El presente análisis no es un intento de reflexionar de manera teórica o filosófica sobre el COVID y sus efectos macroeconómicos. Más bien, léanse las siguientes líneas como un mensaje honesto sobre los aprendizajes que un servidor se ha llevado en estos 2.5 meses de trabajo arduo:
- Con respecto a mi negocio:
- Los ejecutivos de empresas importan lo mismo (o más) que los dueños: Apoyar a una empresa a reestructurarse financieramente en un escenario de incertidumbre resulta verdaderamente difícil. Hoy les digo con toda seguridad, que aquellas que mejor se han manejado y más rápido se han transformado positivamente, no son aquellas que tienen al “director brillante” detrás, sino aquellas con un equipo de trabajo que justamente lo contiene, lo apoya, y hasta llena los espacios que deja vacíos. Los ejecutivos ecuánimes, objetivos y proactivos, han sido los interlocutores que permiten llegar a soluciones en medio del caos. Hay que valorar y aplaudir a los empleados que deciden opinar y participar en la reconstrucción de su empresa. Esto aplica para PYMES, fondos, e instituciones gubernamentales de toda escala.
- Con respecto al sector privado:
- El liderazgo contemporáneo exige preparación y no carisma: Después de escuchar a tantos “expertos” en redes sociales, webinars, cursos y grupos de whatsapp, he aprendido que la fama pesa poco en la relevancia de opiniones en tiempos extraordinarios. Hay que escuchar consejo de la gente que se arremanga las manos y actúa disruptivamente, por encima de aquella que “habla bonito” o tiene “reconocimiento en el mercado”. Hoy la tecnología ha permitido que mucha gente valiosa que había guardado silencio, finalmente emita su opinión. Esto transformará nuestra conservadora manera de percibir las cosas que “no se pueden cambiar” o “así son”. Ha llegado el momento de explorar posibilidades en canales, países y mecanismos no tradicionales. Es momento de cuestionar también las injusticias y asimetrías dentro del sector empresarial para verdaderamente fortalecer a las PYMES de este país.
- Con respecto al sector público:
- La clase política no puede sola: La clase política no se mueve con críticas ni acoso mediático. Se mueve con presión organizada desde gremios privados y de la sociedad civil con objetivos claros, y un liderazgo transparente y ejecutor. Necesitamos emitir comunicados claros, tener posturas concretas, y sobre todo planes de acción desglosados con responsables asignados. Hay que dedicarle tiempo a la transformación. El gobierno, sea del partido que sea, necesita guía y acompañamiento operativo. Más nos vale que lo entendamos de manera pronta e institucional, pues necesitamos formar parte de los procesos de análisis y toma de decisiones al momento en que se presentan los problemas, y no cuando se “publica” la determinación que el gobierno ya ha tomado unilateralmente de manera no integral.
Básicamente, se trata de hacer un llamado a la acción y no a la opinión. Los profesionistas deben empoderarse, las asimetrías del sector privado cuestionarse, y los gremios empresariales ejercer un contrapeso operativo y no solo de cabildeo ante el gobierno. La transformación de México nos necesita.
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