Hay algo atrayente, casi sensual, en las calles de París. Será el murmullo del bello idioma francés que te rodea, o el aroma a pan caliente y chocolate obscuro en el aire, o quizás la elegancia y belleza de sus edificios, imponentes delante de un cielo rosado al atardecer. Una ciudad histórica, excéntrica y seductora, Paris no falla en enamorar a los que nos aventuramos entre sus intrigantes callejuelas.
París alberga hermosos palacios producto de un extraordinario talento creativo y de un presupuesto ilimitado, que dejan bien claro el gusto refinado al que podían acceder las familias privilegiadas. Su visita se traduce en sumergirse en las artes más refinadas, en el conocimiento histórico y cultural de la ciudad, y porqué no, en sentirse por un momento como integrante de una familia real.
La capital de la bella Francia recibe el sobrenombre de ‘Ciudad de Luz’ por haber sido la primera ciudad europea en dotar a sus calles y edificios más importantes con luz eléctrica. Siendo una de las ciudades más visitadas del mundo, su larga historia y su rico patrimonio cultural, gastronómico y social ofrece a un sin fin de viajeros el destino ideal. Miles de turistas, atraídos por fantásticos monumentos como el Arco del Triunfo, la Catedral de Notre Dame o la Torre Eiffel, así como por las obras de arte que posee el Museo del Louvre, recurren a esta fascinante ciudad para dejarse seducir por la vida parisina.
Paris también es conocida por un segundo nombre: ‘Ciudad del Amor’, un título que nace del encanto y romanticismo que desprende perderse por sus calles.
La mejor manera de descubrir esta emblemática ciudad es desde el lujosísimo Prince de Galles, ubicado en arrondisment número 8, a pocos pasos del Arco de Triunfo.
Inaugurado en 1928 en las antiguas canteras de Chaillot, el príncipe de Galles es una de las joyas art déco de la ciudad. El origen de su nombre es simple, construido para recibir a Eduardo VII, Príncipe de Gales e hijo de George V, que es también el nombre de la avenida en la que se encuentra, en el corazón del Triángulo de Oro.
Ahora parte de The Luxury Collection de Starwood, Prince de Galles re-abrió sus puertas en el 2013 después de un período de dos y un medio años en el que se llevó a cabo una renovación completa – una obra de $100 millones de dolares supervisada por el maestro de lujo Pierre-Yves Rochon, cuyo trabajo reciente en el hotel Peninsula Shanghai y en el Savoy de Londres han ganado elogios.
En concreto, el diseñador francés se dirigió a los años treinta, que describe como un período “que todavía no es muy moderno, sino entre lo clásico y lo contemporáneo. Es realmente la diferencia entre el pasado y el futuro.”
El edificio es típico de los clásicos códigos parisinos de elegancia, estilo y modernidad. Sus ocho pisos se mezclan con el paisaje de la ciudad y al mismo tiempo crean un ambiente refinado para el hotel. El objetivo de los 27 meses de renovación fue dar al Príncipe de Galles una segunda juventud refrescante en estilo Art Deco, ahora la decoración integral del hotel. Esta decisión cuidadosamente pensada es visible en cuanto entramos y nos encontramos en un amplio salón con tonos de madera y mármol.
Detrás de los hoteles hay historias, hay sueños y mucha pasión.
Conociendo a las almas detrás de cada espacio hotelero uno no puede menos que enamorarse de ellos, primero por su compromiso y luego por los excelentes espacios, servicio y gastronomía que ofrecen.
Placer de principio a fin y para todos los sentidos, hospedarnos en el Prince de Galles Paris nos hizo sentir que vivíamos en la majestuosidad de principios del siglo XIX con ese toque de modernidad y de lujo que solamente se vive en París.
Artículos Relacionados: