INTERVENCION ESTADOUNIDENSE (1847)
Pedro María Anaya se dedicó a la carrera de las armas; fue Presidente Sustituto de México, del 1ro de abril al 20 de mayo de 1847.
En 20 de agosto de 1847, los invasores norteamericanos atacaron el convento de Churubusco, cuyos soldados estaban al mando del General Anaya, quien los rechazó cuantas veces intentaron el asalto. Cuando los defensores del convento
se vieron obligados a capitular por falta de municiones. El General Twigs, después de tomar posesión del convento de Churubusco, le pidió al General Anaya que entregara las armas y el parque, a lo cual el ilustre defensor del convento le contestó “Sí hubiera parque, no estaría usted aquí”.
El General Anaya recibió la Presidencia nuevamente del 14 de noviembre de 1847, hasta el 7 de enero de 1848. Él no quiso resolver nada acerca de las peticiones de los estadounidenses y se retiró del poder, sin haber entregado ninguna fracción del país al extranjero.
Anaya vivió dolido los últimos años de su vida, por las grandes derrotas mexicanas, debidas más a la cobardía de algunos directivos, que a la falta de medios para luchar contra los países extranjeros. Murió en la ciudad de México, el 21 de mayo de 1854.
El 13 de septiembre de 1847 el teniente coronel Santiago Felipe Xicoténcatl, descendiente de los famosos generales de Tlaxcala del mismo apellido indígena, recibió órdenes para librar batalla con el batallón de San Blas contra los invasores norteamericanos; y así, ayudar a los escasos defensores que sostenían el Castillo de Chapultepec, para lo cual tendría que romper el cerco que los atacantes le habían puesto al Alcázar. Xicoténcatl marchó decidido a cumplir la misión, que bien sabia era suicida.
En el parte del general Nicolás Bravo menciona el heroico comportamiento del Batallón de San Blas, y principalmente de su jefe, quien fue acribillado por muchas balas. Con los intestinos perforados tuvo fuerzas para llegar hasta donde había caído el abanderado del Batallón, recoger la bandera y salvarla, cubriéndola con su desgarrado chaquetín, para seguir luchando al frente de los pocos soldados que le quedaban y que pelearon hasta morir. Xicoténcatl pereció envuelto en la bandera mexicana, desgarrada, llena de sangre y lodo; pero evitando que cayera en manos del enemigo.
ANTECEDENTES DE LA REFORMA
En 1826, Benito Juárez García inició sus estudios en el Instituto de Ciencias y Artes. Cuando asesinaron a Vicente Guerrero, dentro del gobierno de Anastasio Bustamante, Juárez pidió que los restos del insurgente fueran velados en Oaxaca, por lo que fue conducido a prisión varios meses y desterrado a Tehuacán.
En 1841, Juárez regreso a Oaxaca donde fue designado juez Civil y de Hacienda. Posteriormente, fue elegido diputado en 1846 al Congreso de la Unión, y al año siguiente gobernador constitucional de Oaxaca, puesto que desempeñó de noviembre de 1847 al 12 de agosto de 1852, reorganizando la hacienda, la administración de justicia y los cuerpos de la policía. Juárez como gobernador, no le permitió la entrada al estado de Oaxaca al general Antonio López de Santa Anna, que venía huyendo, después de dejar la presidencia por la derrota contra los Estados Unidos de Norteamérica. Terminando su mandato, Juárez pasó a ser director del instituto de Ciencias y Artes.
El 25 de mayo de 1853, nuevamente López de Santa Anna regresa como Presidente de la República, como resultado del Plan del Hospicio, en Guadalajara, donde se declaró como Alteza Serenísima; el licenciado Juárez no conforme, alzó la voz. Por esa causa y sus antecedentes liberales, motivó que fuera detenido y enviado preso a Xalapa y luego a Veracruz; quedó preso en las mazmorras de San Juan de Ulúa, para después ser embarcado al destierro a La Habana. De la capital de Cuba, Juárez pasó a Nuevo Orleans, donde conoció a los liberales expatriados don Melchor Ocampo, don José María Mata, don Ponciano Arriaga y otros.
Antiguo soldado de Morelos, don Juan Álvarez, fue destituido por López de Santa Anna del gobierno de la región sur por mencionarle “el Sur no aceptaba intromisiones, porque se levantaría en armas”.
Por tal motivo, Álvarez junto con el coronel Florencio Villareal, el 1ro de marzo de 1854 proclamó el Plan de Ayutla, donde se desconocía a López de Santa Anna como Presidente de la República.
Después de una serie de fracasos militares, el general López de Santa Anna abandonó el poder el 9 de agosto 1855 y marchó al exilio nuevamente. Juan Álvarez quedó como “Jefe de la Revolución”, mientras se convocaba a un Congreso que expidiera una nueva Constitución. Por breve tiempo, Juan Álvarez fue Presidente Interino. El general don Ignacio Comonfort, personaje muy importante en la rebelión de Ayutla, se le otorgó el cargo de Presidente Sustituto de la República.
LAS LEYES DE LA REFORMA
El general Comonfort llamó al Lic. Benito Juárez, quien llegó a Acapulco a finales de julio de 1855, donde fue nombrado secretario y consejero de don Juan Álvarez, recibiendo el Ministerio de Justicia e Instrucción Pública, del 6 de octubre al 9 de diciembre.
- El 23 de noviembre 1855, se expidió “La Ley Juárez”,
- donde se suprimieron los fueros eclesiásticos y
- “Ley sobre administración de Justicia, y
- orgánica de los Tribunales de la nación,
- del Distrito y Territorios”.
- El 28 de diciembre, obra de José María Lafragua,
- se reglamentó “La libertad de prensa”.
