¿Por qué 1948 fue un desastre palestino y árabe?

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En 1948, la ONU votó la partición del Mandato Británico en Palestina en dos estados, uno judío y otro árabe. Los judíos aceptaron la partición. Los árabes la rechazaron.

La comunidad internacional ofreció convertir a Amin al Husseini, el líder de los árabes palestinos, en el jefe de un Estado a pesar de que sobre él y sus asociados más cercanos, pesaba una orden de arresto británica, emitida en 1938 por actividades terroristas (no imaginadas sino por el asesinato de mucha gente), y a pesar de que había pasado la Segunda Guerra Mundial en Berlín haciendo propagando pro-nazi, reclutando soldados para las unidades de las SS, y planeando un Holocausto de judíos en el Oriente Medio.

Sin embargo, Al Husseini rechazó la partición y también la rechazaron todos los estados árabes. Mientras que Jordania quería llegar a un acuerdo y el gobierno de Egipto no estaba entusiasmado; debieron acompañar a la intransigencia de al Husseini, a la histérica opinión pública de sus respectivos países y a las presiones de otras naciones árabes. El líder de la Liga Árabe, agente nazi durante la Segunda Guerra Mundial, se jactaba de que los judíos debían ser masacrados. Los Hermanos Musulmanes, que colaboraron con los nazis, durante la guerra, y fueron subsidiados por ellos, antes de la conflagración internacional, enviaron voluntarios para combatir a los judíos.


También, un ejército árabe palestino, cuyos comandantes principales pelearon a favor de los Nazis durante la Segunda Guerra Mundial, fueron a combatir a los judíos con armas provistas por los Nazis (suministradas para la revuelta Palestina de 1939 y para la revuelta egipcia de 1942 que nunca ocurrió). Ellos fueron derrotados.

Luego, los ejércitos de los países árabes invadieron Israel. Ellos fueron duramente derrotados; aunque los egipcios se mantuvieron en el área de Gaza y los jordanos tomaron el este de Jerusalén y lo que ahora se conoce como la Cisjordania. Egipto tomó el control de Gaza y Jordania anexó a Cisjordania.

Todos lo que pasó después fue consecuencia de la decisión árabe de rechazar la solución de dos estados y la creación de Israel.

Esa es la conclusión final. El desastre se debió primero y principalmente al liderazgo árabe palestino y en segundo lugar a los países árabes y sus públicos.

En relación a la “nakba”, los palestinos árabes y el mundo árabe-parlante deberían reconocer a grandes rasgos que el desastre resultó del rechazo a aceptar la existencia de Israel y buscar un compromiso verdadero para una solución de dos estados.

¡En cambio, en nombre del desastre de 1948, ellos están repitiendo las mismas políticas que lo provocaron! De hecho, esas son las mismas políticas que condujeron a auto infligirse los desastres de 1967, 2000, y otros desde ese entonces.

Por ejemplo, como parte de los preparativos para conmemorar el desastre de 1948 la televisión de la Autoridad Palestina emite repetidamente un video musical titulado “Camino a Jerusalén”. Sus principales estrofas son:

“Jaffa, Acre, Haifa y Nazaret son nuestras.
[Yo], Mahoma (Muhammad), canto sobre la Galilea y el Golán.
Jaffa, Acre, Haifa y Nazaret son nuestras”.

Esto es precisamente la solución de un sólo estado, borrando a Israel del mapa, lo que los llevó al desastre en 1948, y a cada uno de los desastres desde ese entonces, y a más desastres en el futuro previsible. Sesenta y cuatro años (contando desde 1947) de políticas fracasadas no han generado sabiduría.

Casi todos los eventos – la revolución egipcia, los manifestantes intentando cruzar la frontera con Israel, los ataques terroristas, los simpatía de Occidente, etc. —son interpretados como una prueba de que la destrucción de Israel es posible y de que, por lo tanto, se deben perder otras décadas mediante la intransigencia diplomática y la incitación a la violencia antes que en esfuerzos constructivos. Esta es la razón, a propósito, de por qué los palestinos al final siempre pierden.

Esto ha continuado por tanto tiempo que gran parte de Occidente se ha olvidado de las raíces y las continuas causas del conflicto, del sufrimiento palestino, del sufrimiento israelí, de la violencia terrorista y la difamación de Israel.

Nota: El empleo de las palabras “colaborador nazi” y otras menciones a las actividades pro-nazis de este artículo no han sido designadas con su nombre pero están basadas en materiales de inteligencia alemanes y norteamericanos. Estos puntos serán completamente documentados en detalle en el próximo libro que he escrito con Wolfgang Schwanitz, y que será publicado por Yale University Press el año que viene.

*Barry Rubin es director del Centro Gloria, del Instituto Interdisciplinario Herzlía, editor de la revista Middle East Review of International Affairs (MERIA) Journal, y columnista en PajamasMedia .

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