Más de cinco siglos después de la expulsión y la conversión forzada de la judería española y portuguesa, los resultados de un nuevo estudio genético pueden llegar a demostrar un regreso de proporciones históricas a Israel y el pueblo judío.
En un artículo publicado en la última edición del Jornal Americano de Genética Humana, un grupo de biólogos declaró que el veinte porciento de la población ibérica tiene raíces judías sefaradíes.
Dado que la población de España y Portugal en conjunto exceden los 50 millones, esto quiere decir que más de 10 millones de españoles y portugueses son descendientes de judíos.
Estas no son las desorbitadas especulaciones de un periodista, sino los resultados de un estudio realizado en un laboratorio de investigación.
El estudio, el cual fue liderado por Mark Jobling de la universidad de Leicester de Inglaterra y Francesc Calafell de la universidad de Pompeu Fabra de Barcelona, analiza los cromosomas Y de los sefaradíes en comunidades donde los judíos emigraron después de la expulsión de España en 1492.
Su mapa de cromosomas fue comparado con los cromosomas Y de más de mil personas que viven en todo España y Portugal. Debido a que el cromosoma Y pasa de padre a hijo, las genéticas pudieron comparar un grupo con el otro, llegando a la gran conclusión que un quinto de los habitantes de la península ibérica son de ascendencia judía.
Estos resultados, remarcan hasta que punto sufrieron nuestros antepasados hace tanto tiempo en España y Portugal.
Desde el punto de vista histórico, sabemos que en 1391, un siglo antes de la expulsión de los judíos de España, pogroms antisemitas de gran envergadura tuvieron lugar en todo el país, dejando miles de muertos y comunidades devastadas.
En las décadas siguientes, hubieron olas de conversiones forzadas las cuales tuvieron lugar como parte de una creciente hostilidad y un ambiente peligroso para los judíos. El momento culminante fue en 1492, cuando el Rey Fernando y la Reina Isabel le dieron a elegir a los judíos remanentes en España: conversión o exilio.
Muchos eligieron el exilio. La historiadora americana Howard Morley Sachar estimó que el número de exiliados de judíos españoles se encuentra alrededor de 100.000, mientras que el historiador de la Universidad Hebrea, Jaim Beinart, dice que la suma es de 200.000. Otros han hablado de números mayores incluso.
Pero muchos de los judíos que fueron convertidos a la fuerza, así como aquellos que se bautizaron voluntariamente, se quedaron atrás. Estos incluyen desde ya a los anusim (palabra hebrea para “aquellos que fueron obligados”), muchos de los cuales continuaron valientemente practicando el judaísmo, transmitiendo las tradiciones de generación en generación.
En años recientes, un mayor número de anusim a lo largo de toda Europa, Sud América y partes de los Estados Unidos han comenzado a retornar a Israel y al pueblo judío, y posiblemente el proceso continúe.
Pero lo que hace que los resultados del estudio genético sean tan importantes es que atestiguan acerca del gran éxito que tuvieron los monarcas españoles en subyugar los temas judíos y comprometer a la gran masa de conversos a eventualmente asimilarse a la mayoría católica.
Durante siglos, la despiadada inquisición persiguió y asesinó a aquellos que eran sospechosos de “judaizar” o de ser “judíos secretos”, forzando a muchos a abandonar la fe a la cual tan heroica, secreta y lealmente se habían aferrado.
De acuerdo con el historiador contemporáneo Cecil Roth, la inquisición mató a más de 300.000 “judíos secretos”. Algunos fueron quemados vivos en la hoguera, frente a masas que ovacionaban, mientras que otra incontable cantidad fue condenada por preservar prácticas judías.
No llama la atención, entonces, que muchos de ellos, eventualmente, hayan sucumbido a la desesperación, y finalmente dejaron de lado el judaísmo. Hasta ahora, así es.
El descubrimiento que 20 porciento de la población de Iberia es descendiente de judíos posiblemente tomará a España y Portugal de sorpresa.
Los resultados, como ha dicho el New York Times el último viernes, “proveen nuevas y explícitas pruebas acerca de las conversiones masivas de los judíos sefaradíes”, las cuales tuvieron lugar hace más de 500 años en el suelo español y portugués.
Es el equivalente biológico del “Pintele Yid”, la eterna e inquebrantable chispa judía que nunca puede ser extinguida, incluso con el paso de los siglos.
De hecho, es como si un gran espejo fuera repentinamente puesto frente de cada persona española y portuguesa, forzándolos a mirarse y ver la realidad de su historia nacional e individual.
Pero más que con respecto al pasado, el descubrimiento es apremiante con respecto al futuro. Si Israel y el pueblo judío realizan un esfuerzo concentrado por nuestros hermanos genéticos en Iberia, esto podría tener un impacto profundo en variados rangos, desde antisemitismo en Europa hasta el futuro de la demografía judía.
Imagínese si tan sólo cinco porciento o incluso el diez porciento de los españoles y portugueses descendientes de judíos desean retornar al pueblo judío. Significaría que habrían otros 500.000 a 1 millón de judíos en el mundo.
E incluso, si muchos o la mayoría deciden no retornar, de todas formas es importante tenderles una mano. El simple hecho que grandes masas de españoles y portugueses tienen raíces judías, puede tener un significativo impacto en las actitudes hacia los judíos e Israel, posiblemente desalentando su inclinación antisemita y anti-israelí.
Dado que el hecho de descubrir ascendencia judía, hace que sea más posible crear un mayor sentido de pertenencia y apoyo por la causa judía. Por lo tanto, deberíamos intentar promover y cultivar su afinidad por Israel y el pueblo judío.
Más aún, yo creo que tenemos una responsabilidad histórica de tenderles una mano a los descendientes de las víctimas de las conversiones forzadas y la inquisición y facilitar su retorno.
Sin que ellos tengan la culpa, sus ancestros fueron cruelmente quitados de nuestro pueblo. Siglos atrás, la Iglesia Católica dedicó enormes recursos para alejarlos del pueblo judío, y casi lo logran.
Ahora, nuestra tarea debe ser el mostrar el mismo nivel de determinación para recibirlos nuevamente en nuestras filas.
Fuente: Shavei Israel
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