Si ser culto es leer mucho, hoy todos somos cultos, ya que nos la pasamos leyendo, entre redes sociales y WhatsApp.
Si ser culto es leer cosas interesantes, hoy todos somos cultos porque nadie, en su sano juicio, va a leer algo que no le interese, aunque sea por diversión.
Si ser culto es saber mucho y acaudalar vastos conocimientos, un teléfono celular es culto y todos somos ignorantes a su lado.
Ser culto no es ni leer mucho, ni saber mucho, ni conocer tantas cosas que a la mayoría de la gente le parecen mundanas o de poco interés.
Son menos las personas que estudian las hormigas que todas las demás personas del mundo. Y según todos los demás, estudiar las hormigas no es de gran interés. Seguramente decimos eso porque nunca las hemos estudiado, pero estudiar las hormigas es más que eso.
Con el movimiento de las hormigas se pueden descubrir hasta futuros cambios climáticos y tal vez temblores.
Ser culto no es saber mucho.
Entonces, ¿qué sí es ser culto?
Ser culto es querer saber y hacer todo lo posible para lograrlo. Y cuando digo “todo lo posible” no me refiero a estudiar ni a leer, sino a algo previo y más importante.
En principio reconocer que si algo se desea saber es porque de eso no se sabe nada al respecto. En segundo lugar, e igual de importante, es usar al máximo el potencial de la humildad para callarse y saber escuchar.
Ser culto es, entonces, saber escuchar. Una computadora no escucha. Un celular no escucha. Saber escuchar es únicamente con la finalidad de aprender y entender, no para pensar qué discutir. Es decir que, es posible ser un ignorante culto o un sabio inculto.
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