¿Poesía clásica o filosofía moderna?

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En los últimos veinte años he leído muchos libros, y tres de ellos me han parecido una calamidad, una falta de respeto hacia el prójimo; son: `Ser y Tiempo´, del alemán Heidegger; `Crítica de la razón pura´, del oscuro Kant; `El ser y la nada´, del francés Sartre. Entiendo que los alemanes, que siempre han sido rudos idealistas, según señala nuestro profesor Menéndez y Pelayo, mucho se diviertan imprimiendo y sacando a la estampa enormidades inauditas, ya de mármol, como la filosofía de Kant, ya de bronce, como la filosofía de Heidegger. He dicho que la filosofía de Kant es de mármol porque hoy los académicos respetan, creo que excesivamente, los axiomas del de Königsberg, al punto de decir que sus silogismos son inmutables, inamovibles y hasta eternos. ¡Qué va a ser!

Por mi quehacer de articulista, por mi existencia miliunanochesca, he tenido que someterme a los ardores taxonómicos de Aristóteles, hombre que pensó lo que hemos seguido pensando durante más de veinte siglos; también he leído al lingüista Luís Wittgenstein, que no hizo sino repetir, con arenga periodística, según me lo ha dicho una doctora inglesa amiga mía, lo que dijo Kant; y finalmente, para no extender este registro hasta lo hostigoso, declaro que he leído a John Rawls, profesor de Harvard, y no he encontrado en él sabidurías más sabias que las que urdió Cervantes. Los estribillos de la comedia griega, que repetían hasta el hartazgo un mismo verso, también están en los poetas del español Siglo de Oro, y también en Edgar Poe, que en su texto `Método de composición´ explica que usó la expresión `nevermore´ para hacer, cual griego, que el Hado en forma de cuervo comunicase desesperanza al lector, la que siente la amada cuando no puede darse a entender con el amado.

El lenguaje del amor, exaltado, hecho de dislates, es el más alto de los hombres; y ya Maimónides, al escribir su `Guía´ para iniciados, advertía a los alumnos que las palabras de la `Torá´ habían sido fraguadas en el idioma humano, que es “cincel inepto”. Pero el idioma humano, aunque varía, aunque se manifiesta en alemán, en inglés o en la lengua de Carducci, tiene similitudes, siempre señala que hay un tiempo, un lugar y un acto. Mucho he leído, mas no creo ser filólogo; no sé lo que sabía un Menéndez Pidal o un Unamuno, pero puedo decir que he notado que en el castellano antiguo al “tiempo” se le decía “espacio”. Muy sabia manera de decir me parece ésta. Alonso Quijano, para perder los prejuicios humanos, para tener tiempo para leer, vendió espacios, tierras, para poder comprarse libros de caballerías, en que aprendió que los caballeros andantes podían matar de un solo golpe sendos gigantes. ¡Qué de verdades hay en el `Quijote´! ¡Qué fácil es matar al gigante Miedo o al gigante Hastío ateniéndonos a los consejos de Cervantes!


Paréceme enorme pedantería desdeñar los libros viejos, llenos de polvo y que han estado en muchos espacios, tiempos, sólo por nuestro afán de parecer “modernos”. ¿Aristóteles sentíase un clásico? ¿Sabían los buenos Padres de la Iglesia que eran “oscuros”? No, por cierto. La masa, cosa moderna, la turba, la “bola”, para usar la palabra de Rabasa, créese mejor que los antiguos, más jovial y más avisada, cuando es ella la vieja y cansada y poco sabia. La lectura de los libros clásicos nos hace cosmopolitas y que no nos sintamos “prostitutas”, indiferentes ante todo, y tampoco “actores trágicos”, víctimas de todo, según una bella frase de Marco Aurelio, que en sus `Pensamientos´ enseña más y mejor que el profesor Rawls, de Harvard, quien preguntaba a sus alumnos si la “deliberación” es capaz de trocar las “pasiones”. ¡Pero si ya lo dijo Marco Aurelio! Sí, sí, “deliberar” es “reforjar”, “remezclar”, echar leche, ternura, al café, a los celos.

Yo he notado que una simple expresión de Moratín, dilecto autor del viejo Larra, puede hacernos entender todo lo que pensó Kant. ¿No pensaba razones políticas Hannah Arendt estibándose en Platón? ¿No promovía John Rawls la lectura atenta de los clásicos Hume y Kant, que eran repetidores de filosofías antiguas? Por largo espacio, tiempo, los filósofos han “hilvanando premisas”, dice Moratín, con lo que nos da a entender que la filosofía es un sistema de máximas, de principios que determinan medios y de medios que allegan fines. Wittgenstein escribió variopintos libros tratantes de materias del lenguaje que no logran, como el diccionario usado por Borges, dar con el matiz preciso. Buscad en los filológicos diccionarios modernos qué es “Nilo” y os toparéis con desatinos y vacuas aproximaciones; leed los clásicos o platónicos versos de Borges que dicen “en las letras de rosa está la rosa/ y todo el Nilo en la palabra Nilo” y conoceréis que el “Nilo” antes es tiempo que espacio, antes conglomerado de significaciones históricas y políticas que caudal de agua.

Los Hermógenes, los Kant, los Heidegger, discordan lo que ya había sido acordado, escamotean lo que siempre había sido recordado, hacen paradoja ahí donde había pacífica opinión pública en consenso. ¿Para qué? Para verse originales, para sentirse “modernos”. ¿Quién puede leer sino un paciente como yo el `Ser y tiempo´? ¿Cuántos hay que sean del jaez de Cassirer, bonísimo antropólogo, que encuentren útil la `Crítica´ kantiana? ¿Volverán a nacer paradójicos de tal substancia? ¡Nunca más! ¡Volveremos a caer en engaños de filósofos antivitales que todo redúcenlo a geometrías! ¡Nunca más! ¿Cómo será tal cosa posible? Leyendo a los clásicos, a los antiguos, que eran serenísimos, que eran sapientes y, sobre todo, inocentes, ya que no confundían lo que pensaban con lo que decían.

Acerca de Edvard Zeind Palafox

Edvard Zeind Palafox   es Redactor Publicitario – Planner, Licenciado en Mercadotecnia y Publicidad (UNIMEX), con una Maestría en Mercadotecnia (con Mención Honorífica en UPAEP). Es Catedrático de tiempo completo, ha participado en congresos como expositor a nivel nacional.

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