Las noticias que nos llegan a diario, nos recuerdan el enorme peso que las distintas religiones siguen teniendo en el acontecer mundial. Las instituciones religiosas y sus liderazgos van más allá de su función estrictamente espiritual y constituyen verdaderas fuerzas políticas capaces de movilizar a millones de personas mediante la seducción ejercida por las ideologías y creencias que profesan. Es por ello que vale la pena, de vez en cuando, hacer recuentos que permitan a observadores y analistas tener contexto para valorar mucho de lo que ocurre en tantos rincones del planeta.
Si se considera a los creyentes y/o practicantes de alguna fe religiosa, encontramos que cerca de la mitad de ellos —poco más de tres mil millones— profesan alguna modalidad de las tres religiones monoteístas: judaísmo, cristianismo e Islam, mientras que otro tanto, más o menos igual, se adhiere a alguna de las múltiples religiones propias del Lejano Oriente o a alguna forma de culto politeísta. Y, ciertamente, hoy por hoy, son las primeras —cristianismo, judaísmo e Islam— las que mayor visibilidad y activismo presentan.
¿De qué tamaño son las comunidades de fieles de estos tres credos monoteístas? El primer lugar lo tiene el cristianismo, con una cifra aproximada de dos mil millones de fieles distribuidos en distintas iglesias, de las cuales, la católica resulta ser la más nutrida, con entre 800 y mil millones de miembros. Las iglesias ortodoxas orientales, las diferentes iglesias emanadas del protestantismo y las pequeñas iglesias orientales autocéfalas de oriente, sumadas a la católica, alcanzan la citada cifra de dos mil millones.
En cuanto al Islam —la religión con mayor índice de crecimiento en los últimos años—, el número de sus adeptos se calcula en cerca de mil 350 millones.
De ellos, la inmensa mayoría practica el Islam sunita (cerca del 85%), mientras que el 15% restante se identifica con el chiismo, el cual, por cierto, sólo es mayoritario en Irán y Líbano. Un dato importante de recordar es el de que ser árabe y ser musulmán no es en absoluto sinónimo. De hecho, árabes son sólo 350 millones del total de los mil 350 millones de musulmanes. Las 22 naciones árabes que existen hoy en el planeta agrupan más o menos esa cantidad de individuos (350 millones) que, por cultura e idioma, se reconocen a sí mismos y son reconocidos por los demás como árabes. Por cierto, una minoría de entre los árabes no es musulmana, sino que se trata, en la mayor parte de los casos, de cristianos de alguna de las diferentes denominaciones que sobrevivieron en esas regiones a pesar de la avalancha islámica del siglo VII.
De las 57 naciones que se identifican como islámicas, sólo 22 son así árabes, restando 35 que asumen con orgullo su islamismo, pero que nada tienen que ver con lo árabe, por ejemplo, Turquía, Irán, Pakistán, Afganistán, Indonesia y Malasia. Puede afirmarse que la confusión tan generalizada en nuestro medio, y consistente en entender como sinónimo el ser árabe y el ser musulmán, proviene del protagonismo que los árabes tuvieron en la gestación de la fe islámica, al haber sido su fundador
—Mahoma— un árabe, árabes sus primeros seguidores, y árabe también el idioma en el que se escribió y se sigue rezando el Corán.
Por último, está también el judaísmo como la otra fe monoteísta que apareció más temprano en la historia que las otras dos y que nutrió a éstas de manera decisiva.
En la actualidad, los miembros del pueblo judío (se trata de una religión que posee simultáneamente connotaciones nacionales) se contabilizan en 13.5 millones, de los cuales poco menos de la mitad vive hoy en el Estado de Israel (5.8millones).
Las cifras arriba presentadas, seguramente pueden ayudar a contextualizar numerosos acontecimientos mundiales que mucho tienen que ver con ideologías e intereses propios de las religiones y sus respectivas instituciones, las cuales constituyen innegables actores políticos.
Fuente: Excélsior
Artículos Relacionados: