Gráfica de la trayectoria de los neutrinos
Seguramente casi todos hemos oído sobre los apantallantes resultados producidos hace unos días en el laboratorio Gran Sasso en Italia. Para aquéllos que no se han enterado, los investigadores de Gran Sasso están—cuidadosamente—expresando que han medido unos neutrinos viajando a una velocidad mayor que la luz. Los neutrinos, los cuales partieron de los laboratorios de la Organización Europea para la Investigación Nuclear, o CERN, en Ginebra, Suiza, aparentemente llegaron a su destino 60 nanosegundos antes de lo que lo hubieran hecho si hubieran estado viajando a la velocidad de la luz. ¿Cómo puede ser? se preguntarán. La teoría de la relatividad de Einstein, el E=MC² que todo niño en primaria se sabe, afirma que nada en el universo puede superar la velocidad de la luz. Ahora, 60 nanosegundos puede no ser una figura muy apantallante, pero si se toma en consideración que la trayectoria entera de los neutrinos, a través de 730 km, tomó menos de 3 milisegundos, el número comienza a ser tomado en serio.
Estas figuras se midieron con el equipo más avanzado en existencia: 150,000 ladrillos de película fotográfica entrelazada con placas de plomo. Además, los 60 nanosegundos equivalen a un factor de 6-sigma. “Sigma” es la abreviación para la deviación estándar, o margen posible de error. Entre más alto sea el número sigma, más certeros se consideran los resultados. En general, se requiere por lo menos un resultado con 5-sigma (equivalente a uno en 1,744,278 chance de que el resultado sea por “chiripa”) para ser validado. Un resultado con 6-sigma—equivalente a una posibilidad en 506,797,346 de estar equivocado—es casi totalmente sólido. Si este fuera cualquier otro resultado en la física de partículas, ya se estaría celebrando. Sin embargo, los resultados contradicen la constante más reconocida universalmente en la física moderna, y va contra de todos sus fundamentos.
En vista de estos problemas, los científicos de CERN les están pidiendo a otros investigadores que verifiquen su experimento. Como dijo un representante de CERN el otro día, “Lo que siente la mayoría de la gente es que esto no puede ser correcto, que no puede ser real”. Fermilab en Chicago, entre otros, ya está trabajando en sus propios experimentos. Si, en efecto, se verifican los resultados, “constituiría el descubrimiento más importante del último medio siglo”, como dijo Adrian Cho, de la revista Wired. Si no, el revuelo global por lo menos habrá atestiguado a lo mejor del método científico: miles de personas en el mismo campo combinando sus cerebros, su tiempo y laboratorios en un esfuerzo colectivo que confía en la veracidad antes del sensacionalismo, en la repetición incesante de experimentos, en una aplicación global del mismo método científico para poder producir datos irrefutables, o hacer trizas los resultados CERN. Pase lo que pase, se destrone la relatividad o se reivindique, la ciencia—y la humanidad—sin duda habrán ganado.
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