Cuando finaliza un año y vamos empezando el siguiente, hacemos toda una serie de reflexiones, propósitos y planes para el siguiente año. La verdad es que solamente cambiamos un número en el calendario y empezamos con una nueva agenda. Los cambios se realizan desde dentro de nosotros y esto implica firmeza y responsabilidad que no siempre queremos tener. Trabajar con nuestra perspectiva mental es un medio más efectivo para lograr nuevos propósitos que buscarla en fuentes externas, hay que trabajar en la conciencia del propio valor. El terminar un año no nos proporciona las posibilidades del cambio.
La propaganda y el tumulto prenavideño influyen en la fantasía de que por cambiar de calendario cambiamos de forma de ser. No quiero parecer pesimista, pero la realidad es que nos inundamos de fiestas y anuncios prefabricados que son muy agradables a la vista y esto nos confunde. Al finalizar nos damos cuenta que estamos igual que antes. Sin esfuerzo no se logran cambios.
Quiero aclarar, que cada día tenemos pequeños cambios cuando trabajamos y tomamos conciencia interiormente: estamos llenos de obsesiones tiránicas, inclinaciones reprimidas, expectativas superticiosas, interrogantes sin respuesta, exceso de autocensura e incluso insomnio. Percibimos una soledad enorme y a veces nos percatamos de que ha llegado el momento de tomar decisiones que hemos dilatado a lo largo de nuestra vida. Esto tiene más que ver con la autoconciencia que con un calendario.
Por otro lado, tenemos que educar a nuestra conciencia a ver con amor y alegría lo positivo que tenemos y hemos acumulado a lo largo de nuestra vida. Son ejercicios mentales que nos facilitan una visión positiva de lo que traemos guardado. No fantasías, sino realidades.
Todos creemos en la posibilidad de una vida mejor, y ponemos el principio de año para “empezar de nuevo”. Es normal querer hacer cambios y marcar alguna fecha es importante, aunque tenemos que darnos cuenta que no es magia y que los propósitos implican trabajo interno y externo. Cuando las cosas andan mal, es normal tener la certeza de que van a mejorar y es importante tener fuerza y serenidad para trabajar en lo que deseamos.
En cualquier situación que nos toca vivir hay momentos de estabilidad y momentos de crisis que nos llevan a hacer un alto en el camino. Momentos decisivos para darle una vuelta a nuestra vida el fin y principio de un año, puede ser el momento, igual que cualquier otro día y mes del año. Por otro lado tenemos que tener claro lo que se puede cambiar y lo que ya no es posible modificar.
Cada uno de nosotros se va renovando constantemente; el devenir implica una serie de muertes y renacimientos. Todo cuestionamiento implica un anhelo, toda conclusión a la que llegamos, nos abre nuevas puertas. Esto se relaciona con la forma de ser de cada persona y la capacidad que tenga de correr riesgos ya que no existe la seguridad de que el camino emprendido termine con éxito. Esto lo determina cada individuo y disfruta su propio placer al abrir nuevas expectativas. Los caminos no se abren solos, son oportunidades que surgen y tenemos que aprovechar con voluntad.
Nadie pasa por la vida sin recibir las marcas de la cavilación, el pesar, la confusión y la pérdida. Incluso quienes lo han tenido todo en su infancia, antes o después participan del término medio de desdicha, y a veces incluso más. Sin embargo, a veces pensamos que los otros, tienen que haberse visto siempre libres de sufrimiento. Con frecuencia nos sorprendemos ante el sufrimiento de aquellos que hemos visto como eternamente felices.
Por otro lado, nos causa asombro ver a una persona agotada en su propio ser y cambiando de lo que era en la clase de persona que antes le habría dado lástima. Aquellos que siempre han sido fuertes mostrar sus partes débiles y los débiles mostrar sus partes fuertes. Como si sus vidas que estaban llenas de satisfacciones se hubieran hartado de sí mismas y desearan prescindir de la cordura, y todo sentido de la proporción para abordar ese otro yo que también es parte de ellos mismos. En ocasiones no elegimos sino que somos elegidos.
Julián ha sido un hombre juzgado por su familia como débil y cuando enfrentó una crisis porque le detectaron cáncer, la fuerza interior con que peleó fue sorpresiva para todos. Julián esta vivo.
Leonor siempre fue una mujer muy fuerte que enfrentó los conflictos que surgían con entereza y acertividad; tuvo una intervención quirúrgica repentina y se vino abajo. La familia no la reconocía en esta nueva faceta que mostró.
Todos tenemos las dos partes y con frecuencia una aflora más que la otra. Cuando mostramos la que ha estado oculta, nos sorprendemos y sorprendemos a los demás. Uno se puede acercar a una persona con una intención y se suceden cosas y hechos involuntarios.
Toda interacción humana es compleja y abarca emociones diversas y contradictorias. Les deseo fuerza y serenidad, amor y alegría para llevar a cabo algunos propósitos.
Artículos Relacionados: