El pueblo israelí y especialmente su numerosa comunidad latinoamericana se
pregunta cuál es el proceso mediante el cual, sus países de origen han decidido
reconocer en forma conjunta a un Estado Palestino que no existe, dentro de unas
fronteras que jamás lo fueron.
Las buenas relaciones comerciales entre los países integrantes del MERCOSUR e
Israel se consolidaron en 2007 con la firma de un Tratado de Libre Comercio, el
primero de este tipo, con un país fuera de América Latina.
Estos acuerdos bilaterales refieren a los más diversos sectores económicos.
Brasil lidera el intercambio comercial del bloque con Israel, que llegó en 2008
a 1.6 billones de dólares.
Tal como lo expresó el ex Presidente Luiz Inacio Lula da Silva en la asunción de
su sucesora Dilma Rousseff, Brasil aspira a ser en pocos años más, la quinta
mayor economía del mundo.
Por lo tanto, Brasil, no está preocupado sólo por liderar el bloque económico
regional o por ampliar su área de influencia a los demás países de la región,
sino por convertirse en un actor relevante en el concierto mundial. Y como tal
pretende integrar el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas como miembro
permanente, junto a Estados Unidos, Rusia, Inglaterra, Francia y China.
Para ello Itamaratí tiene su propia agenda, su propia estrategia geopolítica
para alcanzar sus objetivos. Un claro ejemplo fue su intervención en el
conflicto que enfrenta a Irán con el resto del mundo a causa de sus aspiraciones
nucleares.
La diplomacia brasileña, elaboró conjuntamente con Turquía, una propuesta
mediante la cual ambos países se comprometían a examinar las actividades iraníes
a cambio de la entrega de uranio enriquecido en suelo turco.
Si bien ese intento de mediación fue rechazado por la comunidad internacional,
indicó claramente las intenciones de Brasil de marcar su propio perfil y de
enfrentar el liderazgo de la potencia dominante.
Durante el período de Lula, las relaciones comerciales y políticas de Brasil con
el mundo árabe y Turquía tuvieron un enorme desarrollo.
En ese marco, su último legado antes de finalizar su mandato fue la acción de
liderar en el subcontinente el reconocimiento a Palestina.
La presencia de Abbas en el acto de asunción de Rousseff, es una señal del tipo
de relación existente.
Inmediatamente después del reconocimiento brasileño, el vecino gobierno
argentino presidido por Cristina Fernández de Kirchner se apresuró a declarar
que reconocía a Palestina como “Estado libre e independiente, con las fronteras
de 1967”.
Una decisión que según el canciller argentino Timerman, se coordinó previamente
también con Uruguay.
En América Latina ya habían dado ese paso: Cuba, Nicaragua, Costa Rica y
obviamente Venezuela. México lo está evaluando y ya lo han oficializado Bolivia,
Ecuador, Paraguay, Perú y Chile. Chile no mencionó explícitamente las fronteras
de 1967 y se especula con que Uruguay en su reconocimiento oficial, adopte esa
misma tesitura.
Por su parte Perú realiza un aporte interesante. No solo no menciona fronteras
determinadas, sino que en su declaración hace un llamado a aquellos Estados que
aún no lo han hecho, a reconocer plenamente al Estado de Israel.
Pero más allá de casos puntuales, esta dinámica, impulsada por Brasil, tiene
exactamente el efecto contrario al que manifiesta buscar.
Un Estado palestino con fronteras definidas sólo puede ser el resultado de
negociaciones bilaterales con Israel. Para llegar a ello ambas partes deben
reconocerse mutuamente, estar dispuestas a realizar concesiones para alcanzar la
paz y comprometerse a dar por finalizado definitivamente el conflicto.
Al otorgarles logros políticos sin necesidad de sentarse a negociar, el mensaje
que envían los países latinoamericanos a los palestinos es que apoyan su
tesitura de no acudir a negociaciones directas.
Entonces, no solamente no aportan nada al conflicto, sino que, por el contrario
contribuyen a profundizarlo al avalar la no comparecencia a la mesa de
negociaciones.
Lo más grave es, que a diferencia de lo que ocurre con cualquier otro conflicto,
incluso regional, en éste se toman la atribución de adentrarse en discusiones
territoriales.
Al hacer mención a fronteras específicas, los errores alcanzan proporciones
extraordinarias.
Como latinoamericano tengo el legítimo derecho a preguntarme ¿cuántos
funcionarios en las respectivas cancillerías conocen realmente el tema en
cuestión?
¿Cuántos de ellos saben que es Israel quien ha aceptado la solución de dos
Estados para dos pueblos y son los árabes quienes la rechazaron?
¿Cuántos conocen que las llamadas fronteras del 67 son en realidad las líneas de
armisticio de 1949?
Serían capaces de responder ¿Por qué no se declaró un Estado palestino cuando
esos territorios estaban bajo administración de Jordania y Egipto?
¿No consideran necesario que una frontera común deba ser reconocida y
consensuada entre ambas partes?
¿Cómo piensan resolver el problema de dos gobiernos enfrentados, la Autoridad
Palestina en Cisjordania y otro golpista, integrista y terrorista el de Hamás,
en la Franja de Gaza?
¿No les parece que el hecho de que Hamás no esté dispuesto a reconocer el
derecho a existir de Israel es un serio obstáculo para lograr la paz?
La conexión terrestre entre ambos territorios no está incluida en esas
fronteras, ¿Deberían renunciar a ella?
No parece responsable entonces, establecer límites tan precisos cuando hay
tantos temas previos y vinculados a ellos sin resolver, como: el futuro de
Jerusalem Oriental, el regreso de los refugiados palestinos, la administración
de los lugares santos, el destinos de los asentamientos israelíes, el control de
las aguas, etc. etc.
Los verdaderos amigos de ambas naciones debieran apoyar todos los esfuerzos para
entablar negociaciones y para llegar a acuerdos concretos en el más breve lapso
posible.
Un aporte real sería dejar de lado las declaraciones altisonantes, no justificar
ni premiar la actitud irresponsable de los palestinos de seguir evitando asumir
la representación de su pueblo en negociaciones serias y persuadirlos de empezar
a construir el Estado al que dicen aspirar.
* Presidente de COSLA (Confederación Sionista Latinoamericana). Miembro del
Ejecutivo Sionista Mundial.
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