¿Quién es judío?

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En 1950, tras la Guerra de la Independencia, el Parlamento israelí aprobó una de las leyes más importantes del estado de Israel, la Ley del Retorno, cuyo único artículo establecía que:

“Todo judío tiene derecho a inmigrar a Israel”.

Posteriormente, en 1952, la llamada Ley de Ciudadanía otorgaba a todos los olim jadashim la nacionalidad israelí, con todos sus beneficios, derechos y obligacones.


La pregunta que se formula desde el título – ¿quién es judío? – está sumamente ligada al debate que existe en torno a la Ley del Retorno, y no deja indiferente ni satisfecho a nadie. Históricamente el término “judío” no contemplaba distinción alguna entre la pertenencia nacional del individuo y su creencia religiosa, y se tenía por válida la definición de judío de la Halajá, según la cual judío es aquel que:

a) es hijo de madre judía o;
b) se convierte formalmente al judaísmo bajo la supervisación de un reconocido tribunal rabínico.

Pero en el siglo XVIII, con la llegada del iluminismo judío (la haskalá), muchos judíos decidieron salir del gueto buscando una mejor integración en el mundo secular y fuera del ámbito de las yeshivot. La haskalá dio lugar al surgimiento de una nueva identidad judía, en que judíos se empezaron a ver a sí mismos como miembros de un mismo pueblo, pero separados de la tradición religiosa. Esta corriente de pensamiento animó también a muchos judíos a abrazar la modernidad y dio lugar al surgimiento de los movimientos reformista y masortí (tradicionalista), que rechazan gran parte de las normas halájicas, considerándolas obsoletas e innecesariamente restrictivas.

Según la Ley del Retorno, todo judío tiene derecho a hacer alía, pero ¿quién es judío? La corriente ortodoxa del judaísmo (oficial del estado de Israel) emplea criterios halájicos a la hora de definir quién es judío. Pero la ortodoxia representa solamente a una pequeña parte de los judíos de la actualidad, que se estiman cerca de 14 millones. Más del 70% de los judíos contemporáneos viven integrados en las sociedades modernas siguiendo los conceptos de la haskalá, siendo la ortodoxia una clara minoría. Así pues, carece de sentido que una minoría establezca una normativa para la mayoría.

Desde su aprobación, la Ley del Retorno ha sufrido dos modificaciones importantes. La primera, en 1954, de carácter meramente técnico y la segunda y más importante, en 1970, que sirvió para extender el derecho al cónyuge de un inmigrante y a sus hijos y nietos, junto a sus respectivos cónyuges. De esta manera se ofrecía la ciudadanía israelí a todas aquellas personas que fueron (o pudieron haber sido) perseguidas bajo las Leyes de Núremberg del III Reich:

“Los derechos de un judío según esta ley y los derechos del olé según la Ley de Ciudadanía (1952), así como los derechos del olé según cualquier otra legislación, serán otorgados también al hijo y al nieto de un judío, a la pareja de un judío, y a la pareja del hijo y nieto de un judío, exceptuando a quien era judío y cambió de religión por voluntad propia” (Ley del Retorno, artículo 4a, a).

A efectos de la Ley del Retorno, se reconoce la judeidad de un inmigrante hasta la tercera generación. Tener o haber tenido un abuelo judío es suficiente para beneficiarse de la ley. No obstante, según el Registro de Población (a cargo del Ministerio del Interior), un oléjadash sólo puede inscribirse como judío si ha nacido de madre judía o si se ha convertido al judaísmo con alguna de las tres corrientes comúnmente aceptadas: ortodoxos, tradicionalistas o reformistas. En caso contrario, se deja el apartado del grupo étnico (leúm, en hebreo) en blanco y el olé jadash queda inscrito junto a los cerca de 300 mil “sin religión” que hay en el estado de Israel.

Es curioso que la legislación israelí acepte las conversiones no ortodoxas realizadas en el extranjero, pero en cambio se niegue a aceptar la definición de judío de dichas comunidades, que afirman que es judío aquel que tiene un padre judío (en el sentido genérico, es decir, un padre o una madre). Por no hablar de los seguidores del humanismo judío, que afirman que “es judío quien se siente judío”.

Entonces, ¿quién es judío? La respuesta varía dependiendo de a quién se le pregunte. Pero para poder dar una respuesta adecueda, primero es necesario entender el concepto de separación entre pueblo y religión. Es importante entender que el judaísmo es un caso singular en el que el nombre de la etnia es el mismo que el de la religión, por lo que ser judío no implica la práctica religiosa ni la creencia en ningún Dios. Muchos judíos no se identifican con las leyendas bíblicas, pero en cambio se ven unidos en la lucha por la igualdad de su pueblo y se identifican con el sionismo y con el moderno estado de Israel. Un estado que, siendo un referente para los judíos de todo el mundo, debería esforzarse un poco más e intentar representar a todas las formas de judaísmo por igual, sin conceder monopolios de ningún tipo ni beneficios exclusivos.

Fuente: AccionPorIsrael.blogspot.com

Acerca de Ariel Kanievsky

Hizo aliá a Israel en el año 2004. Se alistó al Ejército en agosto de 2005, donde sirvió durante más de tres años. En la actualidad se considera un ciudadano israelí más. Esudiante de la Universidad de Tel Aviv (Facultad de Humanidades), fielmente comprometido con la hasbará crítica y a favor de un acuerdo de paz justo para ambos pueblos.

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