En una ocasión, un rabino se subió a un coche y se dio cuenta de que había algo extraño: ¡tenía dos volantes, uno frente a cada asiento! Ambos giraban, tenían cláxon, etc.
El rabino preguntó cómo esto era posible, si únicamente se puede manejar con un solo volante.
El hombre le contestó que, por cuanto que a su hijo pequeño le gusta mucho manejar, el padre había decidido ponerle un volante simulado que pareciera tan real, que el hijo sintiera que maneja en las calles y él solo maniobra el auto.
Al escuchar esto, el rabino aprendió un gran mensaje:
“Muchos nos comportamos igual que ese niño, y aunque no pensamos que manejamos un coche, a veces creemos que estamos manejando el mundo, y que, gracias a nuestras acciones, las cosas suceden”.
Sin embargo, esto es totalmente incorrecto. Somos nosotros quienes estamos controlados por Dios; sólo Él maneja el mundo con Su “volante” original y verdadero, mientras seguimos creyendo que manejamos nuestra vida a nuestro antojo, aunque realmente no es así.
“Debemos tener más fe y entender que todo lo que sucede, está totalmente controlado por Dios”.
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