriormente expuestos y los que pueda manejar cada uno por sí mismo, veremos que se ha avanzado “poco” en este compromiso.

En un informe de la UNESCO que hace referencia a los conflictos armados queda citado, que la guerra se ha definido como “el antidesarrollo” del ser humano. Incluso los conflictos armados breves pueden frenar el progreso o destruir los bienes acumulados durante varias generaciones, socavando así el crecimiento económico y los adelantos en salud, alimentación y empleo. La repercusión es más intensa y prolongada en las naciones cuya capacidad de resistencia y recuperación se encuentra debilitada por la pobreza masiva. Cuando los gobiernos aprobaron el Marco de Acción de Dakar el año 2000, afirmaron que los conflictos “representan un serio obstáculo para alcanzar la Educación para Todos” (UNESCO, 2000, p.19). Ahora que se acerca el plazo de 2015 para cumplir las metas de la EPT, los conflictos armados siguen siendo una de las barreras que impiden acelerar los progresos de la educación. Unos 28 millones de niños en edad de cursar primaria están sin escolarizar, o sea, el 42% del total mundial.

Más del 95% del dinero que circula por el mundo se basa en la especulación financiera. Frente a la especulación y volatilidad que muchas veces caracterizan a la banca tradicional, apuntadas como las principales causas de la actual crisis financiera, encontramos a la Banca Ética como una alternativa segura y fiable, que basa sus actividades bancarias en la transparencia y en el desarrollo sostenible. Este tipo de banca contribuir a un cambio positivo y sostenible de la sociedad desde el sistema financiero. Esta misión se materializa en una política de inversión y en los productos y servicios que ofrecen, a los que el banco incorpora criterios de sostenibilidad e impacto social positivo. De esta forma, a la rentabilidad económica característica de la actividad bancaria, se le une el retorno social y medioambiental. Se trata, en definitiva, de otra forma de hacer banca, dirigida a personas que con su actividad empresarial o sus ahorros quieren cambiar el mundo y no financiar conflictos bélicos, carreras armamentísticas, […]. Pocos preguntamos a nuestros bancos donde invierten nuestros ahorros. La pregunta más habitual es de cuánto va a ser la rentabilidad que nos ofrecen.

Tal vez se obtengan en este tipo de bancos una rentabilidad algo más baja en comparación con otras entidades, pero con ese dinero se está contribuyendo a una sociedad más equilibrada que progresa respetando a las personas y la naturaleza. Dentro de los objetivos figura el ámbito de cooperación al desarrollo, el apoyo a grupos en riesgo de exclusión social, el comercio justo, la integración y el cuidado de los más débiles, las energías renovables, la agricultura ecológica, la bioconstrucción, el turismo sostenible, la educación, el arte, y demás actividades.

Debemos de empezar a cambiar para lograr un mundo más sostenible para todos, dejando de comportarnos como individuos para actuar en comunidad. Está en nuestras manos frenar la deforestación, las guerras, el cambio climático y demás ataques al planeta si dejamos a un lado el egoísmo y beneficio personal que podamos obtener por ejemplo a través de nuestras inversiones, mirando por el origen de las materias primas que consumimos, exigiendo y prestando un respeto por los seres humanos y nuestro medio ambiente. El mundo es de todos, y solo tenemos uno.

Acerca de María José Arévalo Gutiérrez

María José Arévalo Gutiérrez (1967) nació en Goslar (Alemania), siendo hija de emigrantes, retornando a España en el año 1985 donde reside en El Puerto de Santa María (Cádiz). Diplomada en Turismo, cuenta con un amplio currículum académico, donde se especializo en el sector Vitivinícola (Master) y Gestión de Empresa (MBA). Su carrera profesional se ha realizado durante más de dos décadas en el sector turístico y últimamente se esta desarrollando en el ámbito de la docencia. Su inquietud e interés por el mundo judío, le vienen desde la juventud, entrando en contacto históricamente con el holocausto en Alemania, donde efectuó los estudios obligatorios. Su enamoramiento por Andalucía y su diversidad cultural, le llevaron a investigar los aspectos históricos - culturales en el ámbito mas cercano, entre ello la cultura sefardí. Colabora en varios boletines y revistas especializadas con el fin de aportar con su trabajo a la difusión de la información recabada.

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