Marcelo Rittner, Rabino Emérito de la Comunidad Bet-El, habla de la lista negra y de ser parte de ella

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Sobre listas y máscaras. Un mensaje personal

Quiero comenzar diciéndoles que me siento orgulloso de ver mi nombre en esa lista. Y quiero decirles que rechazo las listas porque la historia nos enseñó que siempre han sido motivo de dolor. Quiero manifestarme no porque mi nombre esté en esta lista sino porque su publicación y efectos laterales lastima y ofende a millones de judíos en el mundo, miembros de comunidades como la nuestra. Necesito escribir esto porque estamos viviendo una hora peligrosa como pueblo judío.

Como si no bastaran las preocupaciones con el resurgimiento del antisemitismo en el mundo o el aislamiento de Israel entre las naciones, este torpe episodio abre un nuevo frente y agrava la situación. Y si sumamos a esto el desdén del primer ministro con el tema del Kotel, al no cumplir y anular o “posponer” acuerdos celebrados hace un año con los representantes de los grupos liberales de todo el mundo el tema se ve más sombrío. Para permanecer en el poder, cedió a la presión de los partidos ortodoxos, negoció sus principios y ofendió al mundo judío.

Verán, a lo largo de mi vida rabínica, más de 42 años, siempre manifesté abiertamente y apasionadamente mi amor a Israel, la tierra y su pueblo. Ustedes son mis testigos, porque me han escuchado hablar y practicar la tolerancia, el respeto y especialmente el pluralismo religioso. Ver mi nombre significa que, aunque pequeño, soy un clavo en sus zapatos. Ocupo un espacio que les provoca molestia, soy “incómodo” a sus planes y objetivos de subyugar a la religión judía, sin que importen las consecuencias y sin que se preocupen por hacer estallar la relación entre los judíos del mundo y de Israel, con la religión judía en sus diversas manifestaciones. Y los que no aceptamos sus órdenes o pensamos como ellos, somos desacreditados y difamados.


Como lo fueron todos mis colegas a quienes como a mí, esta lista lejos de ofender, desnuda la verdadera máscara tras la que se esconden sus ambiciones. Detrás de la máscara del Gran Rabinato, se esconden pequeños y mezquinos sujetos que usan al verdadero y Único Dios para su beneficio. Ellos se ven a sí mismos como los únicos poseedores de la verdad. Ignoran la experiencia histórica que nos ha enseñado que quienes así piensan lejos de causar la unidad y el refuerzo de los lazos, solamente logran la destrucción de los lazos entre las personas, las familias y las comunidades.

Qué triste. Qué peligroso. Y que tan lejos de la realidad. Por ello siento que debemos desenmascarar a los enmascarados. A los que juegan a pretender imponer un pensamiento monolítico para cada judío y cada judía en el mundo.

¿Saben por qué no lo lograrán? Porque ustedes, cada uno de ustedes agregará simbólicamente su nombre en la lista. No solamente los rabinos, todos debemos decirles: dai, basta. Sin importar cuál es tu línea religiosa o tu pensamiento secular, debemos ser am ejad, un solo pueblo.

Días atrás algunas personas, en pláticas informales me preguntaban si esto afectaba la validez de su matrimonio o la judeidad de sus hijos. No. Este tema tiene que ver con gente que hace aliá y quieren casarse en Israel. Como lo señaló la JTA, los partidos ortodoxos de Israel y el Rabinato Principal controlan esencialmente “todo matrimonio judío en Israel, y los inmigrantes que desean casarse allí primero deben demostrar que son judíos de acuerdo con la ley ortodoxa. … La antipatía del Rabinato Principal a los rabinos reformistas y conservadores está bien documentada “.

Como lo expresara el rabino Alex, un amigo cuyo nombre aparece varias veces en esta desprolija lista: “Sostengo que esta lista supuestamente negra, Blacklist, tiene otra función, ser Blackmail, una forma de chantaje al pueblo judío ya que trata de advertir que quien no está alineado será castigado. Las listas negras han existido y son parte de la penosa historia de la humanidad y todas tienen el mismo fin: hacer callar, presionar y amedrentar”.

¿Cómo pueden estas autoridades oficiales ser tomados en serio? Un rabinato oficial ortodoxo, donde uno de sus altos representantes está en la cárcel por tráfico de intereses y corrupción.

O Deri, el actual ministro de interior, por parte del Shas, un partido ortodoxo, que declara: “Todo lo que hacemos es para evitar la asimilación”. También nosotros. Deben aprender a respetar que hay nuevas formas de buscar la presencia de Dios en nuestras vidas y de ser mensajeros de su mensaje. De paso, este señor Deri, siendo ministro años atrás fue juzgado por desvío de grandes fondos para centros de estudios religiosos ortodoxos y estuvo preso. Pero ¿qué han hecho a no ser poner trabas, acusar, beneficiar sus centros educativos y alejar a la gente de la religión?

¿Son estos quienes tienen el poder de deslegitimar y difamar a rabinos de todo el mundo?

