No basta bailar y soñar toda la vida. También hay que trabajar en serio.
Abraham siempre había tenido una tendencia filosófica y humanista, así en la preparatoria donde había estudiado filosofía, psicología y sociología. Más tarde en la universidad estudio comunicaciones, haciendo una especialización en cine. Había logrado realizar algunos cortometrajes con los que gano premios, escribió cuentos cortos y se dedicó a pintar la vida de color en pantallas digitales.
-Sara…en donde nos conocimos?
-En la preparatoria tontillo.
Tanto Abraham como Sara habían participado en el curso de teatro de primer y segundo año de la preparatoria. Ambos amaban el teatro.
-Dime. Quien en nuestra generación no ama el cine?
-Los religiosos?- contesto Sara coqueta.
-Deja a los religiosos, ellos viven en su propia película.
Sara y Abraham amaban ir al cine. Todo el paquete. Las salas acondicionadas, los mostradores de comida, los posters y las reseñas de las películas, especialmente los posters gigantes de cartón tridimensional. La música estereofónica en el Lobby, y los juegos de maquinitas. También la sección para niños donde se sentaban a ver a los niños por horas en las resbaladillas multicolores de plásticos.
El pueblo judío, el pueblo elegido, era un pueblo de almas infantiles, y ese era su mensaje a toda la humanidad.
Abraham se podía sentar fuera de la sala de cine, en las mesas multicolores de los comensales, y allí buscaba la inspiración para escribir sus guiones de cine. Amaba las salas de cine, los Lobbies de hoteles, las bibliotecas, los parques, jardines, campos, las universidades, el Country Club con albercas, los cafés.
En los últimos años había escrito decenas de cuentos y guiones de cine basados en el Internet…,si…. el Internet. Abraham buscaba el cuento perfecto para convertirlo en película, en un blockbuster.
-Qué te parece si mañana en la tarde vamos al cine?- pregunto Sara.
-Mi lugar favorito.
-Te veo un poco preocupado. Que te pasa?
-En Israel hay guerras, en Medio Oriente revueltas, en África muertos de hambre, en Asia terremotos e inundaciones, y en México, en México tenemos de todo un poco. Quizás tienes razón, soy un egoísta, no veo más allá de mis propias gafas rosadas.
-No digas eso Abraham, tú eres el Padre, saca toda preocupación de tu corazón.
-Gracias, hace mucho no me decían esa frase.
-Ay Abrahamcito, me parece que hoy te voy a llevar a ver una comedia.
-Que comedias hay en cartelera?
-Prefieres Jim Carrey o Woodie Allen?
-Ambos me fascinan.
No era sencillo explicar la filosofía de Abraham. Había buscado la Tierra Prometida en el cine, con la promesa de retornar al paraíso, a la luz. La palabra “Tierra Prometida” en hebreo, era “Tierra de seguridad”.
Sesenta y cuatro años de bendición ya habían transcurrido, el pueblo judío había retornado a la Tierra Prometida, a través de los puertos de Ashdod, Tel Aviv y Haifa.
La Tierra prometida se había convertido en un paraíso verdadero, casas de lujo, súper vías bien construidas, colonias desarrolladas, súper centros comerciales, bares, discotecas, cafés, teatros, galerías de arte, boutiques, tiendas en todos los géneros con las mejores firmas del mundo, puertos y las mejores playas del mundo, hoteles que habían abarcado al turismo de Tierra Santa, olas en el mar.
El pueblo judío era un pueblo peculiar, regado en las cuatro puntas del orbe, líderes en cultura y comunicaciones, educación y academia, ciencia y arte, negocios y finanzas, proyección y construcción de un mundo mejor. Al principio los judíos habían llegado a una tierra árida, a un desierto rebanado de pantanos, pero formando organizaciones y comunas, Kibbutzim y Moshavim, poco a poco lograron enverdecer el desierto, convirtiendo a Israel en un paraíso de la energía del futuro, la energía solar y marina, el hi-tech y el desarrollo de la programación.
Abraham amaba todo eso, y estaba orgulloso. Lo único que le preocupaba eran las guerras, la violencia y la desarmonía.
Por eso empezó a dar conferencias en universidades, y a hablar sobre la armonía mundial basada en una idea que tenia del Holocausto.
-Como es tu idea del Holocausto?
-Te la explico otro día, ahora no tengo fuerzas, mejor te cuento sobre la Creación!
Abraham lo explicaba de la siguiente forma. Todo el mundo, el universo, la Creación, había sido construido mediante signos.
Al Principio Dios creo el Signo.
Todos los signos venían de un solo signo, la red de la Luz Infinita.
El signo original y cósmico, era un plasma mediante el cual la Luz Infinita se había convertido en universo en expansión, mundos y planetas, estrellas y soles…materia.
