Un señor llega muy contento a su casa y le dice a su señora: “Le acabo de pagar a un señor para que ayune por mí en Yom Kippur”. La esposa enojada comienza a gritarle al esposo: “¿Cómo así?, ¿Es Kippur?, ¿Entonces tú no tienes que ayunar, pero yo sí?, ve y págale para que también ayune por mí, ¿acaso yo no soy judía?”. El día de Yom Kippur saliendo de la sinagoga se encuentran con el hombre al que le habían pagado para que ayunara por ellos, comiendo con mucho gusto una hamburguesa con papas y refresco, “¿Qué pasa aquí?” pregunta el hombre alarmado, “te pagamos mucho dinero para que ayunaras por nosotros”, “no se preocupen”, contesta el tipo muy relajado, “yo estoy ayunando por ustedes, pero estoy comiendo por mí.”
Nuestra Parashá de la semana “Bamidbar” se lee siempre antes de Shavuot, una de las razones es que el desierto es un lugar abierto, tierra de nadie, todo aquel que encuentre algo puede tomarlo para sí. Lo mismo acontece con la Torá, todos podemos tener parte de ella, todos podemos aprender y estudiarla, sin importar el nivel de la persona, incluso los más estudiados no pueden reclamar que son los dueños de la Torá, sino todos, inclusive los más modestos del pueblo de Israel son los que la poseen (Ese fue justamente el error de los alumnos de Rabí Akiva, no se acostumbraron a respetarse los unos a los otros).
Como vemos, si la Torá viene a ser un mensaje de humildad, ¿por qué la Torá fue entregada en un monte y no en la llanura del desierto? Lo que simbolizaría mucho más la modestia de la que hablamos. Acá apreciamos una de las lecciones más importantes que la Torá nos da para nuestras vidas. Si bien debemos ser humildes y modestos, en el momento que pensemos que estamos muy por debajo, “sobre la llanura” nunca tendremos la capacidad psicológica de estudiar la Torá, sentiremos que no somos dignos, por el contrario, debemos sentir que para nosotros fue creado el mundo, “sobre el monte”. Pero no debemos olvidar que “nuestro monte Sinaí” no puede venir por cuenta del monte Sinaí de nuestro compañero. Por eso nuestros sabios comparan la Torá con el agua, que baja de un lugar alto por lo que siempre debemos aprender y enseñar a los demás, y que cuando acumulamos cierta cantidad de agua, esta se desplaza hasta alcanzar un nuevo nivel de equilibrio, tal como sucede con todos los recipientes.
El rey Salomón dijo “así como nosotros nos reflejamos en el agua, nuestros sentimientos se ven reflejados en el otro”, en otras palabras, comparó el agua con el corazón humano y con las relaciones interpersonales. ¿Por qué usa como ejemplo precisamente el agua y no un espejo que sería lo más lógico?
Porque para reflejarnos en el agua debemos agacharnos y para vernos en el espejo estamos por lo general erguidos.
Para que podamos crear ese equilibrio de los recipientes en la sociedad tenemos que ser como el agua que hay que agacharse para apreciarla, pero que también cae de arriba hacia abajo y así como no podemos quitarnos la sed si nuestro amigo está tomando agua, de la misma manera tampoco podemos beneficiarnos de lo aprendido por el otro.
Que D-os nos ayude a ser buenos recipientes y a saciar nuestra sed a través del estudio y las buenas acciones.
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