Las enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT) son uno de los mayores retos en el mundo, y México no es la excepción. Los cánceres, la diabetes, los problemas cardiovasculares representan la causa más importante de mortandad.
Estas afecciones marcan, por supuesto, la vida de quienes las padecen, de sus familiares y amigos; pero los costos económicos, los años productivos y de bienestar perdidos los pagamos todos.
En casi todo el planeta, al igual que en nuestro país, la curva de mortalidad por enfermedades infecciosas ha disminuido dramáticamente. Hasta finales del siglo pasado, las enfermedades o infecciones transmisibles generaban la mayoría de las muertes; quien haya vivido antes de 1953 seguramente recordará, por ejemplo, los veranos cargados de polio. Los fallecimientos provocados por las ECNT han aumentado de forma constante. Tal transición epidemiológica se asocia en lo fundamental al hecho de que vivimos más años y a la modificación de hábitos y estilos de vida menos saludables. En el futuro el problema para los mexicanos se agravará: hoy 9% de la población es mayor de 60 años, en 2050 será casi 28%.
Según la Organización Mundial de la Salud, en las regiones de América, el Mediterráneo, Europa y el Sudeste Asiático, las ECNT fueron el principal motivo de muertes en el 2008. Los infartos al corazón son causa de 16% de las muertes, las patologías cardiovasculares de 9% y los padecimientos oncológicos de 6.3%. La diabetes, la hipertensión arterial y el cáncer de mama están entre las primeras 10 causas de muertes en el mundo: cerca de 2.5% cada una. En 2008, de 57 millones de muertes, 36 millones derivaron de estos padecimientos. Según la Secretaría de Salud, en México las muertes por las ECNT representan 73% de las muertes anuales: más que el promedio global.
Hay cuatro factores principales relacionados al comportamiento individual: tabaquismo, dieta poco sana, falta de actividad física y consumo dañino de alcohol. Éstos conllevan a cambios metabólicos/fisiológicos: aumento de presión arterial, sobrepeso y obesidad, aumento de colesterol y glucosa en la sangre. En México la prevalencia de la primera es de 30.8%. Casi la tercera parte de los mexicanos tiene problemas de peso (sólo Estados Unidos tiene un mayor porcentaje de habitantes con obesidad, 32.2 vs. 30.2%). La diabetes se presenta en 7% de los mexicanos, y las proyecciones son poco alentadoras: en 1994 la padecía sólo 4%; para 2025, el Instituto Nacional de Salud Pública señala que será 11.7% (cabe hacer mención que éstos son sólo los casos registrados, a los que habría que sumarle las personas que no saben que la padecen), siendo así la principal causa de atención en consulta externa, de hospitalización y de muerte. Por su parte, las enfermedades del corazón constituyen la segunda causal de decesos.
En la batalla contra las ECNT, es crucial un viraje: de lo curativo a lo preventivo. Lograrlo depende de todos: autoridades, médicos y enfermeras, y sobre todo cada uno de nosotros. Adoptando conductas saludables y la asistencia oportuna al médico, podrían prevenirse hasta en 80% los padecimientos prematuros del corazón y cardiovasculares: infartos, hipertensión arterial y accidentes cerebrovasculares. La prevención disminuye también el cáncer de mama y el cervicouterino.
El Seguro Popular inició la estrategia Consulta Segura: se invita a los afiliados a un chequeo básico y a que asistan a la clínica aun cuando se esté sano, para identificar, desde etapas tempranas, factores de riesgo y tratar a tiempo el sobrepeso, la obesidad, la hipertensión y la diabetes. Este año se realizarán más de 10 millones de consultas.
Por otro lado, se continuará con el financiamiento de tratamientos de calidad de las personas que ya padecen alguna de estas enfermedades, tales como cánceres cervicouterino y de mama, todos los cánceres padecidos por menores de 18 años, diabetes, hipertensión arterial, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, artritis reumatoide, osteoporosis, entre otras.
Es posible reducir la mortalidad que causan las ECNT al combinar la prevención y el tratamiento eficaz; pero no habrá recursos suficientes si no participamos todos en la prevención. Ha de quedarnos claro: quien previene, cura.
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