Uno de los objetivos más buscados en el mundo y a la vez que más escasea es la alegría. Todos quieren tenerla, pero no todos saben encontrarla con facilidad.
¿Por qué cuesta tanto encontrarla?
Quizás porque se está buscando en el lugar equivocado…
El siguiente ejemplo nos permitirá entender esto.
Un niño estaba en la calle jugando con el coche nuevo que su papá le había regalado. Después de unos minutos, el coche ya no aparecía. El niño lo había perdido.
Entonces pidió a su papá que le ayudara a encontrarlo. Pasaron los minutos y no encontraban el coche. El padre preguntó a su hijo dónde lo había perdido, a lo que el niño le contestó que en la equina de la cuadra. Es decir, no donde lo estaban buscando.
El padre le preguntó:
—Si aquí no lo perdiste, ¿por qué estamos buscándolo aquí?
El niño le contestó:
—¡Es que aquí hay más luz que allá…!
Podemos pensar que este niño es muy ingenuo e incluso tonto, pero los adultos muchas veces nos comportamos igual que él, principalmente respecto de nuestro tema, la felicidad y la alegría.
Nosotros las buscamos donde hay mucha luz y no donde realmente se encuentran.
Podemos explicar la expresión: “donde hay mucha luz”, de manera textual o en sentido figurado.
¿Cuánta gente piensa que la felicidad se encuentra es ciudades llenas de luz como Las Vegas, Nueva York, etc., o en lugares donde se encienden luces de aquí para allá, por ejemplo, bares, cantinas, discotecas, etc.? Aunque ahí hay mucha luz, no vamos a encontrar la felicidad, ya que no se encuentra en esos lugares.
En sentido figurado, por ejemplo, pensamos que esa luz es el dinero, un pequeño yate, recorrer el mundo, ser el hombre más honorable de la ciudad, etc. Pero ahí tampoco se encuentra la felicidad.
La verdadera alegría se encuentra en la Torá (en la parte espiritual)
Vamos a explicar esta idea: uno de los motivos para que las personas vivan angustiadas en este mundo es que se alejan de la Torá (de la parte espiritual). Con eso, ellas mismas se causan un daño tremendo, de la misma manera que el hombre que necesita estar conectado a diversos aparatos en el hospital y se desconecta a sí mismo porque se le hace incómodo tener tantos cables encima de él.
Analicemos este ejemplo:
Un niño tenía una pecera en su casa y veía a sus peces muy aburridos, nadando de un lugar a otro sin hacer nada emocionante, sino únicamente eso durante muchas horas, días, semanas y meses.
El niño quiso probar algo diferente con los peces y sacó a uno de ellos de la pecera. El niño se dio cuenta de que esa era la solución: al salir de la pecera, el pez estaba bailando y saltando, emocionado. ¡El pez había encontrado su felicidad afuera de la pecera!
Al ver esto el padre del niño, le dijo que el pez no se estaba divirtiendo, sino que se estaba ahogando. Es decir, ¡estaba sufriendo y “bailaba” por tanta angustia dentro de él! Le dijo su padre:
—¡La verdadera felicidad del pez está dentro del agua, aunque lo veas aburrido y sin hacer nada “emocionante”…!
Eso mismo es la Torá. Podemos pensar que la gente que se conduce conforme a la Torá vive aburrida y se está perdiendo de todo lo emocionante de la vida… pero realmente no es así. La gente que vemos “bailando” y moviéndose sin rumbo en la vida es la que no goza de una vida feliz, sino que únicamente se mueve como los peces que son sacados del agua.
Este mundo es alegre, no sólo el Olam Habá (mundo venidero)
Dijo el Saba de Kelem: “Mucha gente se equivoca y piensa que el camino de la Torá es aburrido y fastidioso, y únicamente cuando se llega al Olam Habá (Mundo Venidero) es cuando se disfruta de todo lo que se adquirió en este mundo material por medio de la Torá y las Mitzvot (los preceptos). Esto es un error, ya que este mundo, si se vive de acuerdo con las enseñanzas de la Torá, es totalmente alegre y de absoluta felicidad, mucho más de lo que podemos pensar”.
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