Soy una parte pequeña
Dentro del gran mundo
Soy un hilo en una gran maraña de hilos,
Una madeja complicada y compleja.
Pero mis sentimientos y sensaciones, Son tan grandes,
Reales, profundos e intensos
cómo ese gran mundo en el que vivo.
La complejidad de la vida nos muestra miles de hebras que son nuestras inclinaciones, deseos y necesidades que nos amarran al mundo y que nos mueven de un lado al otro, ansiosos, anhelantes, iracundos, temerosos, satisfechos, agradecidos. Esto implica vivir dentro de la contradicción y del dolor que implica crecer.
La propaganda, el consumismo y el exceso son valores que creemos que nos están nutriendo y sin embargo producen frustración, tristeza y enojo al no tener todo aquello a lo que estamos expuestos. NECESIDADES REALES Y NECESIDADES CREADAS. ¿Nos hemos preguntado que necesitamos nosotros? No lo que los demás nos inducen a desear.
Sin embargo, muchos de nosotros vivimos o queremos vivir dentro de la cultura de la abundancia, donde los excesos no se ven como tal y se confunden con necesidades reales, surge una sensación de opresión, pérdida y tristeza. (Los closets llenos de ropa, de objetos, que ahora tenemos, y solo usamos una ¼ parte, nunca fueron vistos en el pasado, con nuestros abuelos y abuelas.)
Estoy pensando en ese gran ANHELO INCONSCIENTE de tener más y mejor sin saborear lo que tenemos: un buen amigo(a), una buena pareja, buenos hijos, una vida suficientemente agradable; por ser victimas de un deseo insatisfecho, no lo valoramos en forma adecuada. A veces se llega al extremo de haberlo perdido y es entonces que se valora. Surge el doloroso “si hubiera…”
El lugar que tenemos es el que nos esta asignado. Casi siempre pensamos que es un lugar equivocado, pero al final cuando llega la madurez, (si es que llega) aceptamos que ese es el que nos toca. Y es entonces que lo empezamos a disfrutar.
Somos arquitectos de una parte de nuestra vida, la otra parte sucede sin que nosotros hagamos nada y en cierta medida, con humildad podemos cambiar el “así fue” por “así quise yo que fuera”, o esto es lo que me toca, eso es sabiduría.
Por otro lado, me he topado con gente que no sabe disfrutar lo que tiene y muchas veces es por la culpa de tenerlo. Esta culpa inconsciente, que nos hace sentir que no merecemos, y la distraemos pensando en lo que nos hace falta. Es más fácil sentir que somos pobrecitos, que aceptar con humildad lo que la vida si nos ha dado.
La vida es como nos ha tocado y no la podemos mover de lugar, sin embargo, el enfoque que le demos, va a cambiar nuestras sensaciones internas. Me parece importante no identificarnos con lo que sucede sino solamente observarlo.
Es importante distinguir lo que se puede cambiar de lo que no se puede. Lo que vemos con buenos ojos, nos produce un gran placer a diferencia de lo que siempre estamos listos para criticar en nosotros y en los otros. Es aprender a pensar en positivo.
ENGRANDECEMOS LO QUE LOS OTROS TIENEN Y DISMINUIMOS EL VALOR DE LO PROPIO. Aceptemos lo que es y así puede surgir la aceptación. Los seres humanos desean ser felices y superar el sufrimiento y habrá que aprender como hacerlo, cada quién a su propia manera.
Casi siempre tenemos algo en nuestra canastita y está escondido ante nuestros ojos, ya que estos están volteados hacia otros sitios para dar mayor énfasis a nuestras carencias. Todo ser humano tiene carencias pero no debemos quedarnos allí pegados.
Hay que abrir bien los ojos para llenarnos con el amor que no hemos querido ver. Cada quién sabe en donde están sus amores aunque pretenda ignorarlo. Mientras más comprendamos el sufrimiento, tanto más profunda será nuestra capacidad de compasión y de disfrute.
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