¿Qué hacer con nuestros diferendos?

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art2991 11En días recientes, sin mediar advertencia, nos hemos visto envueltos en la discusión de un tema por demás manejado a lo largo de nuestra vida. Un asunto que provoca enojo y angustia, pero que a la vez extrae los mejores sentimientos a la flor de nuestra piel: el existencialismo judío.

Leemos que un distinguido intelectual dice: ” Nuestras Comunidades deben conformarse en una sola organización, incluyendo escuelas, templos, corrientes, etc.,” (Supongo que se refiere a nuestro ámbito mexicano).

Por su parte, un distinguido rabino norteamericano, graduado en la Universidad Hebrea de Jerusalén, sostiene que debemos aceptar vivir en una sociedad de mezclas multirreligiosas (¿o multinacionales?) en Israel, tal como vivimos en la Diáspora.


Ambos nos obligan a pensar en diferentes escenarios.

En el primero surgen, como siempre, diversos cuestionamientos:

¿Estaría yo de acuerdo que en el “kinder” se juntaran mis hijos con los de las “otras” Comunidades?

Luego, en Primaria, además de las clases en Español, deberían compartir clases en Inglés o en Hebreo…o en Yiddish o ¿en qué…?

Otro punto: En “las Fiestas”: ¿Vamos a participar en “cualquier” Shul o Knis o Templo?

“¡Carambas! Si arrastro una herencia de diferencias y desacuerdos con las otra Comunidades, no voy a permitir (o sí) que se altere este concepto”.

“Está bien. Ya sé que Mizrahi se casó con Goldberg, pero si vieras qué difícil es ese matrimonio”.

“Bueno, ya se casaron, ya dimos lo que teníamos que dar. Que se las arreglen como puedan”.

Ejemplos como el anterior nos llevan a preguntar si en otras Comunidades alrededor del mundo se dan los mismos escenarios. La respuesta se cae sola.

Ahora vayamos de lo específico a lo genérico.

El rabino de referencia, Donniel Hartman, autor de varios libros sobre judaísmo publicados por prestigiados organismos, escribe en el NY Times

que “un grupo de rabinos en puestos oficiales de Israel atacan al judaísmo y a la democracia”, que declaran que es “judaicamente” ilegal permitir que los no-judíos vivan en la cercanía de los ciudadanos israelíes.

Esta declaración hace que el Rabino Hartman pregunte por qué esos rabinos traen a la palestra este tema el cual no es tomado por otros en el mundo.

Hartman opina que el judío que vive en Israel tiene una lógica distinta al de la Diáspora y no se preocupa de “lo que dirían los gentiles”.

Básicamente son dos posturas y lo mismo.

Uno quiere ” ecumenismo” socio- judaico ; el otro, ecumenismo global.

¿A quién escuchar y dar la razón? ¿ Cómo tratar con ambos? Dilema existencial.

En el primero de los casos, el lector dice:”Estoy de acuerdo…a mí ni me toca ese asunto”.

En el segundo; ¡Qué ” broncas” traen en Israel!

Pero no, no es así. Lo que es importante lo tenemos frente a nosotros.

En el primer caso: ¿Estamos a favor o en contra de convertirnos en una sola Comunidad?

En el segundo: ¿Estamos o no de acuerdo con la idea que Israel es sólo para Judíos?

Recordemos que la Diáspora, por motivos varios, nos ha permitido ilustrarnos en las universidades, crecer en los negocios, practicar nuestros ritos, sin cortapisa alguna.

Surge la pregunta ( típicamente judía): ¿Qué conviene más?

¿Debo luchar contra las ruedas del molino, por una parte, con el fin de unificar a las Comunidades?

Si no vivo en Israel ¿ debo inmiscuirme en asuntos de política interna y contribuir a decidir quién puede ser ciudadano israelí?

Si resido en Israel: ¿A quién autorizo vivir en mi calle? ¿Con quién jugarán mis hijos?

“Lo que el intelectual no sabe, o no quiere saber, es que desde mi infancia los intereses de ‘ellos’ son diferentes a los míos”, (Aplicable a ambos).

Dice el adagio: ” Aférrate a lo que tienes, pues es lo único”.

¿Cómo vamos a conciliar lo que me dicen con la realidad que veo?

Ahora veamos el escenario Hartman.

¿Cómo puedo aceptar que en mi calle – y en la de junto y la lateral – vivan personas que sé que lo que quieren es que yo no exista? ¿Cómo es que quieras que comparta lo que con sangre hemos recuperado para nuestro Pueblo?

Me embarras en la cara tu tesis de los Derechos Humanos. ¿Y los de mi gente?

Tu quieres que comparta un pedacito de tierra que he convertido en una pequeña potencia tecnológica, industrial y financiera, en un botín de sátrapas petroleros que utilizan su religión como ariete para sojuzgar pueblos enteros.

Al final de la calle, lo que el judío encontrará será la exclusión, como lo ha visto la Historia.

El rabino Hartman nos dice que esta actitud refleja la mentalidad “shtetl” de algunos de nosotros. Puede ser que esté en lo cierto, pero, con su juventud, el rabino no se imagina siquiera el origen de nuestras cuitas.

¿Qué es lo que ha protegido a nuestro Pueblo de la asimilación? Nuestra firme convicción de SER. No se trata de aislamiento ni de sentimientos ecuménicos.

Son miles de años de respeto al origen, a la observancia de las costumbres, de solidez de las convicciones, lo que nos ha hecho perdurar.

Ambos escenarios son de agradecerse porque nos hacen pensar y decidir. En el primero, qué bien que las Comunidades respeten sus usos y costumbres. Nadie las premiará, pero tendrán la satisfacción de verse en espejos presentes y futuros con legitimidad. El segundo, con todas sus acepciones, tendrá seguidores y contrarios – de eso se trata la democracia – hará que los israelíes – y sólo ellos – decidan el tipo de país que quieren.

Bien lo dicen; dos propuestas, tres votos y cuatro partidos políticos.

¡Ah, esos judíos!

Acerca de Salomón Lewy

Nacido el 30 de Enero 30, 1939, se considera oriundo de Orizaba, Veracruz, donde residía su familia y fue llevado a los tres días de nacido.Su Creación Literaria abarca grandes reconocimientos como: Primer Lugar en los Certámenes XVIII y XIX del C.D.I., Mención Honorífica en el Certamen XX del CDI.Dentro de sus publicaciones podemos encontrar: MI AMIGO ISAAC, EL CORAZÓN NO ES UN PASAJERO (Editorial Libros para Todos, EDAMEX).Idiomas:Español, Inglés, Alemán, Hebreo, Yiddish.Especialidades:Temas Judaicos, Israel, Política Mexicana, Relaciones Internacionales, Costumbrista Mexicano.

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