Polanco sin duda se había distinguido por albergar los mejores restaurantes de la ciudad, y a la hora del café había sido una tradición buscar algo en esta zona. Dentro de estás cafeterías reinaban los aromas, las interminables historias y los mejores momentos dignos de ser compartidos con una rica taza de café y una buena compañía.
Sentados en Capuchino’s, Abraham y Sara discutían sobre los problemas para conseguir el dinero para su película.
-¿Cuál problema? ¿Es un problema ir al cine y comer palomitas? ¿Es un problema ir a pasar el día al centro comercial y luego entrar al cine? – pregunto Sara- No entiendo porque la gente piensa que invertir en cine es como invertir en aire.
-No. No se trata de eso. Sino de algo diferente, que me fue revelado por una pareja de comunistas griegos en un paseo que hicimos en un barco entre Turquía y Grecia.
-¿Qué fue lo que dijeron los comunistas?- preguntó Sara riendo curiosa.
-Qué te parece si primero ordenamos algo.
Sara ordenó un capuchino y un helado de chocolate con chispas de moca y Abraham un pastel de mango con merengue y una Coca Cola.
El mesero vestido con camisa abotonada blanca se dirigió en dirección al mostrador rodeado por una vitrina de madera y vidrio de dos metros ochenta centímetros por dos metros con diez que era ideal para pastelerías y contaba con dieciocho charolas de madera y vidrio para la exhibición de la fuente de pasteles, croissants, cuernos, gelatinas, cremas y helados, y junto un refrigerador vertical con ocho charolas llenas de pastelillos y cremas.
-El problema es que…- decía Abraham mientras que se limpiaba las migajas del pastel de entre los labios.
Sara observo sus labios sexys.
-El problema es lo que va a suceder en diez o veinte años. El noventa por ciento del capital del mundo va a estar en las manos de quinientas o mil familias en el mundo. Eso significa que solo el diez por ciento será distribuido entre la clase media, que además será la que mantenga a los gobiernos.
-¿Qué tiene que ver con nosotros?
-Tiene que ver que van a haber miles y decenas de miles de proyectos de cine, cientos de miles de escritores y guionistas en todo el mundo, y solo uno de un millón recibirán respaldo para producir su película.
-Lo único que tenemos que hacer es tener fe y lo demás viene por añadidura.
-No es exacto, las finanzas van a ser manejadas por tycoones, solo las multinacionales y las empresas gigantes podrán sobrevivir, mientras que los pequeños y medianos negocios con dificultades sobrevivirán. De hecho, de cada mil negocios medianos, solo sobrevivirá uno, y eso gracias a circunstancias adicionales. Eso significa que los ahorros y las pensiones de las personas mayores serán invertidos como capitales de riesgo en las bolsas mundiales, que los bancos arriesgaran los capitales de los jubilados, los asegurados, los pensionados. No sé si a la gente le seguirá interesando ir al cine.
-¿Y a nosotros que nos importa todo eso? Nosotros seguimos con nuestro plan, vamos a escribir un buen guión de cine y buscamos inversionistas.
-Si, verdad, a quien le importa lo que suceda en diez o veinte años.
-Hay que vivir el presente.
-Así es mi amor.
Abraham y Sara se levantaron animados y salieron de Capuchino’s. Caminaron por el pasaje de Polanco. Abraham estaba vestido con pantalones Versace color beige suave y una playera Lacoste color rosa, mocasines negros Priamo y un cinturón Gucci con hebilla dorada, Sara vestía un vestido Zara trafaluc blanco hasta las rodillas para el verano y unas sandalias Serena de Tommy Hilfiger con rayas azules. Parecían un par de palomas de la paz, enamorados el uno del otro.
-No te preocupes. Hay muchos millonarios allí afuera, alguno va a invertir en nuestra película. Con la nueva ley de inversión y deducción de impuestos también podríamos convencer a algún hombre de negocios o empresa a invertir en nuestra película. La única pregunta aun en el aire es… de que se va a tratar la película- dijo Sara fascinada.
Sara lo beso en la boca.
-¿De qué se va a tratar el guión?- pregunto fascinada.
-Eeeee…aún estoy en eso- dijo Abraham tratando de no abrir demasiado al tema.
Abraham conocía a Sara, Sara seguramente querría una película elevada, subliminal, artística, Europea, mientras que él prefería algo tipo Hollywoodense, y aún no estaba seguro si escribir un thriller, una película de fantasía o ciencia-ficción, una comedia ligera o de enredos, o una historia de amor. Todas las posibilidades seguían abiertas.