- El 25 de junio de 1856 apareció “La Ley lerdo”, la cual ordenaba “La desamortización de las fincas rústicas y urbanas que administrasen como propietarias las corporaciones civiles o eclesiásticas”, redactada por Miguel Lerdo de Tejada.
- 27 de enero de 1857. Se establece la ley del Registro Civil.
- 30 de enero de 1857. El gobierno Liberal pone en vigor la Ley de Secularización de cementerios.
- 5 de febrero de 1857. Se hace la Promulgación de la Constitución.
Ignacio Comonfort fue electo Presidente Constitucional en 1857, lo que trajo mayores enfrentamientos entre conservadores con pronunciamientos de “religión y fueros”, y por parte de los liberales “constitución y reforma”. Al aceptar Comonfort el Plan de Tacubaya, promovido por los conservadores, hizo apresar al Lic. Juárez, Presidente de la Suprema Corte de Justicia, encarcelado junto con otros liberales. En poco tiempo, las vacilaciones de Comonfort habían llegado a su fin; no quedaba otra cosa que poner en libertad a Benito Juárez para entregarle la Presidencia, que le correspondía por ministerio de ley.
Lamentablemente, el gobierno liberal celebró algunos tratados con los Estados Unidos de América (EUA) el 1ro diciembre de 1859 por Melchor Ocampo y Robert MacLane, donde se concedía a perpetuidad a EUA el derecho de libre transito
por el Istmo de Tehuantepec, a cambio de 4 millones de pesos; afortunadamente dichos tratados no llegaron a tener efecto: primero, porque el triunfo de la causa liberal lo dejo anulado, y segundo, la negativa del pueblo norteamericano a través del Senado de EUA. La razón se mencionó “hace un poco más de una década les quitamos más de la mitad del territorio, y ahora queremos despojarlos”.
La guerra de Reforma entre conservadores y liberales duró tres años, de 1858 hasta 1860, saliendo vencedores los liberales; con un país muy mermado y sin recursos económicos para regenerar la agricultura, la minería y el comercio.
Los liberales fueron apoyados por los EUA, para tener un gobierno Federal, mientras que los conservadores buscaron en Europa apoyo de las monarquías, para hacer un gobierno Centralista o Monárquico.
INTERVENCION FRANCESA (1862-1867)
El gobierno mexicano estaba en bancarrota, por lo cual el Presidente Juárez declaró la suspensión de pagos a la deuda exterior por dos años a los países acreditados. A Inglaterra se le debían aproximadamente 70 millones, a Francia 2 millones y a España 9.5 millones (Algunos documentos mencionan dólares, otros pesos), dando un total de 81.5 millones. En la Convención en Londres, el 31 de octubre de 1861, los tres países acordaron primero: asegurar las vidas y propiedades de los nacionales de Inglaterra, Francia y España y segundo, obtener el cumplimiento del pago de la deuda exterior. Esto fue muy criticado por la prensa internacional.
Los contingentes de Inglaterra, Francia y España llegaron a México a finales de 1861 y principios de 1862.
En un poblado llamado “La Soledad”, el 21 de enero, después de pláticas y acuerdos, con el representante del gobierno mexicano, el general Manuel Doblado, Secretario de Relaciones Exteriores y el general Juan Prim de España. El general Prim no dudo en ponerse del lado de la justicia, cuando se dio cuenta de las maquinaciones de los franceses. De ello, las fuerzas inglesas y españolas se retiraron de México. Francia, que buscaba recuperar sus colonias en América y poner un muro monárquico a la expansión estadounidense, se quedó sola y resuelta a imponer un imperio en México, para la cual se comprometió con los conservadores.
El ejército francés, y los restos de las tropas del partido conservador, estuvieron sucesivamente a las órdenes de los generales franceses. El general Carlos Latrille, conde de Lorencez que fue derrotado en Puebla en la batalla del 5 de mayo de 1862, por el general Ignacio Zaragoza, Comandante del Ejército de Oriente, y principalmente por el general Porfirio Díaz. El general Elías Forey destruyó al ejército liberal y ocupó la Capital. El general Francisco Aquiles Bazaine dominó casi todo el país mientras duró la ocupación francesa.
La corona del imperio mexicano fue ofrecida el 10 de abril de 1864 a Fernando Maximiliano de Habsburgo, la cual aceptó y se comprometió con Napoleón III por los convenios de Miramar.
Maximiliano, acompañado de su esposa la princesa belga Carlota Amalia, llegaron a Veracruz el 28 de mayo de 1864, en la fragata austriaca Novara.
Para sorpresa de las personas que lo trajeron, durante su breve reinado el Emperador Maximiliano resultó ser más demócrata y liberal, lo que provocó un descontento entre los conservadores.
Por otro lado, al terminar la guerra civil en los Estados Unidos de América (EUA) en 1866, le pidieron a los franceses, se salieran de México; además Napoleón III para defenderse de Prusia, se vio en la necesidad de retirar las tropas que apoyaban el imperio de Maximiliano. Una epístola entre Juárez y su embajador acreditado en Washington, el Lic. Matías Romero, menciona “nos encontramos entre dos colosos, los EUA y Francia, debemos ser cautos y estar pendientes de sus políticas y acciones, para que México salga lo mejor librado de las decisiones que ellos tomen”.
Sin el apoyo francés y únicamente con las tropas conservadoras, fue solo cuestión de tiempo el triunfo de los liberales; Maximiliano se rindió en Querétaro el 15 de mayo de 1867, y fue fusilado el 19 de junio en el Cerro de las Campanas, junto con dos generales conservadores sobresalientes, Miguel Miramón y Tomás Mejía.
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