Dos burros iban caminado cargados cada uno con bolsas diferentes, uno cargaba sal, muchas bolsas de sal, el otro cargaba esponjas, muchas bolsas de esponjas. El burro que cargaba sal iba muy adolorido y cansado por el peso de las bolsas, mientras el burro que cargaba esponjas iba feliz, saltando de un lado al otro y burlándose del cansancio del otro. Llegado el momento les tocó atravesar un rio. Luego de vadear y salir al otro lado del rio el burro que llevaba sal ya no tenía tanto peso, pues la sal se disolvió en el agua y podía caminar bien y sin dolor, pero el burro que llevaba esponjas ya estaba muy pesado y no podía caminar por toda la cantidad de agua que absorbieron las esponjas.
A veces no notamos que las cosas que en ocasiones parecen malas para nosotros y buenas para otras personas, en algún momento de la vida cambian. Lo que en un momento fue malo para nosotros, afloran luego sus virtudes y se convierte en algo positivo.
En la Parashá que leeremos mañana, Parashá Shemini habla acerca de la comida que podemos comer y la que es prohibida. Es difícil entender esto, pues hay mucha gente que piensa que es por cuestiones de salud o por separarnos de los demás. Pero en realidad, el motivo es mucho más elevado.
En este Shabat leeremos también sobre la vaca bermeja. La Torá incluso aclara que no se puede entender el motivo, tanto así que ni siquiera el más sabio de todos, el Rey Salomón, entendió.
Si suponemos que la Torá fue escrita por un ser humano, que lo único que buscaba era cuidar la salud y los valores humanos de las personas en el mundo y que quería que sus palabras fueran aceptadas, lo primero que haría sería transmitir lo escrito con lógica. Sin embargo la Torá está plena de temas sin ninguna lógica con el fin de enseñarnos que la misma es un medio para conectarnos con la luz divina. Es decir, es para cuidar nuestra salud, pero más que esta, es la salud de nuestra alma.
Cuentan que una vez un policía “muy sabio” detuvo a un señor que también era “muy sabio” y le pidió su licencia, y el señor pregunta ¿qué es licencia?, a lo que el policía responde, “es un cuadro pequeño con tu foto”, el señor le pasa un espejo, el policía lo mira y le dice, –“oye, porque no dijiste que eras policía también”.
Muchas veces salen cosas buenas aunque no las entendamos, pero las aceptamos como debe ser. De la misma forma, cuando visitamos al doctor y él nos receta varios remedios, de los cuales no tenemos ni idea cómo funcionan, pero es seguro que al final nos mejoramos. Pero si pensamos en tomar otras, aquellas que él no nos recetó, lo más seguro es que vayamos a terminar en otro lugar. Por eso debemos hacerle caso al doctor, porque él es el que sabe de medicina y sabe que va a funcionar y que no. Por tanto, debemos tomar lo que nos indica el que sabe, así no lo entendamos, porque al final nos hará sentir mucho mejor.
Que logremos a entender que a veces no podemos entender. Necesitamos tener fe y confianza en el mejor doctor del universo
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