Redescubre arte polaco a judíos

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Los Polacos reafirman sus raíces judías.
Un poster en el marco del evento
7@nite de Cracovia.

Zuzanna Ziolkowska se enteró de sus raíces judías hace más o menos una década.

Su madre casualmente le dijo durante una comida que el padre de Ziolkowska, con el que no tiene contacto, era judío. Aunque quedó un poco conmocionada, indicó que desde muy pequeña había sentido un profundo interés y una conexión con la historia y la literatura judías.


Desde esa conversación, la artista de 30 años ha explorado su identidad y el significado de ser judía en varias de sus obras.

Esta primavera, participó en una exposición colectiva organizada en la galería municipal de Bielsko-Biala; pintó en la galería una columna roja y amarilla, para simbolizar la sinagoga de los mismos colores que se elevaba en el sitio actual de la pinacoteca y fue destruida durante la Segunda Guerra Mundial.

“La pintura es la forma de expresar percepciones de la realidad y, para mí, es una forma de resolver el pasado”, expresó.

Ziolkowska forma parte del creciente número de artistas que exploran la dicotomía de ser polaco y judío en la Polonia del siglo 21.

Autores, dramaturgos, cineastas y artistas visuales abordan temas que van desde el antisemitismo y el Holocausto hasta los pasados comunistas y problemas de identidad de sus familias.

“Es imposible imaginar la cultura polaca sin la cultura judía”, expresó Pawel Passini, director y dramaturgo de Lublin. “Creo que la mayoría de la gente está consciente de eso; el problema consiste en cómo expresar este hecho y permitir que la gente lidie con ello”.

Una solución ha sido una tendencia observada en los festivales judíos que, en vez de enfocarse en la cultura polaco-judía tradicional del pasado, recalcan la vida artística contemporánea en Polonia y el extranjero.

El festival 7@Nite de Cracovia abrió hace poco las siete sinagogas de la ciudad en la noche para servir como escenarios para eventos desde un desfile de modas hasta una exposición sobre la arquitectura de las sinagogas.

Y, a lo largo del año, Varsovia es sede de festivales, entre ellos las recientes Jornadas del Libro Judío y el Festival de Cine Internacional Motivos Judíos, que subrayan las contribuciones a las culturas judía y polaca.

A raíz de la Segunda Guerra Mundial, la población judía en Polonia había caído de más de 3 millones de personas a unas 45 mil para 1950. Se contrajo aún más con la emigración de más de 10 mil judíos entre 1968 y 1969, cuando las autoridades comunistas adoptaron medidas antijudías en reacción a la Guerra de los Seis Días de Israel.

Aquellos que optaron por permanecer en Polonia, donde se estima que la comunidad actualmente cuenta entre 10 y 20 mil integrantes, tendían a ser fervientes comunistas o individuos que habían ocultado sus raíces judías al vivir como católicos polacos asimilados. Eso significó que los polacos judíos involucrados en la creación artística tendían a evitar abordar el tema del Holocausto y, en términos generales, su pasado judío.

Sin embargo, a partir de finales de los 70, polacos de todos orígenes empezaron a explorar el pasado y la cultura judíos de su país y, desde finales de los 80, la cultura judía cobra mayor popularidad en Polonia.

Mikolaj Lozinski, egresado de la Sorbona, indicó que los cinco años que le tomó escribir “Ksiazka” (El libro), su novela semiautobiográfica, le ayudaron a entender cómo el hecho de ser judíos influyó en sus padres, sus abuelos, así como en si mismo.

“Empecé a sentir lo importante que es para mí tener esas raíces judías”, expresó al respecto. “Creo que resulta mucho más fácil para mi generación que para la de mis padres”.

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