Todo lo que vemos a través de cualquiera de los sentidos, absolutamente todo, ya sean cosas de la naturaleza, ya sean artificios producidos por el hombre, naturalezas y culturas, eventos culturales y cósmicos, todos eran signos que reflejaban como un espejo la Luz Infinita de Dios. No existía el mal absoluto.
El mal solo existía debido a una mala dirección en el libre albedrio del hombre, debido a una relatividad, ya sea por falta de fe o por extremismos y fanatismos debido a las religiones, opuestos e incongruencias, debido a la corrupción, a morales podridas, es decir, el anti-cristo.
El mundo había sido creado con opuestos, que eran no solo complementarios, como hombre y mujer, masculino y femenino, sino que unos eran materias primas y tejidos de otros. Por ejemplo, la “oscuridad” no era un signo del mal, sino ante los ojos de Abraham, era un signo de “luz potencial”.
Este signo era como el ojo de Dios, un manantial de música y Luz Infinita.
El universo era un vientre, y el nacimiento se daba cada vez que el hombre veía la luz, la luz era la paz, la armonía, el amor, la justicia, la bendición.
-Posiblemente el mundo sufre un problema de educación.
Por ello el Internet ante los ojos de Abraham era una bendición, un signo de luz, armonía, globalidad, producto de la sociedad de la información. El Internet era un vientre ecológico y digital. Y de este salía la poesía del mundo. No podía comprender a los religiosos que odiaban al Internet, o que veían en este un peligro.
Al entrar a estudiar a la Universidad, recibió su primera computadora, una buena Apple IICi, que era de lo más avanzado en ese entonces, fuera de la famosa Quadra.
En la computadora, además de hacer sus trabajos para la universidad, empezó a escribir poemas, cuentos cortos de cinco a diez cuartillas, e incluso intentos de novelas.
El definitivamente pertenecía a los Apolíneos, los Integrados. Pero de Sara no estaba seguro, Sara siempre ponía en duda.
No fue sino hasta que Sara y el tuvieron una hija. Entonces se unieron en espíritu.
-Qué te parece si vamos a vivir a la Israel?- había preguntado Abraham incisivamente.
-Porque? Has hablado con Dios últimamente?- se burlaba Sara.
-Sí, nos escapamos de La Biblia, y Dios sigue hablando conmigo- También reía Abraham.
-Gracias, pero yo soy feliz en Polanco.
Que nunca nadie lo olvide, el hombre puede ser la base genética, pero la mujer es el volante, ella es la que decide la dirección.
-Estoy hablando en serio, vayamos a Israel, nos están esperando en el aeropuerto Ben-Gurión, besemos la pista de aterrizaje.
Como era la costumbre de Sara lo cuestionaba para examinar su profundidad.
-Abraham, tú mismo has dicho muchas veces que todo el planeta es Israel, todo el planeta es la Tierra Prometida, tú mismo dijiste en varias ocasiones que el nombre del universo es Sion.
-Sabes lo que significa Sion en hebreo Sara?
-No, qué significa?
-Significa “Calificación”!
-Calificación? Porque? Hemos vuelto a la escuela?- rio Sara por las ocurrencias de Abraham.
-Así como lo escuchas, estamos aquí para ser calificados.
-Bueno, nos vamos al cine?
-Vamos mi amor.
Sara y Abraham se habían separado, y Abraham se fue a Israel, hasta que años más tarde volvió. Volvió a reconocer a su hija Primavera.
Sara le dio la mano y caminaron hacia el estacionamiento.
Abraham y Sara subieron a la Van Benigna de Nissan color rojo brillante que Sara conducía. Se dirigieron por el tráfico de Palmas hacia Interlomas, hacia el Centro Comercial Interlomas.
Abraham sencillamente era un ser feliz, y estaba feliz de estar con Sara. Se sentía bendecido por Dios.
Aunque como vimos, Abraham tenía un lado oculto.
Subieron por el elevador desde cuya vitrina se veían los tres pisos del gigante mall, llegaron a la sala de Cinepolis y vieron los posters de la cartelera. Había una película de Woodie Allen, “Scoop”, una gran película.
Casi casi era una metáfora de la vida, todo mundo estaba en busca de un scoop, incluso estaban dispuestos a morir por su “scoop”.
Junto con el pop corn y el aire acondicionado de la sala oscura, fue una tarde formidable.
El chorro de luz que salía de la pequeña ventanita le recordó a Toto de Cinema Paradiso.
Abraham podía ver su guion sobre la historia de un cacaro, que veía en sus horas diarias frente a la pantalla, en su vida, en su cansancio, en la película de los grandes artistas, su propia batalla.
Y quien no era así en este mundo? Quien no era Toto?
Todos vemos nuestra vida en las grandes producciones Hollywoodenses, todos tenemos una pequeña ventanita a ese mundo oculto que es el mundo de la verdad, absolutamente invisible para los demás.
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