Enclavada en el corazón del Ribeiro, esta localidad orensana ha evocado hoy la presencia de la comunidad judía, hasta que fueron expulsados en 1492 y, posteriormente, perseguidos por el Tribunal de la Inquisición y que está declarada fiesta de Interés Turístico Nacional.
Un legado judío que todavía se ve reflejado en sus bodegas, sinuosas y estrechas callejuelas, sinagogas, tabernas y tahonas de la villa, como la Tafona da Herminia, punto obligado para todo visitante y que está incluida en la red de los Caminos de Sefarad y la red de juderías españolas.
Por la mañana, autoridades políticas y culturales han participado en el tradicional desfile que sale de la villa hasta el castillo, comitiva en la que no faltaron las damas y caballeros, cetrería y los jinetes, que participan esta tarde en los torneos medievales y que dio paso al ajedrez viviente y cetrería, como actividades más singulares.
Todos los estamentos de la sociedad medieval aparecen representados en el, desde el clero y la burguesía hasta los campesinos, con la participación incluso de un verdugo.
Una de las atracciones principales es la boda por el rito sefardí, donde los novios firmaron el contrato de los esponsales y se procedió a la lectura de la ketubá, el documento matrimonial donde constan las obligaciones de la esposa.
También destaca la comida judía, que acoge la Iglesia de la Magdalena, un acto que estuvo amenizado por músicos y que contó con productos de la tierra y vino del Ribeiro.
Representantes de la organización han asegurado que han recibido solicitudes de toda España para casarse por el rito sefardí, aunque todavía no se ha celebrado ninguna ceremonia de este tipo.
Atendiendo los preceptivos cánones que marcaban los estamentos de la época, la Festa da Istoria supone una fiel recreación de la presencia judía hasta que fueron expulsados y posteriormente perseguidos.
Durante la toda la jornada, nobles, trovadores y el pueblo llano, han llenado plazas y calles, conviviendo de manera armoniosa siguiendo los preceptivos cánones de la época.
Como especificidades de esta celebración, es preceptivo ir vestido con atuendo medieval para poder acceder a todos los eventos que se celebran en lugares cerrados. Como moneda oficial, es necesario trocar sus euros por maravedíes, moneda oficial de aquella época, que se puede conseguir en el banco de la Alhóndiga y las seis sucursales instaladas a lo largo de la villa.
Toda una tradición en la que se empieza a trabajar desde que comienza el año y que es ya una cita obligada dentro de los festejos en Galicia. El resultado, una villa medieval, donde el visitante puede ver una buena muestra de oficios de la época.
El regidor socialista, Ignacio Gómez, presente en los actos de esta mañana, considera este evento cita obligada “no sólo para la villa sino para toda la comarca” y que se puede ver en sus calles, en las que reina un “ambiente excepcional”.
Actualmente, declarada de Interés Turístico Nacional, la Fundación -organizadora de la fiesta- ha apuntado que el objetivo es conseguir ahora el reconocimiento internacional. Para ello, necesitan que la fiesta salga publicada en diez medios internacionales.
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