En nuestras relaciones con nosotros mismos, con otras personas y con nuestras propias circunstancias, debemos descubrir nuestro punto de balance; definir y delinear los límites y fronteras de nuestro nivel apropiado de responsabilidad; y reconocer que nuestros valores, necesidades y prioridades pueden con todo derecho ser muy diferentes de los de nuestros padres, hermanos, pareja y de los demás.
“Llena tu copa primero” antes de que podamos ayudar a otros debemos estar bien con nosotros mismos; poner nuestra casa interna en órden, reconciliar nuestros conflictos, encontrar la armonía en las dicotomías diarias; debo hacerlo o lo contario.
Cada decisión involucra cosas a favor y otras en contra, el secreto es tomar la responsabilidad de cada paso que se da en conciencia; tomar las riendas, cuando se actúa de esta manera, sueltas la culpa y dejas de juzgarte y arrepentirte por lo que has hecho.
Vivir en conciencia te libera y esto requiere de una gran valentía.
Solemos decir “Lo hice de manera inconsciente” ¡basta ya de excusas!, es hora de tomar el mando de tu propia vida. Tú y sólo tú sabes lo que te conviene, lo que está bien y lo que te puede perjudicar.
Conoces bien la ley de causa y efecto; que la cosecha deriva de lo sembrado.
Quienes sienten un fuerte instinto de ayudar, servir y asistir a otros, deben aprender a remar su propio barco; si nos enfocamos en la vida de los demás, perdemos una gran cantidad de energía y nos debilitamos. En casos extremos esta tendencia a sobre ayudar degenera en codependencia.
El secreto está en encontrar el balance de dar y recibir, la gran magia consiste en asumir cada paso que damos en luz y compasión.
El camino es hacia arriba, el progreso está fuera de nuestra zona de confort.
Responsabilízate, toma el control de tu vida y conserva tu varita, la palabra mágica, es el conjuro adecuado para hacerla funcionar como tú deseas.
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