-¿Cuándo lo puedo leer?
-¿Leer qué?
-¡El café!…el guión tontito.
-Dame otras dos semanas.
El pasaje de Polanco era el lugar ideal para pasar la tarde de algún fin de semana; contaba con cafecitos, como el Snob y el Capuchino’s que se había mantenido en el gusto de los habitantes de la zona durante décadas, además de tiendas de discos, de artesanías, boutiques especializadas, salón de belleza y restaurantes como el Cosa Nostra que también era ya un clásico de la zona.
En realidad, Abraham aún no había comenzado a escribir el guión de cine, y seguía especulando con decenas de ideas que cruzaban por su mente vivida, pero que en realidad ninguna cuajaba de forma definitiva. No tenía el corazón de decírselo a Sara, y se daba el permiso de postergar la conversación acerca del guión.
Mientras tanto en el banco de la esquina, el Banco Santander en la esquina de Mazaryk y Anatole France, ocurría un asalto, y los clientes quedaban encerrados en calzones en el baño.
El placer por las compras y el buen gusto venia de tiempos inmemoriales, y visitar un lugar sin comprar algo resultaba imposible. Abraham deseaba ir a dar un paseo por la principal avenida, Presidente Mazaryk, a ver si se inspiraba, avenida distinguida por sus establecimientos de fama mundial y sus exclusivas boutiques con las mejores firmas de joyería, ropa, zapatos y accesorios que la habían convertido en la calle más lujosa de la ciudad de México.
No pasaron unos segundos cuando Sara ya había entrado en Kika. El pasaje de Polanco era el lugar más exclusivo y tranquilo de la zona, allí habían varias boutiques y tiendas de marca que atraían a las jóvenes a comprar.
Allí, mujeres de Polanco y el Norte se sentaban a platicar varias horas.
-Todos dicen que Zara es pésima y corriente, que los productos son nacionales, que Tommy es una reverenda porquería. ¿Alguien me puede dar la combinación entre renombre y calidad en ropa para mujer?
-A mí me encanta Zara, Bershka y Mango. Tienen buena calidad y moda.
-Te recomiendo que vayas al Palacio de Hierro o Suburbia, no es muy caro y tiene buenas marcas.
-Mejor ve a Liverpool, DKNY es buena marca.
-Ay, no es cierto, Zara no es pésima. El problema que tiene es que sólo vende última moda, y algunas de sus prendas pasan de moda en tan sólo un mes, lo cual se me hace un gasto inútil. Además de que las chicas que se visten de Zara y Bershka en este país son princesas bobas que sólo centran su vidita en los trapos. Lo tengo recontra que comprobado. El esnobismo está cañón. Y Tommy es cada vez menos popular por aquellos comentarios racistas que hizo hace años.
-Para nada, Zara es de mucho nivel, como pueden decir que es populachera, tiene muy buenas pintas y Bershka también es muy buena.
-Pues para mi Pull & Beer de maravilla.
-Las tres son la misma franquicia. Yo siempre me visto con ropa de esas tiendas.
-A mi Zara me parece buena, es bonita y no cara. Hay veces que tienes que tener un cuidado especial con algunas telas, pero está bien. También me gustan Pull & Beer, Monster, Massimo Dutti, DKNY y Soho.
-Últimamente he estado usando unas minis que compro en esos lugares con unas mallas negras y a veces blancas y se ve ufff, se los recomiendo mucho, no gastas mucho y se ven sexis.
-Pues verse sexy ya no esta tan fácil. No oyeron del asalto que hubo la semana pasada en Cine Mark. De acuerdo con la Secretaría de Seguridad Pública el robo se llevó a cabo por cuatro hombres, quienes amenazaron con armas blancas a un guardia de seguridad y a un supervisor de la empresa a fin de pedirles el dinero, y luego entraron a las salas y les bajaron todo el dinero a todos los cinéfilos.
-Hijoles, si, la seguridad está cada vez peor.
-Y eso son solo asaltos, no hablemos ya de degollados y balaceras por todas partes.
-¡Ay! Ya, no exageres, no es en todas partes tampoco.
-¿No? ¿Cómo no? Si ya no me atrevo a salir ni sola en el coche… ¡en cooooocheeee!
Abraham estaba maquinando en su mente varias de sus ideas, mientras que Sara miraba unos trapitos en las repisas blancas de la tienda, cuando escucho el maullido de un gatito blanco sobre una maceta detrás de una de las fuentes con sus ojos japoneses brillantes.
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