¿Qué opinas? Un notario judío puede ser quien delató a Ana Frank

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Un notario judío delató a Ana Frank

Una investigación concluye que Arnold van den Bergh desveló el escondite de la familia Frank para salvar a la suya del exterminio nazi

Arnold van den Bergh, un notario judío, habría traicionado a Ana Frank y la familia de la joven a cambio de salvaguardar a su propia familia del exterminio nazi. Así lo sostiene una nueva investigación recogida en un libro publicado en los Países Bajos que desvela que en una nota recibida en 1946 por el padre de la autora del famoso ‘Diario’ ya se aseguraba que su delator formaba parte de la comunidad hebrea de Ámsterdam. Es la penúltima hipótesis sobre la traición a los Frank que Ana pagó con su vida. Pero ni esta ni ninguna cuenta con el consenso de los historiadores.

El equipo encabezado, por un conocido notario judío, Pieter van Twisk ex agente del FBI  junto a historiadores y otros especialistas del programa ‘Cold Case’ concluye que los Frank fueron traicionados por un conocido notario judío: Arnold van den Bergh, que buscaba salvar a los suyos desvelando el escondite de la autora del famoso y universal diario, oculta junto a sus padres, su hermana y otras cuatro personas entre julio de 1942 y agosto de 1944 en el anexo secreto del 263 de la calle Prinsengracht en el corazón de Ámsterdam.

El delator habría sido Arnold van den Bergh, fallecido en 1950, y que formaba parte del Consejo Judío de Amsterdam. Los miembros de este organismo, que incluso organizaban las deportaciones a los campos de exterminio, estaban teóricamente protegidos de la deportación, pero solo temporalmente. Sí es conocido que tenían listas sobre escondites en los que se encontraban los Frank y otras familias, y cuando en 1944 ellos quedaron también en peligro de deportación, Van den Bergh habría entregado varias para protegerse él mismo y su familia.


Van den Bergh, además, tenía contactos con dirigentes alemanes de alto nivel, pues había mediado en las ‘compras’ de arte de Hermann Goering, que saqueó Europa en busca de tesoros artísticos. Tras la guerra, cuando Otto Frank investigaba el destino de su familia, recibió un anónimo en el que se acusaba a Van den Bergh de la delación. Una copia de esta nota, que ya era conocida, ha sido ahora localizada y se ha establecido su autenticidad.

Los nazis descubrieron en agosto de 1944 el escondrijo de la familia Frank, que sería deportada al campo de exterminio de Bergen-Belsen. Ana Frank murió allí de tifus en la primavera de 1945. Nunca se aclaró cómo los ocupantes alemanes dieron con el refugio. Es lo que desvela ahora el equipo formado por una veintena de historiadores, criminólogos y ex agentes del FBI que trabajaron con una montaña de papeles durante seis años con técnicas policiales.

‘La traición a Ana Frank’ se titula el libro, que no aporta, con todo, pruebas concluyentes de su tesis: que el nombre del supuesto delator de los Frank apareció en una nota anónima remitida después de la guerra al padre de la niña, Otto Frank, el único miembro de la familia que sobrevivió al Holocausto.

Se desconoce quién redactó la nota, cuyo original no ha aparecido, aunque los investigadores sí hallaron una copia mecanografiada por el propio Otto Frank entre los papeles del hijo del policía que siguió el rastro de esa información y que contó a Otto Frank que los datos de su escondite «fueron comunicados al Jüdische Auswanderung (JA) por A. van den Bergh, que vivía entonces cerca del parque Vondelpark, en Ámsterdam». También que el JA, el siniestro departamento encargado de deportar a los campos de la muerte de Alemania y Polonia entre 1941 y 1943, «tenían una lista completa de direcciones proporcionadas por él».

La información ya se barajó tras la guerra pero no se ratificó al considerar la policía que «la integridad del Van den Bergh estaba fuera de toda duda» y que se acusó «sin motivo» al notario, que fue arrestado en 1943 por las fuerzas de ocupación germanas.

Van den Bergh era un destacado miembro del Consejo Judío de los Países Bajos que trató de evitar su deportación y la de su familia como fuera. «Dada su posición, los nazis le concedieron una prórroga que aprovechó para esconder a sus hijas y moverse con gran inteligencia», ha explicado Van Twisk. Cuando la moratoria expiró, el notario discutió con un miembro del Movimiento Nacional Socialista, partido afín a los nazis y el único tolerado en el país. «Entonces debió de proporcionar a los alemanes las direcciones de los escondites de ciudadanos judíos», concluye el libro.

Puzle incompleto

Vince Pankoke, exagente del FBI y colaborador en la investigación, asegura que este ha sido el caso «más largo y difícil» de su carrera «por la montaña de datos, documentos perdidos y testigos fallecidos». Admite que ante la falta de pruebas de ADN o filmaciones «hay que apoyarse en pruebas circunstanciales». «Pero nuestra teoría tiene un 85% de probabilidades de acertar y la doy por buena», dijo a la cadena de radio holandesa NCR. «En cualquier caso, los únicos malos aquí fueron los nazis. Para acusar a Van den Bergh primero hay que preguntarse hasta dónde habríamos llegado nosotros para salvar a nuestros seres queridos» agregó Pankoke.

Otto Frank solo reveló la existencia de la nota en 1964, cuando volvió a investigarse la traición a su familia. Los investigadores creen que el padre de Ana consideró factible la traición del notario, pero que prefirió no confirmarla para frenar una previsible reacción antisemita. «Sabía que Van den Bergh, fallecido en 1950, tenía hijas, como él. Habría tenido que ensuciar su nombre a título póstumo y dañar a sus descendientes», asegura Pankoke. Se sabe además que el Consejo Judío elaboró una lista de escondites de miembros de su comunidad para demostrar a los nazis que cooperaban y que quizá incluyó el refugio de los Frank. Pero el rompecabezas sigue sin completarse y a la espera de la pieza esencial: quién escribió la nota dirigida al padre de la adolescente, convertida en un símbolo universal contra la violencia y el genocidio.

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