¿Por qué es tan difícil no detonar en caso de sentir que no hay salida y la desesperación es excesiva?
Las personas explotan cuando han llegado a su límite. En el momento que la situación ya no se le encuentra salida, cuando no se sienten escuchadas, cuando consideran que lo que sucede es injusto, ridículo o simplemente ilógico. Uno explota porque su frustración y desesperación por ser escuchado o respetado ya no existe.
Explotar, gritar, defenderse y salirse de sus casillas es una pérdida para todos por igual. La persona que revienta se siente perdida por lo que lo único que le resta es desahogar su desesperación en una forma inadecuada, destructiva y además explotando nunca llegará a encontrar una solución. Por lo contrario, una persona que explota, lastima y cierra cualquier posibilidad para poder escuchar, ser entendido y/o resolver el conflicto.
Por otro lado la persona que recibe los gritos y el maltrato se altera, espanta, aleja y hasta puede tomar una posición de víctima porque le gritaron y la lastimaron, cuando en realidad ella fue la persona que provocó la detonación. Por lo tanto, este juego solo empeora los conflictos y además crea nuevos resentimientos.
Hay personas que tienen mejor tolerancia ante la frustración y por lo tanto, pueden aguantar más antes de explotar, pero hay momentos en que la paciencia y la cordura también se terminan y hasta el más santo, puede perder su compostura.
Así como hay personas que su presencia ilumina, alegra y mejora el medio ambiente de su alrededor. Hay personas que la energía que radian es densa, pesada e imponen un clima de tensión, poca tolerancia y mucha agresión.
Lo curioso es que cada persona puede llegar a comportarse con cualquiera de ambos extremos. Todo dependerá de la situación y de las reacciones que otras personas le provoquen. Fácilmente se puede elegir cuándo explotar, pelear, destruir y humillar, y también se puede decidir y actuar como un ser generoso, amable y educado.
Cuando uno tiende a explotar con facilidad torna sus relaciones en interacciones destructivas. Esto sucede cuando solo se enfocan en ver las razones para culpar, juzgar y maltratar a otros sin tomar primero la responsabilidad de sus acciones.
Cuando se pierde la paciencia y se deja de escuchar. Cuando ambos pierden el respeto y ya no se toleran. Cuando encuentran las palabras, su presencia y sus memorias irritables. Uno explota cuando se siente perdido a pesar de que esa explosión lo llegue a lastimar aún más.
La persona explosiva puede mostrar cambios constantes de humor. “Puede estar contento, pero basta que algo le moleste para que entre en cólera incontrolable que lo convierte en una persona violenta, grosera e impaciente.
Además, las cosas se complican cuando ambos buscan tener la razón sin dar su brazo a torcer. Convirtiéndose en protagonistas de la escena sin tratar de escuchar o tratar de ver un panorama más amplio donde hay cabida para entender, razonar y poder solucionar el conflicto.
La receta
Controlando las explosiones emocionales
Ingredientes:
- Calma – fortaleza para no perder el control reconocer los sentimientos propios
- Caridad – entender el conflicto y no engancharse en la pelea y la descarga emocional
- Límites claros – establecer lo que uno está dispuesto a aguantar. Protegerse mentalmente
- Perspectiva – evitar detalles insignificantes de la discusión a un lado para no hacerlo personal
- Validación – proteger los sentimientos personales sin entrar en una discusión, no es una pelea
Afirmación personal para controlar las explosiones
Puedo conservar la calma cuando discuto, aunque sienta que no tienen la razón. Me valoro lo suficiente para no perder el control de mis sentimientos, ni mi tono de voz o mis reacciones ante las personas que me agreden. Acepto que me puedo enojar, pero no desboco mis emociones ni me desquito con otros. Reconozco la verdad y no tengo que comprobar quién tiene la razón. Busco solucionar los conflictos utilizando el sano juicio, la calma y sin recurrir a la violencia y la agresión.
Evitando las explosiones emocionales y destructivas.
1. Enfócate en las cosas importantes. No busques quien tiene la razón, cuestiónate si el maltrato vale la pena. Hay que valorar si estar con una persona que provoca el maltrato y explota con facilidad es una persona que trae paz, armonía y bienestar emocional.
2. Valorarse a uno mismo es el primer paso para reconocer que no se debe explotar en vano. Uno es suficiente y valioso tal y como es, no hay que otorgar el privilegio de perder la compostura por nadie.
3. Reconoce tus sentimientos, pero no los utilices como argumento para defenderse. Entender cuando uno está enojado, triste o lastimado ayuda a tener claridad cómo se siente, pero discutir de los sentimientos desvía y confunde el tema que se quiere tratar.
Lo importante nunca es quien tiene la razón y quién es el culpable, sino reconocer como uno desea ser tratado y cómo le gustaría sentirse después de la discusión. *Prohibida su reproducción total o parcial sin el permiso escrito del editor y sin citar la fuente. Copyright © 2005-2022 Recetas para la vida© Todos los Derechos Reservados
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Muy interesante.