Primero dijeron que el holocausto fue un crimen de los alemanes, no de los polacos y que los polacos no solo no fueron cómplices -según el presidente de Polonia- sino también víctimas.
Ahora resulta que el mismo presidente Andrzej Duda, dijo que de ninguna manera se devolverán las propiedades o se indemnizara a los polacos de religión judía cuyos bienes les fueron robados durante la guerra y en la postguerra.
Con esto, el presidente de Polonia confirma que fueron los alemanes con la complicidad y ayuda de los polacos quienes para robar sus propiedades asesinaron a los polacos de religión judía, a quienes no les quiere devolver nada, porque pues ya todo es polaco, como si antes no lo fuera.
En resumen, ahora todo lo que pertenecía a polacos judíos pertenece a los polacos cristianos que se los robaron. Lástima por sus ‘socios’ alemanes con quienes tampoco compartirán nada.
Y nuevamente recordamos el libro de Kidush Hashem de Sholem Ash, donde se documenta la traición del gobierno polaco a sus conciudadanos judíos durante la rebelión de Chmelnitsky y que ahora habrá que escribirle una segunda parte para documentar el robo del siglo XX que, con esta declaración del presidente queda claro que LOS LADRONES SON LOS POLACOS, ¡NO LOS ALEMANES!
Cierto, los ladrones fueron los Polacos pero también lo fueron los Alemanes lo que nadie puede negar.
Los Alemanes robaron a los Judíos Ashkénazes y Sepharades que tenían (pues la mayoría era pobre) dinero, joyas, obras de arte y propriedades con la complicidad de los Polacos, Belgas, Franceses, Austríacos, Rumanos, Húngaros, Neerlandeses, Suizos, Italianos, Griegos, Croatas, Serbos, Ukranios, Rusos, Lituanos… Y en Alemania (la gran Alemania supremasista) no hay que olvidar que los Yekes (parte de los Judíos asimilados de ese pays que se consideraban más Alemanes que los mismos Alemanes) participaron también en el asesinato y al robo de sus “ex” paisanos y mismo parientes pero no por ello pudieron salvar sus vidas ya que también fueron exterminados aunque fueron los delatadores “privilegiados” de los nazis.
Hablar constantemente de los Polacos (u otros) de religión o de confesión judía, me pone los nervios de punta.
Escribir Judíos con J mayúscula sería preferible, pues en las cámaras de gas y en los crematorios no hubo distinción entre los religiosos, los no practicantes, los ateos, los agnósticos, y mismo los descendientes de parejas mixtas desde generaciones y/o conversos (católicos, protestantes,…)
La ADN scientificamente no puede crearse ni transmitirse a través de una religión (cualquier religión) que se impone al nacimiento o que se adquiere con el tiempo o por opción, aunque en el seno del pueblo Judío la historia y ciertas tradiciones, fiestas y conmemoraciones histórico-religiosas (Purim, Peysaj, el levantamiento del Gueto de Varsovia, la liberación de los campos de concentración, el día de la Shoah, el día de la Independencia de Israel, Sukes, Rosh À Shanah, Yom Kipur, la Inquisición, Januka…) se recuerden y festejen con dolor o alegría sin ser todas ellas para todos una obligación ( no he añadido a esta lista el día de Shabes pues solo lo festejan los Judíos que están en la religión).
Hay amalgamas que duelen cuando leo tales argumentos ya que en mis dos familias (por ejemplo) había una parte muy ortodoxa (Jasidím y Rabinos) con su “Got vet nischt lozn” (aunque D’ dejó pues prefirió cerrar los ojos) y otra muy atea (resistentes que murieron luchando contra las ténébres sin la ayuda de D’) pero rarísimos fueron los supervivientes.