Tal vez pueden hacerlo entre ellos mismos. Como el juego de las sillas. Sale el rabino Lau padre y le deja su lugar a su hijo… Y hay muchos ejemplos. Tal vez es hora de desaparecer el rabinato de Israel que no representa siquiera a la mayoría de los propios israelíes y mucho menos a los judíos de la diáspora; que no tiene un funcionamiento transparente y que cuesta fortunas a los contribuyentes. Es hora de crear un rabinato incluyente que represente los intereses de todos los sectores.

Quiero que entiendan que esto es muy grave porque es una difamación. Hay nombres de colegas ortodoxos reconocidos internacionalmente, hombres de bien, idealistas que dedican su vida al amor a Dios, a la Torá y a Israel, y que están en esa lista porque, como nosotros, no están de acuerdo que la religión judía en Israel esté secuestrada. Esto es grave porque no es el Israel que anhelamos ni para nosotros, ni para nuestros hijos. Israel no debe ser transformado en una teocracia como lo pretenden. Algo que claramente lo explicó el exembajador israelí ante Estados Unidos, Michael Oren, en un reportaje al periódico Jerusalem Post: “Las maquinaciones de Bibi y de los partidos ortodoxos constituyen un ‘abandono del sionismo’. El Kotel, el Muro Occidental, pertenece al pueblo judío en su conjunto”.

Quiero compartirles una experiencia personal reciente para reforzar la imagen de mi mensaje. Hace pocos meses tuve la oportunidad de participar en un encuentro con cardenales, obispos y rabinos en el marco de un encuentro mundial promovido por el Camino Neocatecumenal en el “Domus Galilaeae” en Korazim, en la zona del Kineret en Israel. Éramos cerca de 400 personas, entre ellas 120 rabinos representabamos a todas las corrientes religiosas. Había allí rabinos ortodoxos llegados de la diáspora y de Israel, algunos representando la ortodoxia moderna e inclusive representantes religiosos del gobierno de Israel. Había rabinos conservadores y reformistas de todo el mundo. Los encuentros fueron respetuosos, emotivos y sinceros, con temas actuales que preocupan a todos. Entre las sesiones y especialmente en el momento de las comidas nos sentamos de manera espontánea. En cada oportunidad de convivencia, los representantes religiosos del gobierno evitaron cualquier contacto salvo con quienes usaban un sombrero negro. ¡Qué ironía! ¡Qué tristeza! Rezábamos juntos, pero en “equipos”. Compartíamos el mismo pan, pero no nos reconocíamos. Alabábamos a Dios, pero estoy seguro de que Él, no respondió amén a nuestras plegarias.

Les cuento esto porque hace pocos días comenzamos a conmemoramos un período de duelo que dura tres semanas y que abarca desde el 17 de Tammuz, cuando los enemigos abrieron la primera brecha en las murallas de Jerusalén y que finaliza el día de Tishá be Av, el 9 de Av, con la caída y destrucción de Jerusalén, bien como la dispersión del pueblo judío. En la literatura rabínica entre los textos clásicos se menciona que una de las causas que provocó esta derrota fue “sinat jinam” el odio injustificado, el odio entre hermanos provocado por la desconfianza, la intolerancia, la soberbia.

Justamente por ello los invito a todos a detenernos y utilizar ésta como una época de reflexión y de aprendizaje. De poder acercarnos y reconocernos. De ser humildes y tolerantes. De entender que “sinat jinam” ya lastimó profundamente a nuestro pueblo. De entender que metafóricamente el tiempo corre y el peligro acecha cada día con mayor intensidad.

No está en juego el apoyo a Israel. Lo que está en juego es la continuidad del sueño Sionista. Lo que está en peligro no son los nombres de una lista nefasta. Lo que está en peligro es la hermandad y unidad de nuestro pueblo. El peligro es que, como en el pasado, ese odio entre hermanos que debilitó la fortaleza interna de la comunidad hasta provocar su destrucción, se repita en nuestros días.

Para los que formamos parte de la familia Bet El o aquellos que se identifican con un judaísmo Masortí o a hermanos y hermanas de otras comunidades, quiero decirles que es tiempo de levantar la mano. Hineni, aquí estoy. Aquí estoy porque debemos continuar exigiendo respeto. Hineni para no renunciar a que nuestros derechos sean reconocidos en Israel. Es tiempo de redoblar nuestros esfuerzos para seguir soñando en alcanzar Shalom, no solamente con nuestros vecinos, sino especialmente entre nosotros. Sigamos creyendo en el respeto a cada ser humano, sigamos construyendo Tikún Olam, una sociedad mejor, un mundo mejor, y erradiquemos el “sinat jinam”. Es lo que Dios de Israel espera de todos sus hijos. Y no solamente en Israel, también en México.

Siempre he vivido como un eterno optimista. Les diré algo sobre el optimismo del pueblo judío. Nuestro himno nacional es “Hatikva”, la esperanza. Afirmamos Od lo avda tikvateinu: Aún no se ha perdido nuestra esperanza. Destruyamos listas y construyamos puentes y redes de tolerancia y respeto.

Shabat Shalom.

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