Somos una cultura absolutamente cafetera, el café nos acompaña en las mañanas apresuradas, en las desveladas, en las citas románticas, tal vez en el chisme con los amigos o simplemente nos acompaña. Hemos aprendido a catar cafés, observándolo, oliéndolo y degustándolo. Y todo es absolutamente inconsciente, el café de altura ya es un must en nuestras rutinas: arábico, brasileño, oaxaqueño o venezolano, robusto, con leche o solo negro, tan negro como la noche.
El estrés que produce la vida actual: la rutina, el tráfico, la competitividad en el área académica y laboral, profesiones que exigen esfuerzos descomunales, exámenes finales… en fin actividades que nos exigen todo nuestro potencial, la concentración e inclusive la energía. Esto ha llevado a buscar y a estudiar más a fondo aquellas sustancias que puedan aumentar la energía mental: aquello que nos permita estar más alerta, mejore nuestras actividades cognitivas, mejore nuestro estado de ánimo y nuestra motivación para ejecutar diferentes tareas y actividades.
Estos estudios han llevado a redescubrir la acción de la cafeína, pues hace tiempo se creía que “solo quitaba el sueño”, sin embargo se ha descubierto que el mayor beneficio del café es su alto contenido de antioxidantes que entre sus múltiples funciones protege las mutaciones celulares y retrasa su envejecimiento, también se ha demostrado que beber entre dos y tazas de café al día ayuda a disminuir un 25% de riego de diabetes tipo II (antioxidantes que evitan la resistencia a la insulina), además de mejorar el desempeño tanto de personas comunes hasta atletas de alto rendimiento (esto se debe al efecto ergogénico que aumenta la potencia muscular), entre otros beneficios.
La forma en la que actúa la cafeína es realmente impresionante, esta bloquea la adenina la cual es liberada por el cansancio. La molécula de la cafeína tiene una estructura muy parecida a la de la adenina por eso pueden unirse a sus receptores e impedir que la adenina actué.
Se realizó un estudio a un grupo de marinos de la armada norteamericana en el que se sometieron a un entrenamiento rígido, en donde tenían que resistir 72 horas sin dormir, estar expuestos a temperaturas extremas (frio o calor) además de diferentes tipos de ejercicio extremo: físico y cognitivo (factores que generan estrés severo). Aquellos a los que se es suministro la cafeína equivalente a tres tazas de café, no solo se mantuvieron despiertos, sino que fueron capaces de resolver problemas que requerían de atención y razonamiento.
¿Entonces qué, nos tomamos un cafecito?
Información obtenida: René Druker Colin, “Tercera serie de cuatrocientas pequeñas dosis de ciencia”, RaRaRa Editores, primera edición. México, 2011. Pp 297.
¡Vamos con el café, hermosa! ¡Seguro de café reencarnaré en mi “próxima vida”! Y nunca olvido, en la sala tener: Unos granos de café recién molidos. Puedo sentir esa placentera sensación de quien ingresa en la misma: y de su aroma quedar, en un espacio de confort…flotando.
mirta s. kweksilber: de café y pizca de leche ¡desde el amanecer hasta …la madrugada.