La madrugada del 16 de septiembre de 1810, en el poblado de Dolores, Guanajuato, don Miguel Hidalgo y Costilla lanzó el “Grito de Dolores”, un llamado a la sublevación contra el gobierno virreinal.
Hidalgo adoptó los ideales de diferentes grupos independentistas que desde 1809 empezaran a extenderse por todo el país en contra de la autoridad virreinal.
El Padre de la Patria tocó la campana de la iglesia convocando al pueblo a levantarse en armas en pos de la Independencia de México. En Dolores, Guanajuato, pronunció un histórico discurso junto al grito “Viva la América y mueran los gachupines”.
En 1813, José María Morelos pidió al Congreso de Chilpancingo solemnizar el 16 de septiembre.
En 1825 el primer presidente de México, Guadalupe Victoria, convirtió este día en la fiesta nacional por excelencia, sin embargo, el presidente Porfirio Díaz cambió de fecha la ceremonia y estableció el 15 de septiembre como aniversario del Inicio de la lucha por la Independencia.
La lucha iniciada por Hidalgo, Allende, Aldama y Jiménez fue continuada por otros héroes como José María Morelos, Hermenegildo Galeana, Mariano Matamoros, Vicente Guerrero, Leona Vicario, y por miles de mujeres y hombres.
Un poco de historia: El Grito de Dolores
Los rebeldes tenían previsto levantarse en armas el 1 de octubre de 1810, pero el 13 de septiembre fueron descubiertos por un infiltrado que informó al gobierno realista de los planes insurgentes.
Doña Josefa Ortiz de Domínguez, en cuya casa se reunía el grupo conspirador, pudo advertir a Miguel Hidalgo que el movimiento contra el virreinato de Nueva España había sido descubierto, lo que impulsó que se adelantará la insurrección.
Al anochecer del 15 de septiembre de 1810, Don Miguel Hidalgo se encontraba en la Casa Cural de Dolores, en compañía de Ignacio Allende, cuando fue notificado por Juan Aldama que se había descubierto la conjura y que estaban detenidos sus aliados de Querétaro.
Hidalgo decidió, aún en contra de la opinión de Allende, dar inicio al movimiento, pues consideró que, de esperar a comunicar a los demás conspiradores, las autoridades virreinales tendrían tiempo para aprehenderlos y encarcelarlos.
Allende entendió las razones de Hidalgo y, junto con éste y Aldama, salieron del curato en las últimas horas del día 15 de septiembre, para dar inicio al movimiento de independencia.
Fue la casa de la “Corregidora” –como se le conocía a Josefa Ortiz por ser esposa del corregidor de la ciudad de Santiago de Querétaro, José Miguel Domínguez–, donde solía reunirse el grupo conspirador.
Alrededor de las 05:00 horas del día 16 de septiembre, Hidalgo procedió a convocar a la comunidad a unirse a la lucha.
Cuenta la tradición que Hidalgo hizo tocar la campana del curato de Dolores.
Tras el discurso libertario de Hidalgo, que se había reunido en el atrio y los alrededores de la parroquia de Dolores, la fuerza ascendió a unos 600 hombres, que portaban viejos fusiles, machetes, lanzas, hondas, palos e instrumentos de labranza.
Montados unos y sin cabalgadura los más de ellos: campesinos, empleados y artesanos, que vitoreaban enardecidos por las palabras del cura a sus caudillos y a la Independencia.
El cura Hidalgo tomó como pendón la imagen de la Virgen de Guadalupe a la que, según algunas versiones, le puso la siguiente inscripción:
Viva nuestra Madre Santísima de Guadalupe. Viva Fernando VII y muera el mal gobierno…”
El objetivo de la lucha, sin embargo, era la independencia total de España.
Hidalgo fue tomado prisionero en marzo de 1811 y fusilado –tras ser excomulgado- en julio del mismo año.
La celebración del inicio de la lucha por la independencia nacional comenzó en 1812, cuando Ignacio López Rayón conmemoró esta fecha como día de fiesta nacional.
Morelos, en el punto 23 de los Sentimientos de la Nación, señaló que debía solemnizarse el 16 de septiembre todos los años:
“Como el día aniversario en que se levantó la voz de la independencia y nuestra santa libertad comenzó, pues en ese día fue en el que se abrieron los labios de la Nación para reclamar sus derechos y empuñó la espada para ser oída, recordando siempre el mérito del gran héroe el señor don Miguel Hidalgo y su compañero don Ignacio Allende”.
La Independencia se consumó el 27 de septiembre de 1821, con la entrada del Ejército Trigarante a la Ciudad de México.
Bajo el gobierno de Guadalupe Victoria, primer presidente de la República, se reconoció el 16 de septiembre como la fiesta nacional por excelencia.
La celebración de esa fecha cívica no se ha interrumpido desde entonces, ni siquiera cuando el país estuvo en guerra contra Estados Unidos, o durante la resistencia republicana contra la Intervención francesa y el Imperio de Maximiliano de Habsburgo.
A partir de esos años comenzó la práctica de conmemorar el inicio de la Independencia con una fiesta popular la noche del 15 de septiembre, en que se arengaba a la multitud desde un balcón de Palacio Nacional, se repicaba las campanas de catedral y se daba inicio a una fiesta popular que continuaba el 16 e incluso hasta el 17.
Durante el Porfiriato se integró un nuevo elemento a la conmemoración; en 1896 se trasladó la Campana de Dolores a Palacio Nacional.
Campana de Dolores.
La campana que Miguel Hidalgo hizo sonar la madrugada del 16 de septiembre de 1810, una vez concluida la guerra de Independencia, fue conservada por los gobiernos liberales posteriores como uno de los símbolos primordiales del comienzo de ese importante movimiento.
El 15 de septiembre de 1896 fue incorporada la Campana de Dolores a la celebración de la Independencia.
Hoy, la campana de Dolores puede admirarse restaurada en un nicho ubicado justo arriba del balcón central de Palacio Nacional, en el Centro Histórico de la Ciudad de México.
El Presidente de la República en turno tiene la obligación de hacerla repicar para revivir, ante el gran público congregado en la plancha del Zócalo la noche del 15 de septiembre, el grito por la Independencia.
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